Dama A Reina Historias Alternativas

Capítulo 4 - Porque Lo Amo, Su Majestad

Su reunión tuvo lugar en un lugar tranquilo y sereno.

"Ha pasado tiempo, su Majestad."

Petronilla saludó a Lucio con una sonrisa especialmente hermosa.

Lucio sabía que esto era un sueño, pero el miedo que impregnaba su cuerpo decía lo contrario.

Tragó con fuerza y la sonrisa de Petronilla solo se hizo más grande.

"Tome asiento, por favor, su Majestad."

Dijo Petronilla.

"..."

Lucio no podía negarse.

Era una petición de una persona muerta.

Además de eso, era una petición de alguien que él había matado.

"¿Has estado bien?"

Preguntó Petronilla.

Al escuchar esa pregunta, Lucio comenzó a dudar si esta era la reina, no, la reina muerta que había conocido.

La Petronilla con la que él estaba familiarizado no actuaría de forma tan elegante y serena con el hombre que la había matado.

Lucio esperaba que ella lo destrozara en el momento en el que lo viera.

Incluso se había preparado mentalmente para dejarla hacerlo.

Sin embargo, eso no pasó.

Dentro de todas las posibilidades que Lucio había imaginado, esta no era una de ellas.

Lucio no podía evitar sentirse desconcertado.

"¿Por qué... me harías tal pregunta?"

Preguntó Lucio.

"Porque estoy curiosa. Dado que lo amo, su Majestad."

Dijo Petronilla con una sonrisa.

"Siempre me sentí curiosa. Ustedes dos siempre pensaron en mí como una molestia. Dado que ya no estoy yo, deberías ser feliz."

"..."

"¿Eres feliz ahora?"

"...Sí."

Respondió Lucio con honestidad.

"Sí. Soy feliz ahora."

"Ya veo."

Dijo Petronilla con una sonrisa.

"Lo lamento."

Dijo Lucio.

"..."

"No importa lo que diga, solo sonará hipócrita. Te conocí mediante esta relación, pero si no lo hubiera hecho, entonces tú..."

"Cállate."

Esas palabras salieron instantáneamente de la boca de Petronilla.

Su cara lucía feroz.

Un cambio radical en comparación con la sonrisa serena que había tenido antes.

Lucio fue tomado desprevenido por el cambio tan súbito, pero hizo lo que le dijeron y mantuvo su boca cerrada.

Petronilla habló con expresión amenazante y voz fría.

"Si sabes que estás siendo un hipócrita, entonces cállate."

"...Reina."

"No, no."

Dijo Petronilla.

La sonrisa helada de Petronilla hizo que Lucio sintiera un escalofrío recorriendo su espalda.

"Ya no soy más tu reina. ¿No es cierto?"

"..."

"Tú fuiste quien me destronó. ¿¡Cómo... cómo podrías...!?"

Ante el tono furioso de su voz, Lucio no pudo hacer más que permanecer en silencio.

Sintió como si estuviera siendo oprimido por el espíritu.

No, él sabía que ella tenía razón.

Su ira estaba justificada, al igual que los pecados de Lucio.

Si ese era el caso, ¿Entonces quién era el culpable en esta situación?

¿Quién tenía permitido estar enojado?

"¿Cómo te atreves a llamarme 'Reina'?"

"...¿Quieres qué me disculpe?"

"Una disculpa."

Bufó Petronilla.

La expresión en su cara era de pura incredulidad.

"Entonces, dame la disculpa que quiero, majestuoso Emperador. Nuestro precioso Sol del Imperio."

"..."

"Esta relación que tenemos no es feliz. Es una desgracia. ¡Una horripilante desgracia! ¡Digamos qué te perdono! ¿Pero qué hay sobre mi... mi pobre hermana menor y mis padres? ¿Cómo planeas disculparte con ellos?"

Exigió Petronilla.

Lucio no dijo nada.

Porque no había forma de disculparse con ellos.

Lucio tragó con fuerza de nuevo.

Petronilla continuó escupiendo palabras hostiles hacía él.

"Me preguntaste qué si quiero una disculpa, ¿Verdad?"

"..."

"Sí. Yo quiero una disculpa. Una sincera."

Murmuró Petronilla.

"La disculpa que quiero de tu parte es la destrucción de Rosemond."

La palabra 'destrucción' cargaba con un gran peso.

Lucio miró a Petronilla con ojos enrojecidos y ella lo miró devuelta con una expresión feroz.

"¡Si Dios no va a castigarte, entonces yo lo haré! ¡Petronilla! ¡Lo haré! ¡Personalmente!"

Maldijo Petronilla.

Petronilla se acercó a Lucio con suma rapidez y lo agarró por el cuello.

Sus manos poseían una fuerza que no debería haber sido posible para una mujer.

Lucio comenzó a asfixiarse olvidando completamente que todo esto era un sueño.

"¡Muere! ¡Muere! ¡Muere!"

Dijo Petronilla continuamente.

"Ngh... Reina, por favor..."

"¡MUEREEEE!"

"¡AAAH!"

Lucio despertó entre gritos.

Su respiración era tosca y áspera, como si de verdad hubiera estado siendo estrangulado.

"Maldita sea... de nuevo."

Lucio trató de calmarse dejando salir el aliento que no sabía que había estado conteniendo.

¿Cuántas veces había tenido ese mismo sueño?

El mismo sueño y la misma respuesta.

Repentinamente, la líder de las damas de compañía entró a empujones pensando que era otro episodio.

"¿¡Se encuentra bien, su Majestad!?"

El pánico la invadió cuando vio el sudor frío recorriendo la frente de Lucio.

"Yo... traeré a su Majestad la Reina."

"No, está bien."

Jadeó Lucio.

"No es como esa noche. Solo tuve un sueño extraño."

"Ah..."

"Solo tráeme un vaso de agua."

"Sí, su Majestad. Seguiré sus órdenes."

La líder de las damas de compañía dejo la habitación. Lucio, quien ahora estaba solo, secó suavemente el sudor frío de su frente con un pañuelo.

Cada vez que tenía este sueño, de verdad se sentía extraño.

"Debo haber estado forzándome mucho últimamente."

Lucio desechó ese pensamiento.

No quería aceptar lo mucho que la maldición de una mujer muerta lo estaba afectando.

***

"Su Majestad el Emperador ha estado teniendo sueños extraños últimamente."

Comentó Glara.

Mientras tanto, Rosemond estaba ocupada poniéndose un collar.



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En el texto hay: traicion, trama, romance

Editado: 02.08.2024

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