Damons

CAPÍTULO 6

Pasada la conmoción por mi aura brillante ―que evidentemente yo no podía ver―, me encerré en mi cuarto mientras todos se descargaban con Axel de algo que realmente no podía comprender

Pasada la conmoción por mi aura brillante ―que evidentemente yo no podía ver―, me encerré en mi cuarto mientras todos se descargaban con Axel de algo que realmente no podía comprender.

Me puse los auriculares y me desligue de ese problema gravísimo que todos describían y me dispuse con la laptop a buscar información sobre los demonios de Infratierra para saber de ellos. Pero la mayoría de los foros de seres mitológicos no me esclarecía una definición realmente de lo que buscaba.

En un blog hallé algo asemejado a la realidad y lo leí detenidamente:

Los súcubos son demonios que poseen siempre el aspecto de una mujer de belleza extraordinaria, piel perfecta y cabello oscuro o rojizo. Posiblemente, el mismo aspecto de Lilith, Reina de la Oscuridad y la Noche, de quien se cree que descienden todos los demás súcubos.

Se esconden tras esta atractiva fachada para conseguir atraer y tentar a los mortales que se cruzan en su camino. Su única misión es atraer primero para atormentar después.

Sus movimientos son ágiles y precisos. Su forma de caminar es muy seductora y cuentan con una gran presencia y carisma. Ese tipo de carisma que fascina y casi deja hipnotizado a su interlocutor, aunque un espectador avispado podría saber que se trata de un demonio por ese destello en su mirada de oscuro y enfermizo deseo.

El demonio íncubo es la contrapartida masculina del súcubo. Un hombre joven, muy atractivo y fuerte que seduce y atrae generalmente a mujeres, a las que atormenta de la misma manera que suelen hacerlo los súcubos.

Existe la teoría de que estos demonios son descendientes de ángeles caídos que han degenerado en succionadores energéticos. Aunque también se dice que, en realidad, los íncubos y los súcubos son el mismo tipo de demonio, que adopta la forma de hombre o mujer según los gustos de su víctima.

Cerré la laptop de golpe y llevé mis rodillas a mi pecho, contrariada y asustada. Yo no podía convertirme en un súcubo, no tenía nada de mí en la descripción, no poseía ningún tipo de atractivo anormal y estaba segura que jamás lo conseguiría.

Y atormentar a las víctimas... Eso era perverso.

Intenté imaginarme las atribuciones en Seth, en sus ojos tan oscuros y siniestros como la noche, en el deseo perverso que se ocultaba en ellos, tan profundos y abrumadores. Explicaba muchas cosas que me atraían de él en un primer lugar. Y muchas otras que Ari me había advertido de él.

You know I'm no good de Amy Winehouse comenzó a sonar en los auriculares y me recosté a mirar el techo.

Aún no hablaba con ella y esperaba que pasara algo de tiempo hasta que se compusieran mis ideas. Pero no podía evitarlo, es decir, ¿desde cuándo estaba ocultándomelo todo? ¿Desde cuándo nos ocultábamos cosas? Desde que nos conocíamos lo habíamos compartido todo, cada momento de nuestras vidas. Mudarnos de sitio nos había separado, nos había cambiado definitivamente y ahora no sólo hablaba por su relación con Logan, sino de todo lo que ocurría entre nosotras.

Intentó hablarme cuando volví con Axel al departamento pero la evité. Necesitaba tiempo y sabía que ella lo entendería; me conocía, eso es lo que más me había herido, era una traición. Lo hubiese esperado de todos menos de ella, estábamos juntas en esto desde siempre.

Oí dos golpecitos en la puerta antes de que el rostro de Seth apareciera detrás.

―Vete, no quiero ver a nadie ―gruñí volviendo a recostarme sobre en la cama.

―Sé que no quieres pero hay algo que tengo que hacer justo ahora ―curiosa alcé la vista hacia él en el momento en que cerraba la puerta y se acomodaba junto a mí en la cama. Su atención puesta sobre la laptop―. ¿Repentinamente volvieron tus ánimos para investigarme?

―Siempre piensas que todo gira alrededor de ti, qué deprimente.

Seth colocó el portátil sobre la mesita junto a la cama y se recostó junto a mí sin previo aviso.

― ¿Qué tienes que hacer para mandarte a la mierda después? ―Reproché, harta de sus cercanías que me tensaban tanto como un cableado eléctrico. Necesitaba paz en esos momentos para pensar y Seth complicaba tanto las cosas.

―Mírame ―pidió y me volví hacia él a regañadientes.

Sus ojos eran tan profundos y oscuros como las sombras que habían estado a mi lado toda mi vida. Tenían un brillo particular sin embargo ahora, uno que me tentó a estudiarlo con atención. El iris se volvía verdoso, opiáceo a medida que se acercaba a mí con lentitud y su electricidad característica me abordaba como en escalofríos, uno a uno.

Su rostro estuvo tan cerca del mío, tan desgarradoramente cercano a mis labios, que entre mis ideas más delirantes bailó la de atraerlo ese centímetro que nos separaba para hacer contacto con sus labios.

»No hay razón para que te enfades conmigo ―continuó capturando algunos mechones de mi cabello, enredándolos entre sus dedos. Mi mente divagaba entre la electricidad que recorría mi cuerpo―. Yo no soy tu enemigo.

La mano que sostenía los mechones de mi cabello rojizo se deslizó por mi mejilla y la sentí tan cálida sobre mi piel. En un movimiento veloz se colocó a horcajadas sobre mí y contuve el aliento, envuelta en el trance de ese momento. Pero entonces esa palabra se deslizó en mis recuerdos y parpadeé.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.