NOAH
Ya se habían ido casi todos los invitados. Jenna estaba saludando a mi
madre y Nick se estaba fumando un cigarro con Lion en la parte de
atrás. Miré a mi alrededor; al desorden que había quedado tras la fiesta
y agradecí por primera vez tener alguien que limpiase la casa todos los
días. Cuando estaba a punto de girarme para ir en busca de Nick, su
padre, Will me detuvo junto a las escaleras.
-Quería darte un regalo de mi parte-dijo con una sonrisa tímida, una
sonrisa muy parecida a la de su hijo.
-Will, no tenías porque comprarme nada, ya lo sabes-dije un poco
avergonzada.
-Claro que si-contestó sacando una caja pequeña cuyo envoltorio me
pareció familiar en cuanto lo vi.
Cartier. Mierda.
Cogí la pequeña cajita y observé los bonitos pendientes de oro blanco
que habían colocado con cuidado sobre la pequeña superficie de
terciopelo. Debían de haber costado una fortuna, al igual que el
colgante de Nicholas.
Levanté la mirada y vi la cara de Will, estaba tranquilo, sereno, como si
fuese algo que hiciese todos los días... no pude evitar compararlo con el
rostro de Nicholas, su nerviosismo cuando esperaba a que abriese su
colgante, a que le dijese que me encantaba; para Will regalarme unos
pendientes caros no suponía ningún esfuerzo, lo hacía continuamente
con mi madre, que la llenaba de regalos caros y joyas bonitas.
-Muchas gracias, Will, me encantan, son preciosos-dije cerrando la
cajita y poniéndome en puntillas para darle un beso en la mejilla. Mi
relación con William no era mala, a diferencia que Nick, que apenas
podía soportarlo, William me trataba como si fuese su hija, y aunque no
era el típico padre cariñoso, ni muy dado a largas conversaciones, sabía
que al menos me tenía aprecio... el problema era que no trataba bien a
mi novio, y eso era algo que no me hacía ni pizca de gracia.
- ¿No te los pones?-me preguntó con una sonrisa un segundo después... y
fue justo ahí en ese momento cuando sentí su presencia detrás de mí.
- ¿Qué es eso?-preguntó Nick.
Sus manos me rodearon por detrás y no pude verle la cara cuando fijó
sus ojos en la cajita que tenía entre mis dedos.
-Unos pendientes que le he regalado a Noah-dijo William sin poder
evitar fruncir el ceño, era una costumbre que tenía cada vez que Nick
aparecía y esa expresión se hacía más profunda cuando sus manos
estaban sobre mi cuerpo.
Sentí como Nick se tensaba tras de mí.
-Noah no utiliza pendientes, ni siquiera tiene hechos los agujeros.
Mierda, Nicholas, cállate.
William clavó su mirada en mis orejas descubiertas y creí ver decepción
en su rostro.
-Lo siento, Noah-dijo con pesar-No me había dado ni cuenta.
- Tranquilo-dije sonriendo, e intentando hacer que la tensión que se
estaba creando entre los tres no fuera a más-Ahora ya tengo una excusa
para hacérmelos-sonreí y bajé la mano para coger la de Nick. -Tengo
que despedirme de mis amigos, luego nos vemos Will.
William asintió y se fijo en Nicholas por unos instantes; no me hacía
falta volverme para saber que Nick había estado observándolo con
mara cara todo este tiempo.
- ¿Es una broma?-soltó entonces fulminando la pequeña cajita que tenía
entre mis dedos. Era ridículo que se molestara por esto, pero podía
llegar a comprender su enfado. Había querido ser el único en regalarme
una joya por mi cumpleaños y había sido justo su padre el que había
tenido que estropearle el detalle.
-Nick, son solo unos pendientes-dije cogiéndole la mano y tirando de él
hacia fuera. Por suerte ya no había nadie, solo quedaban Jenna y Lion
por irse, así que le arrastré hasta que quedamos tras una de las
columnas del porche, ocultos de los demás.
-No quiero que te los pongas-me dijo serio-Y mucho menos que te
agujerees las orejas por él, no ni hablar.
Respiré hondo varias veces. No quería volver a discutir, hoy se estaba
comportando como un crío y estaba llegando al límite de mi paciencia.
-Nicholas, para, esto es ridículo, son solo unos pendientes, no tiene nada
que ver con tu regalo, el tuyo es especial, es lo más bonito que me han
regalado nunca y significa mucho porque viene de ti-dije mirándole a los
ojos.
Él pareció sopesar mis palabras por unos instantes hasta que un atisbo
de sonrisa apareció en sus labios.
- ¿Lo vas a llevar siempre?-me preguntó entonces. Una parte de mí
comprendió que para él aquello era muy importante, de cierta forma
había puesto su corazón en ese colgante y sentí un calor intenso en el
centro de mi pecho.
-Siempre.
Sonrió y me atrajo hacia sí. Sus labios rozaron con infinita dulzura los
míos, con demasiada dulzura. Me adelanté para profundizar el beso
pero me sujetó quieta donde estaba.
- ¿Quieres más?-me preguntó junto a mis labios entre abiertos. ¿Por qué
no me besaba como Dios manda?
Abrí los ojos y me lo encontré mirándome. Sus iris eran espectaculares,
de un azul tan claro que me causaba escalofríos.
-Sabes que sí-dije con la respiración acelerada y los nervios a flor de
piel.
-Vente esta noche conmigo.
Suspiré. Quería ir pero no podía. Para empezar a mi madre no le hacía
gracia que me quedase a dormir con Nick, y la mayoría de las veces que
lo hacía era porque le mentía diciendo que estaba en casa de Jenna, y
además tenía que estudiar, esa semana tenía cuatro exámenes finales y
me jugaba todo si suspendía.
-No puedo-dije cerrando los ojos.
Su mano bajó por mi espalda con cuidado, en una caricia tan delicada
que se me pusieron los pelos de punta.
-Sí que puedes, y empezaremos donde lo dejamos en el jardín-dijo
alcanzando mi oreja con sus labios.
Sentí mariposas en el estómago y el deseo crecer en mi interior. Su
lengua acarició mi lóbulo izquierdo para después sus dientes ocupar su
lugar...quería irme... Pero no podía.
Me aparté, y al abrir los ojos y fijarme en los suyos sentí un escalofrío...
había echado de menos esa mirada oscura, ese cuerpo que a la vez que
me intimidaba me proporcionaba una seguridad infinita.
-Ya nos veremos, Nick-dije dando un paso hacia atrás.
Sus ojos me escrutaron entre divertidos y molestos.