NICK
Tardé un poco más de diez minutos en salir del despacho y librarme de
Jenkins. El muy cabrón no dejada de insistirme en que era un idiota si
rechazaba el puesto que me habían ofrecido en Nueva York, que tenía
que aceptarlo, que eso impulsaría mi carrera, etc. La cuestión era que a
él le venía de perlas porque se libraría de mí y encima tendría vía libre
para escalar en la empresa de mi padre, mataría dos pájaros de un tiro,
y por esa razón fue que perdí tanto tiempo cuando sin sorprenderme me
encontré el despacho vacío, aparte de Sophia.
- ¿Hace cuanto que se fue?-le pregunté deteniéndome en la puerta.
-Hace cinco minutos, pero, Nick-dijo obligándome a detenerme y volver
a mirarla. Algo en su tono hacía que lo hiciese-Le conté lo de Nueva
York y creo que no se lo ha tomado nada bien.
- ¿Qué has hecho qué?
Sophia me devolvió la mirada con nerviosismo.
-Pensé que habíais estado discutiendo por eso, lo siento, he metido la
pata, no era mi intención...
«Joder»
Salí del despacho y fui directamente al parking. Me subí al coche y tomé
el camino a la facultad.
No podía creer que se lo hubiese contado, este tema estaba zanjado, no
sabía cómo hacerle entender a la gente que no me interesaba, que no
pensaba irme a ninguna parte. Sophia se había puesto especialmente
pesada cuando le había dicho que no pensaba marcharme, no estaba
loco, sabía la oportunidad que estaba rechazando pero no me
interesaba, no pensaba dejar a Noah aquí, ni de coña, ni aunque me
contratasen de la Casa Blanca. Jenkins me había dado la vara desde que
se había enterado, diez minutos diciéndole que no me iba a ninguna
parte y el contestándome que era un completo idiota. Y encima ahora
tenía que enfrentarme a Noah, en un punto de nuestra relación que
estaba siendo catastrófico. La situación ya se nos estaba yendo de las
manos.
La llame para decirle que iba a su apartamento, la llame para
explicárselo pero como costumbre suya, ignoro todas y cada una de mis
llamadas. Aparqué a los quince minutos frente al bloque de pisos y me bajé sopesando la manera de explicarme y evitar que todo esto avivase
las cosas que ya me había echado en cara. Lo ultimo que quería era que
ese tiempo que no dejaba de pedirme se agrandase hasta quien sabe
cuándo.
No sabía porque había ido al despacho, es más, creo que era la primera
vez que la veía por allí, algo tenía que haberla impulsado a ir a
buscarme, y maldita sea, para cuando me había necesitado se había
topado con que supuestamente yo me plateaba irme al otro lado del
país.
Maldita Sophia por irse de la lengua.
Llamé a la puerta tres veces y esperé a que me abrieran. No fue Noah
quien lo hizo.
«Mierda.»
-Leister-dijo Briar con voz melosa. Estaba vestida con un camisón que
apenas la cubría, el pelo rojo recogido en un moño en lo alto de la
cabeza y esa sonrisa que me traía malos recuerdos.
- ¿Está Noah?-dije mirando tras su espalda y apenas prestándole
atención.
-En su habitación-se limitó ella a contestarme mientras se apartaba y me
dejaba entrar.
Bueno, no había sido tan difícil. La ignoré hasta ir a la habitación de
Noah pero al abrir la puerta me la encontré vacía.
Al girarme, Briar me observó con una sonrisa diabólica en el rostro. Se
había sentado en la encimera de la cocina y el camisón se le había
subido por los muslos.
-Se me olvido que no estaba... lo siento, tengo mala memoria.
La ignoré y me fui directamente hasta la puerta. Cuando fui a abrir vi
que la puerta estaba cerrada.
Cerré los ojos intentando que mi cabreo no se apoderase del poco
sentido común que me quedaba.
-Abre la puta puerta.
-Sigues siendo igual de mal hablado que siempre.
Se bajó de la encimera y abrió la nevera.
-¿Te apetece una cerveza?-dijo y sus ojos me recorrieron de los pies a la
cabeza-O mejor te ofrezco otra cosa... creo que tu época de cervezas a
quedado atrás ¿me equivoco?
Lo último que quería en ese instante era tener un enfrentamiento con
esta chica. Joder, había intentado ignorar el hecho de que Noah vivía
con ella, pero sabía que tarde o temprano iba a terminar
encontrándomela. Solo había esperado que no fuese hoy.
-Briar, no pienso entrar en tu juego, ni hoy ni nunca, abre la puerta.
Apoyó su espalda contra le encimera y se sacó las llaves del sujetador.
- ¿Las quieres?-susurró de forma lasciva-Ven a buscarlas.
En menos de tres zancadas la tuve delante. Sus ojos verdes, salvajes, me
observaron con diversión, pero yo sabía lo que había detrás de eso.
Briar me odiaba y con razón.
