Darknessys

¿Armas negras?

— ¿Pero qué demonios?— pienso al intentar moverme y descubrir que estoy atada de pies y manos por la espalda, un trapo me tapa los ojos, además tengo una mordaza que me cubre la boca impidiéndome gritar o hablar. Remuevo las muñecas para aflojar los nudos pero están muy bien atados y lo único que consigo es hacerme daño en éstas, pruebo a levantar los brazos y compruebo que están unidos con una corta cuerda a los pies, es imposible moverme.

— ¡Está despierta!— escucho la voz de Catrina y sus pasos al acercarse a mí.

— ¡No te acerques a ella!— la voz de Gustav expresa miedo— No sabemos que puede hacer—el soldado para a Catrina.

— ¿Pero qué va a hacer así? Si está atada cómo un pollo para asar.

— Puede invocar a la Ondina o que aparezca ese palo con luz y nos mate o nos haga cosas peores, mira a Erick, todavía no ha despertado.

Yo niego cómo puedo con la cabeza e intento hablar aunque sólo me salen gruñidos.

— Has perdido la cabeza, lo que dices no tiene sentido, si es verdad lo que me has contado, todo lo que ha hecho es ayudarnos.

— No me fío Catrina, no viste a la ondina— traga saliva.

— Ni tú, ¿Qué vas a ver tú ni nadie ni un hada? Se extinguieron, sólo quedan sus maldiciones. No sé qué te pasa, suéltala por favor.

—No— dice tajante— Hasta que no despierte Erick y le cuente lo sucedido.

— Déjame por lo menos que la cure, está herida— intenta convencerlo.

— No tienen importancia pueden esperar, no te acerques a ella o te ataré también.

— A mí no me amenaces, ¿Quién te has creído que eres? Es tu señora.

— Dejad de discutir, me va a estallar la cabeza— termino de quitarme la mordaza. He llamado al báculo y con él he cortado las cuerdas.

Gustav se pone delante de Catrina protegiéndola con la espada apuntándome.

— ¡No os acerquéis!— se lleva dos dedos a lo alto de la cabeza para alejar a los malos espíritus.

— Gustav deja de hacer el imbécil— le digo cansada— Toma— le ofrezco el báculo. El retrocede aterrorizado— ¿No? Vale— lo dejo caer al suelo— ahora estoy desarmada, eres más fuerte que yo y tienes más experiencia en combate, estoy en tus manos— las levanto en son de paz— no os voy a hacer daño, si lo hubiera querido hacer no habríais tenido oportunidad.

— Tiene razón cabezota, te salvó la vida, casi muere por salvarte— lo empuja a un lado y viene hacia mí— si yo tuviera ese báculo ya se lo hubiera estrellado en su enorme cabeza— me abraza con cariño— es un poco sobreprotector con Erick.

 

— ¿Kathy?— la voz débil de Erick resuena en la cueva.

Gustav va inmediatamente a su lado, Catrina y yo hacemos lo mismo pero una feroz mirada de advertencia de él hace que me quede apartada.

— Señor soy Gustav— Catrina le da a Erick una alforja de agua para que beba.

— ¡Kathy!— se incorpora mirando al vacío con los ojos vidriosos rechazando el agua.

— Señor— Gustav lo zarandea suavemente.

— No lo despiertes, está soñando— Catrina intenta acostarlo.

— ¿Pero es que no la veis?— nos mira a todos— está allí— señala al final de la cueva.

Me vuelvo sabiendo lo que voy a ver, a Kathy. Aún así cuando la veo no puedo evitar sorprenderme, ya no es una tenue imagen, está bien definida, parece que es real.

— ¡Ahhhhhh!— Catrina grita y cae a plomo, Gustav la agarra a lo justo antes de dar en el duro suelo sin apartar la mirada de Kathy.

 

— Duerme y olvida— Kathy le ordena a Erick y éste lo hace con una sonrisa de felicidad que nunca le había visto. — ¡Catrina, despierta!— chasquea sus dedos.

La chica lo hace mirando a la aparición con los ojos a punto de salírsele de las órbitas.

— ¡Es ella! ¡Es ella!— señala andando hacia atrás— ¡Es Kathy la poderosa!

— Y tú la sanadora más grande de este mundo, Catrina la sabia te llamaran— hace una pequeña reverencia a la atónita chica dejándola sin habla.

— No puede ser ella, está muerta, yo y cientos de personas la vimos morir— se gira hacia mí— Eres tú— vuelve a alzar la espada— tú nos estás embrujando con tus mágicas artes.

La espada comienza a arder y el soldado tiene que soltarla para no quemarse, ya en el suelo se derrite en un instante.

— Querido Gustav, siempre tan fiel y decidido a hacer lo que se tiene que hacer— aparece a su lado y le da un tierno beso en la mejilla para volver aparecer luego en el mismo lugar que estaba— por eso te escogí. Soy yo, la Kathy que jugaba contigo y con tus hermanas, la muchacha asustada a la que tú calmabas de sus pesadillas y protegías, la mujer que te hizo prometer que cuidarías de él— mira con ternura a Erick— ¿Recuerdas mis últimas palabras?— Gustav asiente con cara compungida.— Lo has hecho bien, cumpliste la promesa, has protegido a Erick poniendo en peligro tu propia vida— ahora su gesto cambia, se vuelve duro, me da miedo pensar que pasaría si Kathy se enfadara— pero no lo has hecho con ella— me mira a mí— te dije que cuidaras de ella, que ella era una parte muy importante en la profecía y no lo has hecho, ¿Porqué?— sus ojos refulgen.

— No te entiendo— tartamudea— siempre cumplo lo que prometo, he estado cuidando de Lady Star igual que de él— la mira desafiante.

— Ella te traerá del frío, su calor y tú corazón te dará, será fácil de reconocer pues la luz ella tendrá— su imagen comienza a temblar— esa era la profecía, a Mariah es a quien tenías que cuidar, no a esa manipuladora.

— Pero, pero... Cuando conocí a Lady Star era invierno y estaba nevando, ella nos ofreció refugio y me trató cómo su igual— mira a Kathy desconcertado— su pelo brillaba cómo la luz del sol— termina mirándola sin comprender.

— No te puedo culpar— dice más tranquila después de pensar durante unos tensos segundos— Las profecías son confusas y traicioneras, te hacen ver lo que quieren que veas para que su destino se cumpla, aunque a veces hacen todo lo contrario—suspira— A ella es a quién tienes que proteger, yo misma fui engañada para que no te dijera su nombre, estaba tan turbada por tener que marcharme que bajé las defensas.



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En el texto hay: amor aventura fantastico

Editado: 30.01.2020

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