Damons

CAPÍTULO 7

Cuando regresé al departamento fue para la hora de almorzar y realmente deseaba estar sola luego de pasar la mañana con Bruce y Lori. Para mi increíble suerte, Ariadna no estaba y los chicos tampoco daban noticias de ellos.

Sabía por las llamadas que Ari me había dejado, que estaban buscándome, pero no tenía intenciones de dar mi paradero, al menos no aun cuando la esperanzadora paz reinaba en mi departamento.

Preparé una comida rápida con lo que había en la nevera casi vacía. Tenía que hacer las compras, pero entonces me pregunté de qué forma obteníamos siempre comida y dinero para las cosas del departamento. Si lo tíos de Ariadna en realidad no existían, ¿cómo obtenía ella todo esto?

Quise golpearme la cabeza por lo distraída y confiada que había sido con ella durante toda mi vida; ni siquiera podía recordar una vez en que la hubiese enfrentado por algo que no comprendía de su vida. La respetaba tanto y ella sólo fingía, hasta podía haberse burlado de mi ignorancia.

Aparté mis pensamientos de ella para concentrarme en Viola. La primera vez que la relacioné con Axel fue porque sabía que ellos dos habían tenido algo juntos en un pasado cercano ―que si ella era inmortal ahora lo dudaba―; y mi reflexión sobre los hechos me había enviado a sospechar de ambos con respecto a los suicidios.

Por todos los cielos, apestaba como detective privada.

Pero aunque mi primera teoría no hubiese acertado, sí acertaba en la parte en que salían juntos, Ross me lo había dicho una vez en el campus. Seth y Axel se la habían disputado como si se tratase de un premio entre ambos. Pero sospechando de ella como lo estaba haciendo en esos momentos, no tenía sentido. Es decir, Axel me había confesado que ya no podríamos mantenernos cerca porque su aura celestial se adhería a mi piel haciéndome brillar de algún modo.

Los demonios no se familiarizaban con los ángeles, era historia antigua; pero si te descubrían con el aura de un ángel eras desterrado del Inframundo. En otras palabras, te decapitaban.

Y Viola era un súcubo en mis sospechas, ¿cómo podría haberse relacionado con Axel siendo un demonio? Las piezas no encaban en las historias que yo sabía.

¿Acaso me ocultaban más cosas? ¿Continuaban mintiéndome los que creí mis amigos? No, para nada, si siempre eran leales.

Ya enfadada con lo que mi cabeza estaba trabajando, me volví a dejar los restos de comida en la basura y fregué los trastos para ocultar mi estadía en el departamento. Aún me quedaba mucho por resolver en todo el lío de los inmortales y aún me quedaban varios lugares para visitar.

En mi cuarto me cambié la camiseta y me coloqué una chaqueta más abrigada que antes y volví a enredarme entre avenidas y cruces del pueblo. El aire frío de la temporada de otoño comenzaba a hacerle frente a lo que restaba del verano y empezaba a resentir el cambio de temperatura. Siendo más específica, extrañaba el mar resbalándose por mi piel y la espuma dándome cosquillas.

Mi memoria me traicionó cuando buscó imágenes específicas de Axel en el agua, su piel bronceada del verano tensándose mientras nadaba, sus brazos fuertes sosteniéndome en el mar, asegurándome junto a él mientras reía seductoramente. Oh, dios esa sonrisa me encantaba.

Se instaló un dolor punzante en mi pecho al recordar su sonrisa, el sonido, la expresión que embadurnaba esos rasgos. Las cosas habían cambiado, una relación con Axel podría convencer al Consejo de Infratierra de asesinarme y no sabía qué podría sucederle a él si lo descubrían con alguien como yo.

Aquello se sintió terrible en mis pensamientos. Era una mestiza, alguien que no podía relacionarse con ángeles o demonios puros, ser mestizo era lo último en la cadena social de los inmortales.

La cafetería que frecuentábamos con Ari, Lisa, Logan y Axel apareció en la esquina y giré por ella, hallándome justo en la entrada al bosque donde Lori había visto salir a Lisa el día anterior. Definitivamente no esperaba encontrarla ahí, pero necesitaba saber si habría dejado algo, una pista, un dato relevante o tal vez... un cadáver.

Por supuesto no le había dicho a Bruce o a Lori que vendría, los preocuparía o hubiesen insistido en acompañarme; y no estaba dispuesta a incluir a nadie más en mis líos.

El viento sopló fuerte sobre los árboles dándoles un aspecto siniestro y abrumador. Mi corazón aún se agitaba violento por la noche de la cueva pero necesitaba saber más, mi instinto de espionaje había vuelto a surgir buscando pistas; esta vez, las de Lisa.

La corriente eléctrica era la misma que surgía en mí cuando Seth estaba cerca, el olor a pinos y humedad de la habitación de Ari coincidía ahora con la descripción que ella me había dado, más no explicaba por qué un ángel como ella deambulaba por el bosque de sombras, prohibido por el dichoso pacto entre los inmortales.

Vagué libremente por el bosque y los alrededores buscando algo que aún no terminaba de definir en mi cabeza mientras recordaba partes de la conversación que había tenido el Consejo frente a mí.

Su indecisión para dejarme libre había sido por una antigua rebelión de mestizos contra el Consejo, una guerra que habían declarado contra todos los puros, y por lo que oí, el mayor sufrimiento se lo habían llevado los mortales. Pero no entendía qué clase de rebelión había ocurrido, ¿habrían asesinado a esos estirados y sanguinarios puros?

Recorrí un par de metros más en el interior y me detuve, no estaba segura de cuánto podría recorrer sin perderme en la espesura del bosque y me dejé caer un momento cuando ya no sentí deseos de moverme más. Las veces anteriores que me colé por esos lugares, las sombras me habían seguido para advertirme ―ahora lo sabía―, y por ello había tenido el afán de colarme esa vez, teniendo la seguridad que si estaba en peligro, viendo las sombras sabría que tenía que retroceder.




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