Dark Sides

Tallula-Funk || Capítulo 1

Despertó por el frío en su pecho, cayendo en cuenta de su desnudes.

El sol que parecía haber afuera quemaba aún a través de las espesas cortinas. No recordaba haber visto en los pronósticos del tiempo que habría un sol así sino hasta la próxima semana, pero pensó que por casualidad hoy resultaría ser un lindo día tras aquella forma de dormirse. 

Por un segundo pensó que su imaginación estaba confundiendo los sonidos que oía, transformándolos en caótica música. Pero el ruido del exterior era solo una voz rasposa y añeja que se quejaba con un acento inusual, sobre trompetas desordenadas. 

Notó al sentarse en la cama que esta era más ancha de lo que se imaginaba. pero no se esperaba ver ese lado de la cama desordenado también. Creo que ahí notó lo peligrosa que parecía la situación; Fue golpeada antes de dar pista de su llegada al complejo, llevada a algún lugar por alguien que en su inconsciencia la desvistió y quizás qué más, y durmió con ese alguien que debe andar por ahí.

Se levantó, evitando marearse. Se permitió apreciar los detalles de la habitación sin tocar nada, registrando fotos de un tierno perro, bebés, premios grabados con un nombre que no le parecía conocido y las terminaciones talladas en madera de los aposentos de su secuestrador. 

Sin ver nada que le diese algo más que ternura o confusión, recurrió a lo que previamente había rechazado en su mente hacer. El velador del otro lado de la cama parecía percudido y entre el cajón se le podía ver con cosas. 

Al sentarse en la forma de la silueta contraria, grabada en la sábana, la presión contra en colchón liberó un varonil aroma.

Madera, un olor leve a canela, desodorante...

El contenido del modesto cajón, con el barniz anaranjado y rasguñado por su uso, eran cosas simples.

Un anillo de bruto grosor  y de bordes angulosos, llegaba ser como una tuerca, que dentro tenía grabado un pequeño triskel; Una navaja mariposa, una linterna bastante poderosa, un llavero con la foto de una nena de grandes ojos cafés toda manchada de helado y, por último, una billetera. 

El cuero demostraba tiempo y servicios arduos, tal cual hacía el velador. En su interior primeramente, encontró el rostro de Linus Vasíliev. Exactamente como recordaba Amarie a ese estudiante de derecho que ve todos los días en el campus de su universidad en la ciudad. 

Lo único que sabía de ese chico (Según especulaciones de los más cercanos a él) era que sus padres estaban muertos, que tenía una novia con la que llevaba saliendo 5 años y que, bueno, era fotógrafo cuando el bolsillo se lo pedía. Oh, y que su nombre en definitiva no era Linus.

El hombre de la foto es de origen ruso y tiene 27 años. No parece amistoso con esa boca chueca y esos ojos juiciosos. El estudiante de derecho no luce para nada tan hostil. 

La asustó desmesuradamente el sonido de rápidas pisadas y risillas infantiles pasar tras la puerta. Comenzó a guardar todo para evitarse problemas, dejando cada cosa como se encontraba inicialmente. Dio gracias por su buena memoria y sostuvo las sábanas para ocultar sus pechos ante el dueño de la voz que calmaba a los niños. 

Enmudeció al verlo abrir la puerta, como en la universidad. Fresco y radiante. Sus risos de oro, las pecas en su rostro, sus ojos celestes y la mirada inquisidora, junto a un cuerpo atlético que le ahorraba varios pasos en la conversación con una chica. 

--Me imaginaba que seguías durmiendo...-- Sus pasos fueron lentos, más que nada para tantear su reacción. --¿Los niños te despertaron?-- Ella negó inmediatamente al no hallar qué hacer. Por lo contrario, él asintió satisfecho por el temor en sus movimientos. Tras unos segundos, se le ocurrió sentarse en la cama, en la esquina opuesta para mirarla fijamente. --No deberías esconder de mi vista algo que ya he podido apreciar antes, con todos mis sentidos...-- Vio la mandíbula de Amarette endurencerse --De cualquier forma, en el cajón de allí dejé tu ropa interior.--

No fue una orden y se lo dijo con algo de esfuerzo, pero lo escuchó y ya tenía entre manos sus airosas prendas. Las apretó entre su puño esperando poder ponerselás, pero él no parecía querer dejar la habitación.

--El primer día te tocó uno pesado. Recién empieza la peor temporada del año.-- Se levantó de la cama y abrió de par en par las cortinas para que le llegase la luz del sol, que la hizo taparse el rostro. --¿Sucede algo, Amarie? Seguro es por el golpe de ayer. Lo siento por eso. Sé que eres una mujer difícil y no quise arriesgarme...--   

El cabello sobre su rostro evitó que él notase su mirada de sorpresa tras oír su propio nombre. O sea que sí era aquel chico de la universidad...

--Debes estar muy confundida ahora. Si lo consideras necesario, vístete.-- Su ceño fruncido la asustó, pero el parecía preocupado por algo ajeno a ella. Metió la mano a su bolsillo y sacó de él una fotografía que tenía previamente preparada. --Me imagino que esto ayudará a aclarar ciertas cosas.-- Se marchó sin darle tiempo a hacer alguna pregunta

En la foto estaba Amarie, muy sonriente y con el cabello mucho más corto. Debió ser tomada hace como dos años. A su lado se hallaba un hombre, con la cara corrida, una piel ligeramente bronceada y unos rizos castaños. 

¿Acaso ese era Linus? Sino ¿Entonces no hablamos de su compañero?.

Qué desorden...

Miró su ropa interior, volvió a escuchar el trote de los niños y justo cuando escuchó el tropiezo de Dulcie terminó de insertarse dentro de las bragas. Trotó a la puerta como si la viera más lejos y abrió para encontrar a una pequeña de aspecto enfermizo y un raspón en la rodilla. La textura del piso le quemó y sus lágrimas salieron por el ardor en su piel, con gritos de dolor y susto infantil. 

Parecía asustada y, aunque no sabía si era lo correcto, se agachó para ayudarla. Inmediatamente Dulcie reaccionó a taparse la cara por la vergüenza y a correr la pierna cuando la mayor quiso tocarla. --Cariño, tranquila, ya pasó. ¿Quieres que te limpiemos y te pongamos una bandita?



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En el texto hay: escenas de sexo, canibalismo y muerte

Editado: 07.12.2020

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