Al día siguiente el titular rezaba: "Fiesta de la vindimia es arruinada por una horda de cerdos", la noticia culpaba a uno de los vecinos del sector, cuyas vallas se encontraban en mal estado, de modo que los animales pudieron escapar sin dificultad. Obviamente, no iba a llamar al periódico para que corrigieran la información. Jamás me creerían que en realidad había sido Eros, el dios griego, quien envió los puercos a Hermes, para salvar el pellejo de su novia, quien se jugaba la vida contra Apolo.
Los asistentes tampoco parecían ser conscientes del suceso sobrenatural que ocurrió frente a sus narices, la mayoría aseguraba haberlo pasado bien durante la fiesta, pero no recordaban demasiados detalles y solían culpar al alcohol de su amnesia.
—Es extraño, jamás había bebido tanto —comentó Agnes en el almuerzo, ese mismo día lunes.
Fran y yo nos miramos, pero acabamos por seguirle la corriente.
—No puedo decir lo mismo —señalé con fingido pesar.
—Las fiestas te hacen retroceder en el tratamiento —advirtió ella, con preocupación.
—Es inevitable, así son los vicios —dije, restándole importancia.
—Hoy tienes sesión, ¿no? —preguntó Fran, a lo que yo asentí—. Bueno, con Agnes podemos ir a practicar arquería más tarde, ahora que contamos con una campeona entre nosotras.
—En realidad, hoy no puedo. Como parte del taller de literatura tenemos una actividad de cuentacuentos. Yo me inscribí en la biblioteca pública, y debo ir a leerle a los niños a comienzo de cada semana —explicó.
—Suena interesante —comenté.
—Suena aburrido —habló Nick, llegando junto a Agus y Sandra a nuestra mesa, cargando sus bandejas con comida—. Nosotros hoy tendremos entrenamiento y luego, comenzaremos a estudiar para los exámenes, solo quedan unas semanas y se pasan rápido.
A veces parecía increíble que en medio de todo el caos provocado por los dioses griegos, todavía tuviera que anotar en mi agenda responsabilidades típicamente humanas.
—De acuerdo, entonces yo me dedicaré a sembrar el caos por ahí —anunció Fran. No necesitó dar explicaciones para entender a qué se refería, este año, gracias a ella, la tasa de natalidad iba a dispararse.
—¿Dónde está Ann? —preguntó Agnes.
—Preparando su campaña, estamos a días de las elecciones y su candidatura sigue en riesgo —contestó Sandra.
Aunque la idea de Jane había sido un éxito, todavía no lográbamos limpiar por completo la imagen de nuestra candidata, luego de las opiniones malintencionadas que se virtieron por redes sociales.
—Mañana es el debate, ¿cierto? —inquirí.
Ella misma me confirmó.
—Yo digo que deberíamos aprovechar la oportunidad y hacer que Ada pase la vergüenza de su vida —propuso—. ¿Recuerdan los cerdos? A que el dueño no nota la ausencia de uno o dos.
—Lo único que no olvidé de ese día fue mi desayuno —respondió Agustín.
—Liz es de por allá, podría ayudarnos a encontrar los cerdos.
La idea me tentaba, y yo era mala resistiendo tentaciones. Pero esta vez, el miedo de verme envuelta otra vez en un problema con el Olimpo fue mayor.
—No creo que resulte —contesté.
—¿Y entonces que hacemos? —Insistió.
Me encogí de hombros.
—Ya se nos ocurrirá.
Creí que el debate sería un evento tranquilo. Bueno, dentro de lo que se podía esperar con dos candidatas que estaban mezclando sus vidas personales con la política, pero fui demasiado inocente al pensar que ningún dios metería sus narices.
Todo cambió cuando reconocí a Eris, moderando la mesa.
—Liz, ¿esa no es tu querida vecina? —murmuró Fran, a mi lado.
—De "querida" no tiene nada —refuté.
La diosa tomó el micrófono y dio inicio al encuentro.
—Bienvenidos al primer debate de la escuela para elegir a la próxima directiva. Espero que sea una pelea limpia. —Se escucharon un par de risas—. Ahora, la primera pregunta, Ada, ¿qué opinas de la estrategia de tu adversaria, que básicamente ha consistido en presumir a su novio por redes sociales y organizar una fiesta masiva?
Ya sabía yo que no se había ganado el título de "diosa del caos" jugando con barbies.
—Me parece una estrategia política barata y populista, ofrecer un placebo al pueblo para olvidar los problemas reales de nuestra carrera y que el nuevo centro de estudiantes sólo tendrá un año para soslayar. Una presidenta que desde el día uno de su campaña sólo se preocupa de pasarlo bien no augura un gobierno serio —contestó Ada con seriedad.
—Por Dios, ¿quién le preparó el discurso? —masculló Sandra, a mi lado.