NICK
Joder, como la había echado de menos. Los días se me habían hecho
interminables y ni qué decir de las semanas.
Había tenido que trabajar el doble de horas para que me dejasen
volverme antes pero había merecido la pena solo por esto.
- ¿Estás bien?-le dije con la respiración acelerada. Nunca lo habíamos
hecho así, nunca. Con Noah me controlaba, la trataba como se merecía,
la quería, joder, no era una chica más, no era una cualquiera, pero no
había podido controlarme. En cuanto la vi había querido hacerla mía,
porque lo era, era mía, y de nadie más. El capullo del camarero que
había estado tonteando con ella me había puesto en ese estado de celos
irracionales. Tenía que controlar mi manera de ser con Noah, no quería
asustarla, no quería que tuviese miedo de estar conmigo.
Nuestros ojos se encontraron y una sonrisa increíble apareció en su
boca.
-Ha sido...-dijo pero la callé con un beso. Temía lo que pudiese decir, le
había hablado como a las otras, pero no me había dado cuenta, me
había perdido en el deseo del momento. Aquella noche estaba
espectacular, más que nunca, ese vestidito virginal que le habían puesto
me volvía loco y quería hacerle de todo.
-Te quiero con locura, ¿lo sabes verdad?-le dije apartándome de ella.
-Yo te quiero más-me contestó y cuando lo hizo me fijé en que tenía un
poco de sangre en el labio.
-Te he hecho daño-dije acariciándole el labio inferior con mi dedo y
limpiando la pequeña gota de sangre que había salido.
Mierda, era un bruto gilipollas-Lo siento, pecas.
Ella se chupó el labio distraída...mirándome.
-Esto ha sido diferente-me soltó un segundo después. Y tanto que lo
había sido.
Me aparté de ella y me abroché los pantalones. Me sentía culpable por
como la había tratado, joder, estábamos al aire libre, Noah se merecía
hacerlo en una cama no contra una pared, aquí te pillo aquí te mato.
-¿Qué te pasa?-me dijo ella mirándome preocupada.
Me acerqué otra vez y le cogí el rostro con mis manos.
-Nada, perdona-dije besándola otra vez. Le bajé el vestido por sus
caderas conteniendo las ganas de empezar donde lo habíamos dejado. -
Feliz cumpleaños-dije sonriendo y sacando una cajita blanca de mi
bolsillo.
- ¿Me has traído un regalo?-me preguntó emocionada. Era tan joven y
tan perfecta. Solo con verla me ponía de buen humor, solo con tocarla
me ponía como una moto.
-No sé si te gustará... a lo mejor es demasiado cursi...-dije poniéndome
nervioso de repente. Nunca le había regalado nada a una chica antes y
temía no tener buen gusto para ello.
Sus ojos se abrieron solo con mirar la cajita de fuera.
- ¿Cartier? -Sus ojos volaron a los míos- ¿Te has vuelto loco?
Negué con el ceño fruncido esperando a que lo abriera.
Cuando lo hizo el pequeño corazón de plata refulgió en la oscuridad.
Una sonrisa apareció en su rostro y suspiré aliviado.
-Es precioso-me dijo tocándolo con los dedos.
-Así llevaras mi corazón a donde quiera que vayas-le dije posando un
beso en su mejilla. Esto era lo más cursi que había dicho en mi vida pero
ella conseguía eso de mí, me convertía en un completo idiota
enamorado.
Sus ojos me miraron y vi que se humedecían.
-Te quiero, me encanta-me dijo dándome un beso en los labios.
Sonreí bajó su beso y la obligué a girarse para poder colocarle el
colgante. Su cuello quedaba al descubierto con ese vestido y tuve que
besarla en la nuca. Se estremeció y tuve que respiran hondo para no
obligarla a venirse conmigo de inmediato y en ese instante. Le pasé el
colgante por el cuello y la observe cuando se giró sonriente.
- ¿Cómo me queda?-me preguntó mirando hacia abajo.
-Estas, perfecta, como siempre-le dije.
Sabía que teníamos que regresar y era lo último que me apetecía hacer
en aquel instante. Quería estar con ella a solas, bueno, la verdad es que siempre quería estar con ella a solas, pero sobre todo en ese momento,
cuando llevábamos tanto tiempo sin vernos.
- ¿Estoy presentable?-me preguntó con inocencia.
Sonreí.
-Claro que sí-dije mientras me abrochaba los botones de la camisa y
cogía la corbata que estaba en el suelo.
-Déjame a mí-me pidió y solté una carcajada.
- ¿Desde cuándo sabes hacer el nudo de la corbata?-le pregunté a
sabiendas que nunca había sabido hacerlo, es más, era yo quien se lo
hacía cuando vivía en esa casa.
-Tuve que aprender porque mi hermoso novio me dejó a cambio de un
piso de soltero-me dijo mientras terminaba de hacer el nudo.
- ¿Hermoso, eh?
Ella puso los ojos en blanco.
-Regresemos o todo el mundo sabrá lo que hemos estado haciendo.
Me hubiese gustado que todo el mundo lo supiera, así los niñatos se
mantendrían alejados de mi novia, pero me callé el comentario.
Dejé que ella volviese primero y me fumé un cigarro mientras tanto.
Sabía que a Noah no le gustaba que fumara pero si no lo hacía me
volvería loco.
Antes de regresar algo captó mi atención. Su ropa interior estaba tirada
bajo mis pies.
¡¿Se había ido sin nada debajo?!
Cuando regresé, con los nervios a flor de piel, la vi hablando con un
grupo de sus amigos. Había dos chicos en ese grupo y uno de ellos tenía
la mano puesta en su espalda. Respiré para tranquilizarme y me
acerqué a ellos. Por poco no empujo a ese idiota, pero Noah en cuanto
me vio pasó su brazo por mi espalda y apoyo el rostro en mi pecho.
Me calmé. Ese gesto había sido suficiente, aunque mis ojos se clavaron
fríamente en los del idiota ese. Me miró, se asustó y se giró para hablar
con otra chica.
- ¿Has visto a Lion?-me pregunto ella unos minutos después.