"...¿Qué?"
Dijo Janet desconcertada antes de poder contenerse.
Sin embargo, Alisa se limitó a señalar a Lucio tumbado en la cuna y a repetir sus palabras.
"He dicho que me gustaría llevarme a este niño."
"Pero su Majestad, este niño aún está..."
"De todos modos, pensaba adoptarlo cuando creciera, pero he decidido acogerlo antes."
Dijo la Reina.
"Todavía no ha sido destetado, su Majestad."
"¿Lo está amamantando usted misma? Una niñera puede hacerlo, ¿Qué importa?"
Janet pensó que se volvería loca ante la inflexible negativa de Alisa.
Se imaginó que algo así ocurriría ya que la Reina no tenía un hijo propio.
Pero Lucio no tenía ni un mes.
Ni siquiera había pasado un mes desde que estaba bajo su cuidado.
Janet intentó razonar con ella.
"Su Majestad, no digo que no vaya a entregarle a mi hijo. Pero al menos, permítame tenerlo durante un año."
"¡¿ Tu hijo?! Cuida tus palabras."
Espetó Alisa con fiereza.
"¿A quién llamas hijo?"
"Su Majestad..."
"Este niño será reconocido como mi hijo en la historia. No va a ser tu hijo."
La voz de Alisa se elevó a un grito febril, y Janet cerró la boca sin querer.
Todos en el palacio sabían que Alisa era sensible a este tema.
La Reina se sometió a un examen de salud hace medio año, y se concluyó que era infértil.
El médico imperial fue asesinado por transmitir la noticia, y desde entonces el carácter de Alisa se volvió cada vez más tiránico.
El hecho de que nunca pudiera tener el hijo de su amado la volvía loca.
Si no podía tener un hijo ella misma, entonces le quitaría el de otra persona.
"Llevad a ese niño al palacio de la reina inmediatamente."
Ordenó Alisa con dureza a las sirvientas que la atendían.
"Sí, Su Majestad."
Janet cayó de rodillas.
"Su Majestad, por favor... por favor, no puede hacer esto."
Suplicó, pero Alisa la ignoró y salió de la habitación de Janet con Lucio.
Janet, ahora sola, comenzó a llorar.
Su oponente era la mujer más valiosa y noble del reino.
No había nada que ella, una simple concubina, pudiera hacer.
***
"Sucio niño."
Murmuró fríamente Alisa mientras miraba al balbuceante Lucio en la cuna.
"Ya que vienes del sucio linaje de tu madre, no serás diferente."
Aunque se lo había llevado, se le retorcía el estómago al verlo.
Justo cuando estaba a punto de dejar de lado al bebé, una sirvienta se apresuró a entrar en la habitación.
"Su Majestad, su Majestad el Emperador viene hacia aquí."
Anunció la sirvienta.
"¿Qué?"
Al oír las palabras de la sirvienta, la fría expresión del rostro de Alisa cambió por completo.
Ordenó a las sirvientas que la ayudaran a cambiarse de vestido y a arreglarse el pelo mientras se rociaba con un perfume de fuerte olor.
Tanto el bebé como las sirvientas tosieron a causa del olor, pero Alisa no les prestó atención y se limitó a esperar atentamente al Emperador.
"Su Majestad el Emperador ha llegado."
Tras el anuncio, las puertas se abrieron y entró el Emperador con una expresión rígida.
Alisa se levantó de su asiento, con el corazón agitado.
En ese momento, probablemente parecía una joven feliz por haber visto a su primer amor, pero para el Emperador, que ya conocía su verdadera naturaleza, no parecía nada de eso.
En cuanto el Emperador entró en la habitación, olió el potente perfume de la reina y luchó contra las ganas de vomitar.
Entonces vio a su hijo en la esquina de la habitación y palideció.
"Reina."
Dijo en tono de sorpresa.
"Sí, Majestad."
Respondió Alisa.
"¿Es ese Lucio al que estoy viendo allí?"
"Sí, su Majestad. Estás en lo cierto."
"¿Has perdido la cabeza? ¿Cómo has podido tener al niño en medio de esta asquerosa nube de perfume?"
"..."
Ante el repentino reproche, Alisa quedó desconcertada y dudó antes de ordenar a una sirvienta que sacará a Lucio de la habitación.
Una sirvienta mayor obedeció sus órdenes y sacó al niño, dejando solos a Alisa y al Emperador.
"He oído que has robado al hijo de la baronesa Eveard."
Dijo secamente.
Hubo dos cosas que irritaron a Alisa al escuchar esa breve frase.
Número uno, el hecho de que esa humilde mujer recibiera un título nobiliario como el de 'Baronesa Eveard' por ser la concubina del Emperador la irritó sobremanera.
Y número dos, Alisa no robó ese niño.
Ese niño era suyo desde el principio.
Cualquier hijo del Emperador era hijo de su esposa, la Reina.
No importaba de qué cuerpo naciera.
Sin embargo, ¿Afirmó que ella lo 'robó'?
"Su Majestad, es mi hijo."
Refutó inmediatamente Alisa.
"..."
"Sólo sigo lo que está escrito en las leyes de nuestro reino. Esa mujer no es más que una simple concubina. Todos los hijos de su Majestad son, por extensión, mis hijos, pues soy su esposa. ¿Me equivoco?"
"¿Dices entonces que vas a criarlo?"
"¿Cree que soy incapaz de hacerlo?"
"Si soy sincero, sí."
Dijo el Emperador.
"¡Su Majestad!"
Exclamó Alisa, dolida.
"Su falta de fe en mí me hiere."
"Es algo que puedo suponer basándome en cómo sueles actuar."
"Confío en poder criarlo bien, su Majestad."
"..."
El Emperador miró a la Reina con ojos insatisfechos.
Aunque fuera el Emperador, no podía devolver un hijo suyo a su madre biológica cuando ni siquiera había un precedente.
Las palabras de Alisa eran innegablemente correctas.
Mientras Alisa lo quisiera, podría reclamar a Lucio como su hijo en cualquier momento.
Sería diferente si tuviera un hijo biológico propio, pero lamentablemente era una mujer estéril.
El Emperador dio un suspiro.
"Pienso hacer de ese niño el príncipe heredero."
Dijo.
Editado: 02.08.2024