Damnare Vultus

Capitulo 21

Cuando he terminado de alistarme voy a la sala mientras me hago una cola de caballo, veo a Arael en la puerta, esta viendo sus zapatos mientras tararea una canción, sonrio ante la escena y hago un sonido con la garganta para avisarle que estoy aquí.

Apenas me mira la sonrisa superficial que tenía en el rostro se le borra y me mira como atontado por unos segundos.

- ¿Qué? -pregunto mientras veo si tengo alguna mancha en la ropa.

- Nada... -dice en un tono muy bajo y desvía su mirada-. Me recordaste a alguien que conocí.

- Claro... -digo sin creerle-. Pues ya podemos irnos, quiero ir al cine, la última vez fui con... alguien importante pero puedo conformarme contigo.

- Eso ha dolido -dice  mientras abro la puerta y salgo-. Tengo sentimientos.

- ¿Donde? -pregunto divertida.

- Eres malvada -dice viéndome con los ojos entrecerrados-. Cierto, tu madre estuvo aquí en la mañana -dice y me detengo al escucharlo pero luego de unos segundos continuo mi camino hacía el elevador-. Me puse nervioso, ella me da un poco de miedo, creo que como suegra me daría pánico. He decidido abrirle la puerta, lo bueno es que la sangre que posee tu familia le ha permitido verme y le he dicho que el departamento era mio.

- ¿Dante estaba con ellos? -niega con la cabeza y me alivia saberlo.

- Arael... -esta vez si me mira cuando lo llamo y siento una presión en el pecho, mis labios no se mueven-. Necesito preguntarte algo al final del día -digo y él afirma con la cabeza.

Paseamos lo que queda de la tarde y la noche caminando por la cuidad tras haber visto la película, las personas se me han quedado viendo raro porque estoy hablando sola, prácticamente, nadie puede ver a Arael de todas formas, excepto algunos niños.

Ahora estamos en algún tipo de cafetería que me resulta cálida y rustica, además de que fue aquí donde Samuel me pidió ser su novia, sé que sueno como una niña, una mujer despechada que jamás superara a su prometido, tal vez algún día lo haga, solo tal vez, lo ame y lo amo y no sé cuanto tiempo más lo amare, posiblemente jamás dejare de hacerlo, su compañía siempre me hacía sentir tan bien, yo sabía cuando el mentía y viceversa, me comprendía tan bien, siempre me hizo sentir como una persona normal, amaba cada parte de mi piel, recuerdo el día en el que beso las cicatrices que alguna vez tuve en mi espalda, las cuales han desaparecido ahora que tengo alas.

- Bueno, ya que estamos en tan encantador lugar me dirás que quieres saber, ¿cierto? -afirmo con la cabeza dándole una sonrisa entusiasta.

- ¿Es cierto que lo que tengo en la sangre es un castigo de los ángeles? -es lo primero que pienso.

- Prácticamente -dice afirmando mi teoría-. En realidad no -dice al final soltando una pequeña risa-. No es tan malo como parece -me acomodo en mi lugar en la espera de todas las respuestas a mis preguntas-. Hace mucho tiempo, no sé exactamente hace cuantos años o décadas una de tus tatara abuelas se caso con un ángel, ella podía ver a los espíritus malos, también a los ángeles, él trataba de ignorarla cada que ella le hablaba de algo, por lo que tengo entendido a ella le daba pena tenerlo siempre, prácticamente, en su sombra mientras él estaba solo, con el tiempo se empezaron a hablar más y se enamoraron.

- Eso es lindo, no entiendo el problema.

- Los ángeles guardianes no pueden estar con las personas de las cuales resguardan -dice viendo hacia la ventana triste-. Más que todo por que los hijos que nazcan de esas relaciones poseen la sangre de ángeles, algunos de estos llegan a ser muy poderosos y había ángeles que no estaban para nada a favor de que existieran humanos mejores que ellos, Laana tu sangre no esta maldita.

- ¿Dices que tengo mala suerte por una relación mal vista? -digo confundida.

- No, escucha... debido a que tu familia posee esta sangre no se les permite tener guardianes, por muchas razones, además de que prácticamente ustedes son ángeles, los poderes que tienen sirven como protección pero nunca se les da la información necesaria o a tiempo para que entiendan como usarlo, los protege de las personas pero también los aleja.

- Eso es cierto... -digo moviendo mi café con una pequeña cuchara.

- Laana... -lo miro y su rostro tiene un gesto de miedo, pone una de sus manos en mi mejilla mientras dejo que salgan unas cuentas lagrimas-. ¿Porqué lloras? 

- Es que, me siento tan confundida, feliz y asustada, tus palabras han destrozado todos los muros de odio que me guardaba a mi misma y ni siquiera sé como me siento, todo lo que me dijo mi abuela termina de encajar un poco, parece que ella tampoco sabía bien todo el problema, pero es lindo, ¿sabes? Que luego de tantos años temiéndome, odiando no comprender tanto de mi, ahora esta capa de paz y respuestas me llena. Debe sonar espantoso pero si, he sentido lo que es odiarme hasta lo más profundo, dañe a alguien y siempre temí lastimar a más, mi tía dice que esa personas se lo merecía pero no logro recordar mucho de lo que paso.

- Puedo hacerte recordar -dice mostrándome la palma de su mano-. Solo tomala y piensa en que quieres recordarlo -acerco mi mano pero la aleja cuando estoy por tocarlo-. Si lo olvidaste es posible que sea porque lo que paso fue algo muy malo, ¿segura quieres recordar eso? 



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En el texto hay: angeles, demonios, cadena

Editado: 06.03.2019

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