NICK
Estaba teniendo muchos problemas en la empresa. Nos habían llegado
denuncias por los despidos, las manifestaciones también habían empezado a
tener lugar en la sede de Nueva York y lo último que yo podía hacer ahora era
decir que me marchaba. No había querido decirle a Noah lo que estaba
ocurriendo porque no quería que se preocupara, pero temía que mi regreso a Los
Ángeles se postergara más tiempo de lo que ninguno de los dos deseaba.
Estar lejos de ella en estos momentos me estaba costando más que nada.
Volvía loco a Steve, a quien llamaba varias veces para preguntarle si Noah
había comido, cómo la había visto por la mañana, qué aspecto tenía… estaba
obsesionado con que algo le ocurriera. Tenía terror de que la prensa descubriera
que estaba embarazada y me despertaba todas las malditas noches con una
pesadilla recurrente en donde Noah perdía al bebé y moría en el parto.
Necesitaba verla, tocarla, sentir a mi hijo y asegurarme de que todo estaba
bien. Sabía que Noah no iba a tardar en pedirme que volviera, sabía que solo
necesitaba darle tiempo y ahora que me había pedido que lo hiciera tenía
reuniones que no podía cancelar todos los malditos días.
Noah ya estaba de seis meses, no me había pasado fotos pero Steve me había
contado que ya se le notaba. Me había dicho que la había notado nerviosa y sabía
que temía la reacción de la gente y la de nuestros padres. Cuando se lo dijésemos
iba a estallar la tercera guerra mundial, pero no podía importarme menos. Estaba
feliz por fin después de mucho tiempo. Quería a esa chica más que a nada en el
mundo y querría a ese bebé con todo mi corazón.