Capítulo 16: La remordida Agatha
Podrías no haber cuidado de mi hermana de sus verdugos, pero no te preocupes, he llegado para corregir los errores del juego y escribir nuestra propia victoria
— ¿Agatha? —susurró Freya luego de tomar el diario de su madre y volverlo a guardar en el baúl—. ¿Estás segura? —Katrina asintió con vehemencia, incapaz de disimular su excitación y el temblor en su voz—. ¿Como doncella de reemplazo?
— Parece que sí, me dijo que el rey ordenó que ella sea la doncella…Se la quitó a la reina, milady.
— Esto es inusual. ¿Por qué el rey querría cambiar a la propia doncella de la reina? Y, más importante aún, ¿por qué a ella?
Katrina parecía igual de desconcertada.
— No tengo idea, milady, pero ella está en la salita. ¿Se verá con ella en un rato?
— Mmm —pensó—. No, será en este momento —Freya tomó aire.
Katrina asintió, visiblemente intrigada, y señaló hacia la puerta que llevaba a la pequeña sala contigua. Sin perder tiempo, Freya cruzó el umbral y se adentró en la estancia. Agatha estaba allí, sentada en una butaca de aspecto antiguo, sus ojos posados en el umbral mientras las manos se movían inquietas entre sus faldas. Al ver a Freya, Agatha se levantó de un salto. La observó y soltó un suspiro ahogado.
— Milady —dijo la mujer.
— Encantada de conocerte … Yo … Mi nombre es Freya y tú debes ser la sustituta de Sandra.
— Así es milady —respondió la mujer con la cabeza agachada—. Por órdenes del rey estaré a su disposición hasta que Sandra se encuentre en buenas condiciones para servirle.
Agatha, con una formalidad que contrastaba con la intención de Freya, se esforzaba por mantener una distancia respetuosa. La joven, con una timidez que no cuadraba con su posición, intentaba parecer querer romper el hielo con amabilidad, deseando un trato diferente al que tenía Agatha con su anterior señora.
— Oh, muy bien, espero que te sientas cómoda aquí …
— Agatha, milady.
— Agatha.
La respuesta de Agatha fue afable, pero manteniendo los límites de la formalidad, asegurando su compromiso de servir a Freya con la mayor dedicación.
— Estaré para servirla, milady.
— Llámame Freya, por favor.
— Oh —exclamó la mujer con los ojos abiertos—. Temo decirle que no podría tutearla, el rey me ha informado de su singular … situación, alteza.
— Ya veo —susurró Freya mirando de reojo a la doncella más joven—. Supongo entonces que debiste conocer … Bueno, a la princesa Aldara para que el rey para que el rey te confíe esta … Mentira —dijo en tono tranquilo y bajo para evitar que su voz llegase o pasar las paredes.
Aun con la cabeza agachada, los ojos de Agatha se hicieron notar, elevándose hacia arriba, viendo por breves segundos el rostro de Freya.
— No estoy autorizada para responderle a esa pregunta, alteza.
— ¡Ay, por favor! —soltó Freya, hecho que hizo que la piel de la mujer vestida de doncella se encrespara—. Mírame, por favor, me haces sentir muy incómoda.
— Me disculpo, alteza.
— Por favor, levanta la mirada, es como si no supieras que hasta mi vida vale menos que la de una cucaracha.
Katrina, detrás de Freya, tosió, sin embargo se disculpó inmediatamente.
— A-alteza —la voz de Agatha vaciló—. Las órdenes fueron claras, tratarla como a la hija del rey, una princesa.
— Por favor, no es necesario mantener tanta formalidad entre nosotras —suplicó Freya, tratando de parecer inocente, aunque la doncella de su madre no era uno de sus objetivos, debía mantener el papel de hija de comerciantes y sirvienta.
— Lo siento, alteza. Las órdenes del rey han sido muy claras en cuanto a su tratamiento. Debo respetarlas.
El tono de Agatha era firme, aunque sus ojos reflejaban un atisbo de empatía.
— Entiendo que las órdenes son importantes, pero, por favor, solo por un instante, permíteme ser solo Freya. Es tan cansado interpretar el papel de la princesa Aldara, todos los protocolos, todo lo que debo aprender…Realmente necesito un respiro.
Agatha vaciló por un momento.
— Las reglas no permiten tal distinción, alteza. El rey ha instruido...
Freya dejó escapar un suspiro.
— Será imposible discutir esto contigo, ¿verdad? —La doncella bajó la cabeza—. Puf, entonces, ¿qué es lo que te han ordenado exactamente? ¿Solo suplir a Sandra?
— Así es, alteza. Será por un breve tiempo, luego de ello volveré a mis antiguas obligaciones.
— Uuum. ¿Y se puede saber qué es lo que hacías antes de esta orden del rey?
— Es la doncella de la reina, milady —contestó Katrina, ganándose una atenta mirada por parte de Agatha, quien parecía querer callarla.
— ¿Es eso cierto?
— Efectivamente.
— ¿Y sabrás el motivo por el cual el rey le quitó a la doncella a su esposa?
— Alteza, yo simplemente cumplo órdenes. Sin embargo, no puedo decir que la reina Gadea esté feliz con esta decisión tan repentina.
— ¿No es extraño? ¿Por qué el rey interferiría de tal manera en los roles del palacio? —murmuró Freya, con un dejo de curiosidad.
Agatha guardó silencio por un instante, meditando sus palabras con cautela, antes de responder.
— Alteza, las decisiones del rey son inescrutables. No corresponde a mí cuestionar sus acciones.
La respuesta de Agatha resonó con una serenidad, en su intento por enmascarar cualquier indicio de preocupación, no pudo evitar mostrar una ligera tensión en su voz, un atisbo de inquietud que captó la atención de Freya.
— Comprendo que debes obedecer las órdenes, pero es intrigante. Si eres la doncella de la reina, ¿cómo se sentirá su majestad respecto a esta "suplencia"?
El semblante de Agatha se oscureció ligeramente, revelando un atisbo de preocupación que intentaba disimular tras su serena expresión.
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Editado: 03.02.2024