El viento agitaba mi cabello y era un verdadero desastre intentar acomodarlo. La tormenta no se había calmado afuera, pero al menos ya no llovía para mi suerte. Barro embadurnaba las calles y ni hablar del colchón de hojas secas que conducía al interior del bosque por aquellas instancias; era una extensión del mar que bordeaba la costa.
Las copas se movían en concordancia con el viento, y me erizaba la piel el sentir el frío colarse por mi sudadera. Me maldije por no llevar un abrigo sabiendo el clima de fuera pero ya no había tiempo. Seth se movía con velocidad y debía alcanzarlo si quería saber por qué había cancelado el entrenamiento.
A decir verdad, no era mi mayor prioridad en esos momentos, tenía mayores incógnitas en mi cabeza justo en aquellos momentos, como por ejemplo, el hecho de que Seth aún sentía deseos de asesinarme.
Pero estaba buscando excusas, lo sabía. Tan sólo necesitaba saber qué hacía Seth en el bosque en esos momentos cuando estaba segura que le gustaba gritarme y maldecir cada vez que me entrenaba en su estúpida clase.
El rugido del viento fue estremecedor pero lo suficientemente descontaminante el estrépito como para indicarme dónde se hallaba Seth, siguiendo su voz.
Hice acopio de mi maravillosa habilidad para escabullirme en lugares menos imaginados y me aferré a la corteza del árbol mientras él se detenía en medio de un rellano. Torció la cabeza, escuchando y dejé de respirar, no muy segura de si podía sentirme como yo sentía a Landon.
Pero entonces alguien más apareció. Su rostro moreno, de cabello negro brillante y ojos tan profundamente negros como los de Seth, se plantó enfrente con una sonrisa ladina y la perfecta mueca de resentimiento que haya visto jamás.
Y el mío crecía a zancadas, tenía ganas de matarla. Pero entonces la vi sonreír a Seth y aproximarse lo suficiente a él como para respirar de su aire. Una sensación caliente trepó por mi garganta y se estableció en mis mejillas. Mis puños se apretaron a cada lado y mordí mi labio para no ir tras ellos.
La situación era incómoda, bueno, para mí que los espiaba mientras ellos parecían hablar animosamente sobre algo. Lo peor era que desde mi posición no podía oírlos, y si me movía las hojas bajo mis pies crujirían lo suficiente como para darles a entender que los espiaba.
Pero al instante siguiente mi frustración por no oírlos se disolvió, así como mi bilis en mi garganta. La situación ocurrió en cámara lenta y en repetidas veces, como de esas películas en donde uno de los actores principales hace algo que sabe que desconcertará al público. Y el público era yo, y Seth besaba a Lisa.
Jadeé, retrocedí, casi tropiezo y casi intento correr para nunca más volver a tener contacto con ese maldito traidor, pero entonces mis pies estaban llevándome con ellos. No comprendía nada y tampoco necesitaba excusas ―aunque no las debería tener―, todo daba vueltas en mi cabeza.
Vi cómo Lisa devoraba los labios de Seth ―esos mismos que habían estado sobre mi piel en tan erótico contacto―, con sus manos atrayéndolo aún más a ella desde su sedoso cabello negro. Y vi a Seth, quieto, sin apartarse de ella como si realmente no fuese necesario, como si realmente no le importara nada más.
Yo no le importaba, nada de lo que sucedía entre nosotros lo era; y es que en realidad la casta de razas nos prohibía estar juntos... Pero no estaba en mis mejores cabales en esos momentos, no... Yo quería matarlos.
Lisa retrocedió cuando notó mi presencia y Seth se volvió sin un ápice de arrepentimiento en sus ojos; me enfureció.
―Debí suponer que no te quedarías en el departamento ―soltó con frustración.
¿¡Qué no me quedaría en el departamento!? ¿Era lo único que iba a decir? Maldito hijo de Lilith...
―En realidad quería hablar contigo, pero entiendo la importancia de que cancelaras el entrenamiento ―miré furiosa a Lisa, quien ahora poseía una sonrisa en sus labios―. No sabía que salías a recoger basura en tus ratos libres... ¿trabajo comunitario?
―Hola Selene ―suavizó su voz―, no te enfades, Seth y yo sólo estábamos... ―lo miró descaradamente acariciando los labios de él―... reponiendo energía.
Apreté mis labios con fuerza conteniéndome... Nunca lo había hecho, pero estaba realmente tentada a golpearla.
» ¿Y cómo has estado? La última vez que te vi ibas a ofrecérteme en sacrificio.
Apreté mis puños, di un par de pasos vacilantes y la miré fingiendo desconcierto.
― ¿Sabes? Yo no recuerdo la última vez que te vi ―Lisa enarcó las cejas, no entendiendo mi juego. Entonces estampé mi puño cerrado sobre su repulsivo rostro y la envié al suelo de barro con el impacto―, pero definitivamente con esto no se me olvidará la próxima vez.
Sonreí, pero por dentro tenía ganas de reírme a carcajadas, de soltar una risa siniestra como la del señor Burns de esa serie que me encanta.
Seth retrocedió y alzó las cejas con sorpresa, casi pude distinguir una sonrisa en su semblante y por un momento fantaseé con ella en mis pensamientos.
―Buen golpe ―reconoció.
―Eres un cerdo ―retrocedí. Sus ojos se oscurecieron.
―Te pedí que te quedaras ahí, ¿por qué nunca escuchas?
―Oh, lo siento, ¿querías privacidad con Lisa?
―Sí ―dijo entonces, y mi corazón dio un vuelco― la cité aquí porque sabía que tú no me seguirías aquí pero... no fue la ocasión.
― ¿Tú la citaste... aquí? ―Mi voz era un manojo de frustración, ira y sentimientos encontrados.