Llevo días esperando tener noticias de Darcel, incluso traté de sacarle disimuladamente información a Esmeralda, pero al parecer ella no sabe nada o disimula muy bien. Estuve esperando a que regresara, pero los días pasan y todavía no sabía nada de él. Nunca pensé que llegaría ese momento mientras veía la televisión con su hermana y su madre.
Me levanto del sofá como si fuera un resorte y me quedo parada en una esquina sin saber que hacer, viéndolo a los tres abrazarse. No puedo evitar que mi mirada lo escanee buscando alguna herida visible, al no encontrar nada me quedo más tranquila. Gesticula un hola como saludo y lo imito, pero no puedo evitar sentir que es poco.
Esmeralda agarra a su hermano del brazo y lo arrastra al segundo piso diciéndole que tiene que enseñarle algo, me alegra verla tan contenta aunque quisiera que no se lo llevara de la sala.
- Será mejor que me vaya yendo.- Hablo mientras busco con la mirada el bolso donde tengo mis cosas.
- Es temprano, ¿por qué no te quedas a almorzar?, podríamos encargar unas pizzas para celebrar que Darcel está de vuelta y así también te agradezco por cuidar de Esmeralda todos estos días. - Catalina me sonríe mientras habla.
- Hoy me va a ser imposible, tengo que ir a hacer unos recados para mis abuelos, si no estaría encantada de acompañarlos.
- Será otro día entonces.
Me acompaña hasta la puerta donde nos despedimos y me doy la vuelta para ir hacia mi casa.
- Eleena- Catalina me llama.
Me doy la vuelta y la veo caminar hacia mí.
- Quería decirte que estoy muy agradecida por cómo cuidas a Esmeralda, yo casi nunca tengo tiempo y desde que estás aquí está más feliz. Ahora entiendo porque mi hijo me escribió antes de irse pidiéndome que te llamara para que cuidaras a Esme estos días.- Me regala una sonrisa acogedora.
- No tiene que darme las gracias, yo disfruto de pasar tiempo con Esme.
Mi cabeza no deja de darle vuelta a todo lo que ha pasado en las últimas semanas. Me he pasado dieciséis días sin despegarme del celular esperando una llamada o un mensaje, aunque sea de una línea, pero que me confirmara que estaba bien. Sé que Darcel no me debe nada, pero pensé que después del otro día aunque sea tendría un poco de consideración. Qué estúpida soy.
Salgo de la cama y voy a la cocina para tratar de mantener mi mente ocupada en algo que no se apellide Dasch y tenga un cabello oscuro y ojos dorados.
Al entrar en la cocina busco todas las cosas que voy a necesitar para hacer unas galletas y lo coloco en la encimera. Después busco mi celular y selecciono algunas canciones para escucharlas.
- ¿Estás segura qué no nos quieres acompañar? .- Mi abuelo me pregunta desde la puerta de la cocina.
- No, vayan ustedes. Por cierto, que abuelo más apuesto tengo.- Le respondo sonriéndole mientras lo veo con su camisa azul perfectamente planchada y unos pantalones grises.
- ¿A quién piensas que sacaste la belleza? .- Me guiña un ojo.
- Sin duda fue a mí.- Mi abuela aparece detrás de él, preciosa en un vestido azul oscuro.
- ¿De verdad no quieres venir? .- Mi abuela vuelve a preguntarme por quinta vez en la tarde.
- No, no se preocupen, no es que me vaya a pasar nada en unas horas. Mejor váyanse ya y pásenla bien.
Veo a mi abuela abrir la boca para protestar, pero desiste despidiéndose y saliendo de la cocina con mi abuelo.
Esa es mi señal para encender la música y empezar con mi plan para olvidar todos mis problemas.
Al parecer en otra vida fui una asesina serial o por lo menos esa es la única explicación lógica para el karma que tengo. Planeo olvidarme de mis problemas y aparece el principal en carne y hueso.
- ¿Cómo entraste? .- Mi voz sale molesta y por un momento quiero volver a preguntarle un poco más suave, pero en fin de cuentas no fui yo quién se fue sin avisar.
- En serio voy a tener que enseñarte a saludar. Mira, primero se empieza por un hola, luego ya puedes preguntarme cómo estoy y después cómo entré.
Miro a Darcel recostado en la entrada de la cocina con ganas de desaparecerlo.
- ¿Cómo entraste? .- Vuelvo a preguntar tratando de no sonar tan hostil esta vez.
- Me encontré a tus abuelos e la puerta y ella me dijo que estabas aquí. Pensé que tenías que hacer unos recados, pero según tu abuela llevas toda la tarde aquí.- Alza una ceja examinándome.
Evidentemente su madre le dijo que me fui porque tenía que hacer unos recados y mi abuela me desmintió.
- Me tomó muy poco tiempo, en media hora ya estaba aquí.- Trato de disimular lo temblorosa de mi voz y bajo mis ojos hacia las cosas que están en la encimera para ver si se da cuenta que estoy ocupada y no quiero hablar.
- No hagas eso.- Siento sus paso al acercarse a mí.- No me mientas, tú no eres así. Dime que es lo que pasa en vez de darme tantas vueltas.
- Quieres que te diga que pasa, pues perfecto.- Tomo una respiración profunda- Te fuiste Darcel, desapareciste un días después de llegar golpeado y dejarme claro que Esmeralda y tú corrían peligro. ¿Cómo pensaste que me sentiría? . ¿Sabes lo preocupada que he estado estos días? . He pasado noches en vela pensando si te habría pasado algo, si estabas en problemas.- Mi pecho se mueve acelerado producto a mí respiración que cada vez se vuelve más agitada. A estas alturas estoy segura que hasta en la casa de enfrente escuchan mis reclamos, pero me da igual, por primera vez en mucho tiempo me a igual lo que piense la gente.- ¿Tan poco significo en tu vida que no pudiste enviar un mensaje?, un solo mensaje, no necesitaba tan siquiera una llamada, como si fueran solo unas líneas pero que me dijeran que estabas bien.
Lo veo estirar su mano para acercarla a mi rostro, pero no lo dejo alejándome. Su mano se queda un momento en el aire hasta que la baja cerrándola en un puño.
- Eleena, lo siento, fue una decisión de momento. Sé que eso no me justifica, pero entiéndeme, no quiero ponerte en peligro. No puedo poner a más nadie en peligro por mi causa.- Se escucha desesperado, como si necesitara que confiara en sus palabras.