Querida Iris,
Mis padres conocen la reputación de su familia, puesto que han hablado con mucha gente de aquí antes de decidir mudarse. No me atrevería a mentirle y decirle que esto no ha tenido nada que ver en cuanto a decidir si aceptar o no las disculpas.
Mi formalidad en estas palabras lejos está de tener que ver con el tiempo que llevamos en nuestra amistad. Simplemente me contenta la forma en que lee estas cartas.
No, no la estoy espiando. Solo que el otro día pasé frente a su casa y la noté sentada en el porche con un papel entre sus manos. Noté de inmediato que se trataba de la hoja que utilizo para escribir mis cartas, así como también noté la ligera sonrisa en su rostro mientras avanzaba en su lectura.
Amelia