Siento un ruido lejano, sé que es la alarma. Espero que deje de sonar con los ojos cerrados, si tengo suerte terminará pronto y yo podré seguir durmiendo.
- Ya entendí, tu ganas.- Estiro la mano hasta dar con el teléfono encima de la mesa de noche y apago la alarma.
Salgo de la cama prácticamente arrastrándome y en las mismas condiciones entro al baño.
Darme una ducha por lo menos me ha despertado, pero sigo con un humor horrible. Reviso mi celular mientras busco algo en el clóset para ponerme. Una notificación me avisa de un mensaje de mi madre. Llevo días sin hablar con ella, pero con todo lo que ha pasado con Alison y Diego lo había pasado por alto, lo abro para leer lo que me dice.
“Eleena, por si no lo sabes te compré un celular para poder hablar contigo. Si no fuera por tus abuelos no sabría nada de ti. Te agradecería que cuando tengas tiempo, porque me imagino que debes estar realmente ocupada como para no poder llamar a TÚ MADRE, me hicieras una llamada”.
El mensaje es de hace una hora.
“ Estoy bien, han pasado algunas cosas y se me pasó llamarte. ¿Cómo están? . Hace unos días que no sé de mi papá. Y solo para aclararlo, tú no me compraste el celular, me lo pagué yo trabajando las vacaciones pasadas.”
Regreso mi vista al clóset y elijo una blusa blanca de encaje y un pantalón oscuro. Me recojo el pelo en una trenza, debería cortarlo un poco. Cuando me estoy poniendo los zapatos siento el ruido del celular para avisarme de un mensaje.
“Estoy bien, ajetreada con todo el trabajo. Tengo una nueva clienta que me tiene loca, cuando pienso que ya voy a terminar cambia de idea y tengo que empezar de nuevo. Y señorita no olvides que fui yo la que te obligué a trabajar esas vacaciones, por lo que se podría decir que en parte gracias a mí lo compraste. Te quiero, cuídate y llámame más seguido y así me cuentas un poco de las cosas que te están pasando y hacen que te olvides de tu vieja madre.”
Sonrío cuando leo el mensaje, le contesto prometiendo que la llamaré más seguido y que tener casi 42 años no es ser vieja.
Me llama la atención que no me mencione nada de mi papá, pero lo más probable es que esté ocupada y no le haya prestado atención a esa parte del mensaje.
Termino de arreglarme y bajo a desayunar, ya mis abuelos se fueron a la cafetería. Hoy vamos a tener mucho trabajo porque por la tarde se llevará a cabo el concurso de comida. La cafetería por la mañana va a estar cerrada, pero todo el personal tiene que ir a ayudar para poder preparar todo para hoy por la tarde.
Voy a la cafetería, todos están caminando de un lado a otro. Entro a la cocina y veo a mi abuela colocando un pastel en el horno.
- Ya estoy aquí.- Le aviso a mi abuela de mi presencia y ella camina hasta mí.
- Qué bueno, hacen falta la mayor cantidad de manos posibles para poder terminarlo todo.- Está nerviosa, me lo demuestra cuando gesticula tanto para hablar. Hace varios años que no ganamos el concurso y sé que para el negocio es muy importante.
- Todo va a salir bien, relájate.- Le limpio un poco de harina que se le quedó en unos de los cachetes y le sonrío para darle fuerzas como ella tantas veces ha hecho conmigo.
- Todo va a salir bien.- Repite mis palabras tratando de convencerse.- Ayúdame a terminar esas galletas.
Escucho mi celular sonando en algún lugar, pero no recuerdo donde lo dejé y con la mano llenas de masa de galletas tampoco puedo buscarlo.
- ¿Me alcanzas el celular? .- Le pregunto a Meissa quién está revisando la temperatura del horno.
- Claro.- Camina hasta donde está el ruido y busca el celular en la pequeña mochila que traje por la mañana. Camina hacia mí y sus cejas se alzan y luego suelta una pequeña risa cuando ve la pantalla.
- Es Darcel.- Me avisa.
Me extraña que me llame, desde el día de la discusión con Diego y que me llevara a la cascada no he sabido más nada de él.
- ¿Puedes contestar? .- Si dejo de amasar la masa de las galletas mi abuela es capaz de desheredar, su madre, osea mi bisabuela, le enseñó que por nada del mundo puedes dejar de amasar la masa antes de que esté o si no quedará mal. Yo sinceramente alguna que otra vez no he cumplido esa regla y no he notado diferencia, pero no delante de mi abuela. Aprecio mucho mi vida.
Melissa acepta la llamada y pone el altavoz.
- ¿Eleena?- La voz de Darcel se escucha por el celular.
- Sí, ¿pasó algo? .
- ¿Cuándo vas a aprender a saludar? . Un “hola Darcel, ¿cómo estás?” no estaría mal. Por cierto, ¿dónde estás? . Hay mucho ruido.- Imita mi voz y yo solo puedo pensar en cómo las cinco personas que están en la cocina además de mí me están mirando.
- Hola, ¿cómo estás? . Estoy en la cafetería y estás en altavoz por eso debe ser el ruido.- Escucho como se aclara la garganta.
- Hola.- Melissa lo saluda.
- Hola Meli. Eleena, ¿puedo llevarte a Esmeralda?, si estás muy ocupada no hace falta, pero es que lleva toda la mañana diciendo que quiere verte y que te extraña entonces…
Ahora entiendo a qué se debía la llamada, Esmeralda me extraña, llevo días sin verla.
- Traela, así nos ayuda. Todas las manos son bienvenidas.- Le respondo, ya que yo también tengo ganas de verla.
- Dentro de unos minutos estaremos allí. Gracias.
- De nada.- Melissa cuelga y va a dejar el teléfono en donde estaba antes pero la escucho decir “pensé que sería más creativo”.