KAYLEE HAMILTON.
— Por favor Mamá, te prometo que no me saco en ningún momento los guantes. —Desde hace una semana le vengo suplicando a mi Madre que me deje empezar la escuela como los demás chicos.
Pero se sigue negando a la idea.
Tiene miedo de que por error enamore a personas que no estén destinadas.
Ya hace un año nos dimos cuenta de que con los guantes puestos, no puedo enamorar a nadie.
— No entiendo porque tantas ganas de asistir a la escuela este año.
— Estoy harta de vivir encerrada, sin poder hablar con nadie.
— Si acepto, prometes no quitarte por nada en el mundo los guantes.
— Lo prometo.
— Está bien, hoy mismo te inscribo.
Sin poder evitarlo me lanzó a sus brazos.
— Gracias, gracias, gracias.
Le doy un beso en la mejilla y salgo corriendo a mi habitación para preparar la mochila.
(…)
Llegó la hora.
Hoy vuelvo a la escuela.
Ya estoy en la entrada, nerviosa por entrar.
La última vez que estube con personas, fue cuando tenía diez años.
Desde entonces no he vuelto a interactuar con los humanos.
Respiro ondo y entro al colegio Saint Marie.
Veo chicos llendo de acá para allá a gran velocidad.
Tanto que me marea.
Perdí un poco la constumbre.
Doy vueltas mirando a todos lados fascinada.
Extrañaba todo esto.
Cuando me doy cuenta ya estoy en el suelo con un chico encima mío.
Tengo su rostro muy cerca.
— Tené más cuidado. —Hablo levantándose y limpiando sus pantalones.
— Pero vos me chocaste.
— Porque vos estabas en mitad de camino.
Me miro frunciendo el ceño, con evidente molestia.
Por qué se enoja si fue él el que me chocó.
— Tendrías que ser más amable, ya que vos te me tiraste encima.
— No tengo porque ser amable con una Barbie como vos.
— Sos un desagradable.
— Vos no sos muy linda que digamos.
Me doy la vuelta dispuesta a irme pero su mano me detiene.
— A mí nadie me deja hablando sola, nena.
Sonrio de lado.
— Pues me alegra saber que voy a ser la primera.
Me suelto de su agarre y ahora sí logro irme.
Dejando a ese idiota hechando humo por las orejas de lo enojado que debe estar.
(…)
Salgo del salón.
Aún me siento un poco incómoda estando con tantas personas.
Voy a la cafeteria, luego de pagar mi comida me siento en una mesa vacía.
— ¿Puedo? —Levanto la mirada.
Es un chico.
Es una buena persona.
Lo puedo ver.
Eso es otra cosa que puedo hacer.
Puedo ver el aura de las personas y también puedo persibir cómo se sienten.
Puedo percibir que está nervioso.
— Si, claro.
Sin decir nada se sienta en frente mío.
— Soy Alan, ¿Vos sos la nueva no?
— Si, soy Kaylee.
Luego de eso ninguno dice nada.
Al levantar la cabeza veo al chico se hoy mirándome.
— Alan. —Lo llamo.
— ¿Si?
— ¿Cómo se llama ese chico? —Lo apunto.
— Ese es Jayden, lo llaman el anti-cupido.
Anti-cupido.
— ¿Por que anti-cupido?
— Supuestamente es por qué odia a cupido, ya que cada relación que tuvo lo terminaban engañando.
¿Me odia?
Eso no es mi culpa.
Mamá no me dejaba emparejar a nadie, hasta que aprende a controlar mi poder o tenga dieciocho años.
Para lo cual falta poco.
En tres meses es mi cumpleaños y voy a lograr que Jayden no me odie.
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Editado: 23.08.2020