La lengua de Seth no se hizo esperar ni un segundo en que le permití la entrada a mi boca. Fue sugerente, rítmico y seductor de una forma que no había conocido nunca. Sus manos estaban trepando mi cuerpo, tomando tanto de mi piel como le era posible y yo también quería tocar la suya, sentir su calidez, descubrir las expresiones de su cuerpo y oírlo gruñir.
Oh, demonios yo quería oír cuánto le gustaba que lo besara.
Pero Seth no me permitió hacerlo, y sabía que estaba tentándolo demasiado en mis provocaciones, pero no podía detenerme. No quería hacerlo.
Su mano demandante se enredó entre las hebras de mi cabello y tiró de él hacia atrás, explayando la tensión de su cuerpo en ese único beso embriagador. Las diferentes sensaciones eléctricas anudándose unas con otras en una tensión acumulable.
Jamás había sentido cómo la presión de toda esa energía podía estallar en mi cuerpo, cómo la adrenalina del acto podía llevar a cegarme por completo, sentir el ardor en mi piel expectante por conseguir más de ese néctar.
Llevé mis manos por debajo de su camisa y palpé impaciente su piel con ansiedad; de su garganta gorgojó un gruñido de excitación y fue más que suficiente para encenderme por completo.
Nunca había visto a Seth perder el control de esa forma.
Se movió impaciente junto a mí, permitiéndome acariciar tanto de él como yo quería, gruñendo por lo bajo y disparando toda ese electricidad a mi interior con la presión de sus labios contra los míos.
En un solo movimiento sentí sus manos sobre mis muslos y tiró de mí para acercarme a sus caricias, y gustosa lo permití. Entonces la electricidad se hizo imperiosa, necesitada y alarmante. Seth contuvo la respiración unos instantes antes de tomarme entre sus brazos y entrar en el departamento.
Entrada en la calidez del sitio ―aunque afuera estábamos incendiando nuestra propia hoguera―, él empujó contra mi cuerpo hasta la pared de la sala y presionó su cuerpo contra el mío. Una calurosa erección se marcó en sus leggins oscuros y se ajustó entre mis piernas con necesidad.
Ni siquiera estaba pensando la situación.
―Luz no sabes cuánto he esperado por esto...
Su gruñido fue de necesidad, sin despegar sus labios de los míos. Entonces utilizó su lengua y la dejó probar de la piel expuesta de mi cuello, clavícula y bailó entre la tela de mi campera. Seth tiró de ella y enterró su rostro en mi piel ardiente en deseo.
»Párame ahora... ―gruñó por lo bajo, y en el mismo instante alzó mis caderas para acomodarse sobre mí. Mis piernas rodearon su cuerpo y su erección se acomodó gustosamente en una parte sensible de mi cuerpo que repentinamente pedía a gritos atención también―... por favor.
―No ―jadeé cuando él lamió mi cuello y se presionó contra mí―. Por favor sigue.
La fuerza de su erección palpitando contra mí y sus persistentes gruñidos me tenían en un estado de ebriedad. Yo necesitaba explorar más, aún no terminaba de descubrir que se sentía del todo.
―Luz tú no quieres...
Tomé su rostro entre mis manos y jadeé por la necesidad de sus besos pero me contuve. Sus ojos eran un completo verde opiáceo y hermoso.
―Sí lo quiero, y quiero más.
Apenas una fracción de segundo más tarde él volvía a presionarse tomándome de los muslos y besándome desaforadamente. El calor a nuestro alrededor se hacía agobiante, envolvente y agotador buscando más de algo que realmente no conocía.
Jamás había ido más allá con nadie más que Jenks, y su piel se había incendiado de un bonito turquesa, incinerándolo lentamente.
Los recuerdos de esa noche llegaron bruscamente y la sensación de mareo no tardó en revolverme el estómago. La serpiente del Leviatán armando nudos y tensando mi lazo con Seth.
Él no pareció notarlo porque su atención sólo se centraba en devorar mis labios afanosamente. Pero repentinamente yo quería parar.
Él había tenido razón, yo no estaba lista, no quería llegar más allá de lo que sucedía. No con la idea que Eva había plantado en mi mente de asesinar a Jenks consumiendo su energía.
Cuando abrí mis ojos mi piel brillaba acaloradamente de un tornasolado que me impactó.
―Seth ―empujé, pero él no se detuvo―, oye...
El lazo en mi interior vibró cuando sentí su fuerza presionarme aún más contra él y el pánico se apoderó de mí. Seth me lo había advertido antes, no era su culpa...
Pero yo podía morir si continuaba.
Con mis manos sobre su pecho lo empujé tanto como pude pero Seth no respondió a mi demanda.
― ¡Seth, para! ―Me estremecí, entrando en pánico.
Entonces el estallido de la puerta nos tomó por sorpresa y luego de un destello de una brillante luz impoluta, Seth estaba en el suelo, contenido por Logan.
―Ahora veo tu prisa por rescatarla de ese lugar ―gruñó Axel con sus puños apretados. El filo de su mandíbula tiesa.
―Sabes que él no tiene la culpa ―advirtió Ariadna, quien se apresuró para sostenerme entre sus brazos, intentando calmarme.
¿Qué había sucedido? ¿En qué momento habíamos pasado de besarnos a correr el peligro de morir?
―Eso no quiere decir que no vaya a romperle la cara por intentarlo ―gruñó nuevamente Axel―, ¿por qué no dices simplemente de qué lado estás, maldito infeliz?
Axel estaba sobre Seth, jugando un papel que difícilmente le vería de nuevo.
―Axel... ―me liberé de Ari y me incliné junto a ellos―... Axel él no tuvo nada que ver en esto.
― ¿Ah no? ¿Realmente entiendes lo que pasó? ¿Sabes que si continuaba... si no llegaba a tiempo... habrías...?