Querida Iris,
No debería disculparse por expresar cómo se siente. Yo también a veces me siento atrapada en esta vida.
Al igual que a usted, me gustaría abandonar las caricias furtivas debajo de la mesa en su casa, las visitas nocturnas cuando sabemos que todos duermen y los escondites que memorizamos para encontrarnos con libertad.
A veces siento que nuestra autonomía se limita en esto que mencioné y las cartas. Pienso en el futuro y me pregunto qué será de nosotras y de estas palabras.
Suya,
Amelia