NICK
Yo me encargué de llevarlas al aeropuerto. Mi padre se despidió en
casa, ya que tenía que irse a trabajar. No me hacía gracia tener que
pasar mi última hora con Noah estando su madre en el asiento trasero
del coche, pero otra vez tuve que tragarme lo que pensaba. Aquel viaje
no me hacía ni puta gracia, ya lo había dejado claro pero no había nada
que yo pudiese hacer.
Miré de reojo a Noah, que estaba callada y pensativa en su asiento.
Había insistido en traer al dichoso gato con ella, y lo acariciaba
distraídamente mientras miraba por la ventana.
Estiré el brazo y le cogí la mano para llevarla a la palanca de cambios.
Sentía un vacío en el pecho y odiaba sentirme así, joder era un mes, no
sería para tanto ¿desde cuándo me había vuelto tan jodidamente
dependiente? Aquello no podía ser, no podía volverme loco por no verla
durante un mes, necesitaba llevarlo con más calma, esta separación
sería una prueba para ver como sobrellevábamos estar separados.
La miré de reojo y me sonrió, aunque vi tristeza en sus ojos.
Su madre estaba con una inmensa sonrisa en el rostro, tan contenta
como si nada. ¿Por qué para ella no era un problema estar un mes
separa de su marido? No lo comprendía e inconscientemente apreté con
más fuerza la mano de Noah.
Cuando llegamos al aeropuerto de LAX, aparqué en el aparcamiento y
bajé las maletas mientras la madre de Noah conseguía un carro para
poder poner las maletas. Noah se acercó a mí, deprisa, y me besó en los
labios.
- ¿Qué haces?-dije intentando sonar divertido, aunque no lo estaba.
-Besarte antes de que mi madre vuelva-me dijo. ¿No pensaba besarme
cuando estuviésemos dentro con su madre?
Me guardé mis opiniones para mí, sabiendo que la besaría tantas beses
como me diera la gana y donde me diera la gana.
Media hora después ya habíamos despachado las maletas y la madre de
Noah insistía en entrar ya a la puerta de embarque.
Aún faltaba una hora para que saliese el avión, pero aquella mujer era
exasperante.
-Mamá, ¿te importa ir entrando? necesito estar un momento con
Nicholas antes de irme-le dijo a lo que su madre la miró con el ceño
fruncido.
Me miró a mí, luego a Noah y por ultimo al gato. Su manera de mirarlo
con el ceño fruncido me despertó la vena protectora.
Es nuestro gato.
Finalmente se despidió de mí y se fue, dejándonos solos.
Le pasé un brazo por los hombros y la atraje hacia a mí. La besé en lo
alto de la cabeza mientras nos dirigíamos a paso de tortuga a los
detectores de metales.
-No debería sentirme tan triste, Nick-me dijo entonces.
Bajé la mirada y la observé fijamente. Joder, es verdad, no deberíamos
estar tan abatidos, era un mes, había parejas que no se veían durante un
año entero, no quería que Noah se fuese triste, no quería verla sufrir, y
menos por algo que supuestamente debía hacerla feliz. Me recriminé
haberle insistido tanto para que se quedase, si hubiese apoyado ese viaje
desde el principio a lo mejor ahora no estaría tan abrumada, y no
tendría esa tristeza en la mirada.
-No lo estés, pecas-le dije abrazándola contra mi pecho. N, maulló
molesto al estar apretujado entre los dos.-El calor que hace en España
es genial, y la Torre Eiffel es preciosa, te va a encantar-dije y una
sonrisa apareció en su rostro.-Nos vemos cuando vuelvas, te estaré
esperando con el bicho este.-le dije señalando a N.
-Por favor, cuídale, Nicholas, ni se te ocurra olvidarte de darle de comer,
y no le des más vino para beber, por Dios santo-me dijo entonces
realmente preocupada.
-Solo fue una vez, y al gato le encantó-le contesté pinchándola.
Puso los ojos en blanco, y abrazó al gatito contra su pecho.
-Toma, cógelo-me dijo dándomelo. Lo cogí con una mano, y con la otra
le cogí el rostro a Noah, atrayendo sus labios a los míos.
-Te amo-dije después de saborear sus labios por última vez en un mes.
Una sonrisa apareció en su rostro.
-Yo más.
Vi como se marchaba sintiendo un nudo en el estómago. Su pelo largo
recogido en una cola alta, sus piernas embutidas en un pantalón corto,
iba a volver locos a los tíos con los que se cruzara. Respiré hondo
intentado tranquilizarme. Ahora solo estábamos N y yo.
Con solo entrar en casa ya me entró la bajona. Dejé al gato suelto para
que hiciese lo que le diera la gana y observé el apartamento con
nostalgia. No tenía ni idea de que haría estas cuatro semanas sin ella;
era consciente de que mi vida había cambiado de una forma
inimaginable, ni si quiera podía recordar lo que era estar soltero y sin
alguien a mi lado, bueno sí que podía recordarlo, pero era como si
estuviese viendo a través de un cristal poco definido, como si hubiese un
antes y un después de Noah Morgan.
El piso estaba impecablemente arreglado, Noah no es que fuese una
maniática de la limpieza pero el día antes de marcharse se puso un poco
histérica y arrasó con cualquier cosa que no estuviese en su lugar, algo
raro y que solo hacía cuando estaba estresada de verdad, lo había
comprobado a lo largo de estos últimos meses.
Me ponía nervioso saber que estaba a diez mil kilómetros de distancia,
atravesando el país en este mismo instante, dirección Nueva York,
puesto que hacían escala allí antes de salir hacia a Italia.. Nunca le he
tenido miedo a los aviones, a lo largo de mi vida he cogido más de los
que puedo recordar, pero ahora que Noah era la que estaba allí arriba...
me sorprendía comprobar la de imágenes y pensamientos terribles que
cruzaban mi cerebro. Que el avión, tuviese una avería, que cayera en
medio del agua, que hubiese un atentado... las posibilidades eran
infinitas y tuve que servirme una copa, desesperado por calmar el miedo
que sentía en el centro de mi cuerpo.
Cinco horas y una botella de vodka después, el sonido de mi teléfono me
despertó del sueño inquieto en el que me había sumido sin siquiera
darme cuenta. Me desperté, desorientado al principio, y con la cabeza
dándome vueltas.
- ¿Nick?-dijo su voz al otro lado de la línea.
- ¿Habéis llegado?-pregunté intentando centrarme. Joder, estaba
completamente borracho, pero la presión que había sentido en el pecho
había desaparecido nada más oír su voz.
-Sí, estamos en el aeropuerto, este sitio es inmenso, me da mucha pena
no poder parar e ir a visitar la cuidad, tiene que ser increíble-. Noah
parecía contenta, y eso me animó un poco, aunque ya la echaba de
menos.
-Me pido Nueva York-solté y entonces comprendí que no me había
explicado bien. Al otro lado de la línea Noah soltó una risita.