El humo se había convertido en una espesa neblina en el interior de la casa. Habían colillas de cigarrillos por donde mirara, no entendía en qué momento todos se habían vuelto unos desquiciados por la nicotina. El alcohol tampoco faltaba a nuestro alrededor, no terminaba de acabarse que volvían a reponer y el ambiente comenzaba a ser denso para todos.
―Toma ―me ofreció una Samuel, Logan.
La recibí pero no me volví hacia él, mi concentración estaba dispersa entre mis pensamientos.
Había pasado una semana desde que la líder Kenia me había pedido seguir a Seth, una semana desde que su auditoría le había devuelto la libertad al mundo. La cosa era que él realmente no había vuelto, no como antes, al menos.
Me evitaba. Seth era un ser siniestro y pocas veces lo comprendía, pero en esos días que buscó evitarme, sentí realmente cuán poco conocía acerca de él.
»Arden los ojos aquí, ¿cómo no les molesta? ―Se quejó Logan. Ari estaba en los baños―. Hasta el olor es capaz de descomponerme.
―Igual a mí.
―Tu amigo... ¿dónde lo dejaste? ―Alzó la voz para que lo oyera mejor. Me giré hacia él.
―No lo sé, se fue hace un rato.
― ¿Está bien así? ―Sonaba preocupado. Me encogí de hombros y bebí de la cerveza, realmente no estaba pensando en Landon en esos momentos; egoísta de mi parte―. Oye, ¿y tú?
Definir cómo me sentía en esos momentos era difícil, sobre todo porque mi mundo era un constante cambio que no paraba. Cambiaban mis amistades, cambiaba mi forma de pensar, de sentir, la energía en mi interior cambiaba mi forma de ver las cosas...
―Estoy bien ―corté. Logan esbozó una mueca―. ¿Debería ir a buscarlo?
―No lo sé, tú confías en él.
Logan era diferente al resto del grupo, pero sabía que se debía a que apenas teníamos contacto. Ari acaparaba cada segundo de su atención como una víbora. Y no es que me interesaba conocerlo en profundidad ―al parecer, ni yo misma podía terminar de conocerme―, pero al menos debía tener una idea de cómo era el chico con el que salía mi mejor amiga.
Asentí.
Landon y yo pasábamos mucho tiempo juntos últimamente. La distancia de Seth le había dado el lugar a Landon para entrenarme en las tardes luego del insti. Su presencia alteraba mi energía y la relajaba de algún modo divino. Le agradecía eso porque sin él mi cuerpo sería un saco de boxeo con todo lo que estaba sucediendo conmigo.
Había comenzado a acostumbrarme a él, a sus roces, sus ojos del color del mercurio eran asombros; su presencia a mi alrededor se sentía bien. Pero la inquietud de lo que había sentido con él en la cueva después de hablar con la líder aún me tenía pensando.
―Iré a ver si lo encuentro, de todos modos.
Dejé la cerveza sobre el mostrador y me moví por la ola de fumadores que se movía con lentitud a un ritmo de música demasiado rápido; todos concentrados en su propia diversión. Me preguntaba por qué nunca me sentí como ellos, nunca tuve los mismos interés ni me preocupé por lo mismo que los chicos de mi edad.
Había otras cosas en mi cabeza, desde mucho antes de conocer ese mundo de caos que ahora transitaba. Pero, ¿por qué? Yo era diferente; lo que me rodeaba era diferente, lo que me sucedía era diferente, y siempre había estado rodeada de cosas que no encajaban conmigo.
Mucho menos ahora que sabía que mis padres no lo eran realmente, que tenía una especie de hermana clon buscándome, que estaba atada a una energía iracunda y asesina que sobrevivía de la esencia vital de los mortales y que estaba entrenándome para ello.
Ella no había dejado de existir en mis pensamientos desde que supe que existía. Tenía una hermana, estaba viva, pero al parecer era peligroso que nos encontráramos.
Resoplé cuando el frío sonrojó mis mejillas afuera. La avenida casi estaba desierta a excepción de algunos estudiantes que bebían afuera. Debían estar realmente alcoholizados como para soportar las bajas temperaturas de esas horas. Fregué mis manos y exhalé dándome calor mientras examinaba a todos los que estaban fuera. Era cierto que confiaba en Landon ―después de todo―, había mantenido su promesa de no lastimar a los estudiantes. Pero no podía olvidar que era un demonio, y a veces su hambre podía con él. Más cuando estábamos separados.
Sólo había estudiantes ebrios afuera y una demandante oscuridad al otro lado que me incomodaba. Iba a volver a dentro cuando esa misma oscuridad pareció desvanecerse frente a mí, un halo de luz tenue se filtró por el sendero, dando a ver una delgada figura a través de ella.
El aire a mi alrededor se sintió espeso, frívolo mientras en mi interior el lazo de energía inestable hacía acto de aparición en la boca de mi estómago. En mis venas la sangre corría a toda prisa, el ritmo de mi corazón había cambiado y hormigueaba en mis extremidades.
La figura dio un paso al otro lado de la avenida hacia mí, y sentí el impulso de retroceder. Había vuelto. La figura que me perseguía desde niña nuevamente había vuelto para atormentarme. Pero, ¿de quién se trataba? Nunca le había permitido acercarse, nunca vi su rostro ni habíamos hecho contacto.
Sólo la veía en mis pesadillas, algo peculiar para tratarse de protectores. Recordé que Landon me había dicho que las sombras no poseían forma humana, sólo eran entes oscuros. Pero, esa definitivamente tenía cuerpo y caminaba hacia mí.
Pasé saliva y di un paso hacia ella. Era el momento de entender de qué se trataba, qué quería de mí. La observé inclinar su cabeza hacia un lado y di un nuevo paso. No sabía su sexo siquiera, ¿las sombras tenían género acaso? La última vez que la vi en el bosque me había parecido un hombre, pero ahora no podía estar segura.