-Dame las llaves, Bri-dije conteniendo la respiración-no quieres jugar
conmigo, sabes que no puedes.
Mis palabras consiguieron que la sonrisa de sus labios desapareciera.
-Pensaba que no volvería a verte.
Cerré los ojos intentando calmarme.
-Ni yo... y menos esperaba que estuvieses viviendo con mi novia; Briar...
no puedes contarle nada ¿me oyes?
La amargura cruzó sus facciones y me quedé momentáneamente
callado.
- ¿Te preocupa que lo que pueda contarle le abra los ojos, Nick?-dijo
disimulando, como sabía yo muy bien que hacía; Briar Palvin era
experta en tener miles de caras distintas. Yo había descubierto todas y
cada una de ellas.
Si Noah se enteraba...
De repente sentí miedo.
-La quiero-dije intentando que viera que estaba siendo completamente
sincero.
Mis palabras fueron recibidas por una mueca desagradable.
-Tú no sabes querer a nadie y mucho menos a esa chica. No te la
mereces.
Sabía Dios que no me la merecía. No necesitaba esto, no ahora, no
quería remover recuerdos antiguos, no quería volver a sentir la
culpabilidad de entonces. Había dejado atrás todo eso, lo dejé justo
antes de regresar a vivir con mi padre, un año antes de conocer a Noah.
Debería haberme fijado en quien era la compañera de Noah antes de
alquilarle el apartamento, pero Briar no debía estar aquí, se marchó, se
marchó y juró no regresar, ¿Qué demonios estaba haciendo aquí otra
vez?
-Puede que tengas razón, pero estaré con ella hasta que ella diga lo
contrario.
Briar me observó con incredulidad. Su mano se levantó y me rozó la
mejilla con sus dedos.
-La quieres-lo dijo como si eso fuese algo imposible- ¿Cómo pude pensar
que tú serías diferente?
Cuando su mano empezó a acariciarme el pelo, le cogí la muñeca y la
forcé a apartarse.
- No soy la misma persona que conociste hace tres años; he cambiado.
Una sonrisa se dibujó en sus labios carnosos.
-El que nace siendo un hijo de puta, muere siendo un hijo de puta, Nick.
Tiré de ella con fuerza, perdiendo los papeles durante tres segundos
infinitos.
Con mi otra mano la obligue a soltar las llaves y entonces di un paso
hacia atrás, respirando hondo y procurando tranquilizarme.
Volví a fijar mis ojos en ella y un pinchazo de dolor y culpabilidad
borraron la ira.
-Se que no te va a servir de nada... pero siento lo que te hice, siento de
verdad lo que pasó.
-Que te sientas culpable te hace sentir bien a ti, Nicholas, no a mí. Ahora
lárgate.
No tuvo que pedírmelo dos veces.
Estuve horas paseando con el coche y buscándola al mismo tiempo. Fui
a su antiguo apartamento, al de Jenna, incluso me pasé por casa de mi
padre. Al no ver su coche aparcado en la puerta decidí quedarme frente a su apartamento a esperar. Ya eran entradas las diez de la noche
cuando apareció y la vi bajar de un coche que no era el suyo. El lugar
donde yo había aparcado estaba oculto de su vista, pero lo que me hizo
salir del coche casi de un salto fue el tío que cargaba con Noah hasta la
puerta.
Mi corazón dio un vuelco.
- ¡Eh! -Grité con el corazón en un puño- ¡Apártate de ella!
Llegué hasta la puerta para ver como Noah se tambaleaba y se sujetaba
a los brazos de aquel hombre; un hombre que no había visto en mi vida.
Mi respiración se volvió trabajosa y mi mano voló casi sin pensar hasta
coger la camisa de ese imbécil y apartarlo de ella. Noah se inclinó
peligrosamente contra el suelo y me apresuré en sujetarla contra mi
costado.
Joder estaba borracha.
-Tú debes de ser Nicholas-dijo el tío arreglándose la camisa y dando un
paso hacia atrás. Entonces otro chico, más joven, apareció junto a este.
-Eh, eh tranquilizaos vale-miré al chico rubio, más bajito que el otro y
con una arruga de preocupación en el rostro-somos sus amigos, tío,
apareció en mi casa en este estado hace una hora o así, solo nos hemos
ofrecido a traerla a casa, yo soy Charlie, estamos en la misma clase, y
este de aquí es mi hermano, Michael, él es su...
-Psicólogo-dije entre dientes.
Dejé de prestarles atención para coger el rostro de Noah y fijarme en
cuál era su estado.
-Estoy bien...-dijo balbuceando.
Y una mierda.
-Yo me encargo de ella-dije levantándola contra mi pecho y
encaminándome hacia las escaleras, pero una mano me agarró del
brazo deteniéndome.
-Está así por tu culpa, no creo que quiera que seas tú el que se encargue
de ella.
Me volví a fijar en el psicólogo. Alto, joven y sus ojos clavados en mi
novia.
- ¿Te estás ofreciendo voluntario?