Curando a Hannah

Capítulo 4

—¿Una entrevista? —abrí mis ojos ante semejante proposición de este semejante hombre.

Luego de haber actuado, tuve que aceptar su invitación a una copa. Tuvimos una conversación y pudo sacarme de los monosílabos. Era muy inteligente, no me extrañaba que fuera un magnífico escritor. Todo iba medianamente bien hasta que me propuso hacer una entrevista personal, muy personal, en su programa.

—Sí, una entrevista. Sería muy interesante ¿no crees? —me miró con una ceja levantada mientras bebía de su whiskey. Se veía ardiente de esa manera.

Hannah Steel para ya.

—Tendría que consultarlo con mi manager—dije para darle largas. No quería tener esa entrevista porque no quería abrirme con nadie. No era plato de buen gusto que alguien supiera de mi vida. —Tengo mucho trabajo y no creo que pueda…

—Oh, no te preocupes por eso—me interrumpió. —Ya he hablado con él mientras que estabas en el escenario y está totalmente de acuerdo

Claro, estaba de acuerdo porque sabía que se iba a beneficiar a costa mía y no podía dejar pasar la oportunidad. Suspiré mirando mi vaso de Martini. Mordí mi labio pensando en que hacer, no quería hacerlo pero sí Jerry me pillaba negándome, podía tener consecuencias y mi salud mental no estaba para más sobresaltos. Quité mis ojos del vaso y lo miré. Me estremecí al ver que me miraba con la misma intensidad que la otra noche y quise salir corriendo de allí como la cobarde que era.

—De acuerdo—dije al fin. —¿Cuándo sería?

Él esbozó una pequeña sonrisa que me puso nerviosa y respondió:

—En el mes que viene que es cuando empieza la segunda temporada del programa. Escogeremos un día, el que tú quieras, para grabarlo y se emitirá en otro.

Lo miré confusa.

—Creía que el programa se emitía en directo.

—Seguro que creerás muchas cosas que no son ciertas—murmuró con la voz enronquecida.

Desvié mis ojos de los de él y tosí sintiéndome incómoda.

—Entonces, ¿el día que yo quiera? —dije cambiando de tema.

Soltó un suspiro.

—Sí—respondió. —Te harán un listado de todas las preguntas que te voy a realizar y tendrás el derecho de tachar las que no quieras que te haga.

—¿Y no lo harás?

—No lo haré.

Volví a morderme el labio con nerviosismo. ¿En que me estaba metiendo? Había hecho muchas entrevistas, pero eran sobre mi vida profesional y no sobre la personal. Siempre que me hacían ese tipo de pregunta, la evadía contestando otra cosa para cambiar de tema. Pero en esta no podía hacer eso. Tendría que contestar todo. El lado bueno era que podía eliminar las preguntas que no me gustasen. Ojalá pudiera tacharlas todas.

—Hablaremos de todo un poco. De cómo ha sido tu vida hasta el día de hoy, de tu profesión,... Menos de lo que tú no quieras.

Lo dijo con tanta sinceridad que tuve que creerle. Asentí entendiéndole.

—¿Has pensado alguna vez en hacer una carrera en solitario? —me preguntó de pronto.

Reí sin gracia.

—¿Hemos empezado con la entrevista y yo no me he enterado? No sé porque dices eso—dije contrariada.

Esta vez fue él quien rio. Su risa provocó escalofríos en mí y me sentí estúpida en ese momento.

—Solo simple curiosidad—se encogió de hombros. Ese simple gesto lo hacía de manera muy sexy. —Tienes mucho talento como para estar en un grupo.

—No tengo tanto—negué con la cabeza. —Y no tengo pensado salir del grupo, no podría hacerlo aunque quisiera.

Cuando acabé la frase supe que había hablado demasiado por la cara de seriedad mezclada con confusión que puso.

—¿Qué quieres decir con eso? —me preguntó mirándome a los ojos.

Pensé rápido y respondí:

—Tengo miedo escénico y estar en un grupo me hace sentir más cómoda—eso era cierto pero no era la respuesta a su pregunta.

Él me miró deseando ver a través de mí.

—¿Por qué siento que no me dices la verdad?

Dios, si era así con una simple pregunta, no me podía imaginar cómo era en una entrevista entera. Ya me estaba arrepintiendo de haber aceptado.

—Es la verdad—dije firme.

Negó con su cabeza.

—De todos modos, tienes demasiado talento como para desperdiciarlo en un grupo.

—No lo desperdicio—fruncí mi ceño.

—Sí que lo haces.

Me estaba enfadando. Hablaba de cosas que no tenía ni puta idea y se daba el lujo de opinar. No debía enfadarme ya que no sabía absolutamente nada de mi vida, pero no podía evitar molestarme un poco.

—Me tengo que ir. Mi representante hablará con usted más a delante—me levanté de la silla sin darle tiempo a reaccionar. —Gracias por la copa.

 

(…)



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En el texto hay: musica, pasion y deseo, drama

Editado: 09.10.2018

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