Linda
Dan las siete de la tarde cuando le digo a Edward que será mejor irnos para poder llegar a tiempo a la despedida de Ethan. Él con gusto se puso a guardar todo, sé que para él aún es difícil pasar tanto tiempo donde su madre, pero es mejor que se vaya acostumbrando, pues aquí está Molly y mi padre, y yo siempre estaré para ellos. Me despido de Molly con un fuerte abrazo y un beso muy ruidoso en su mejilla, ella me entrega alrededor de unos diez dibujos que ha hecho para mí y uno que otro, para Edward. Aquello me da risa, sobre todo cuando Molly le entrega sus dibujos a Edward y se despide con un tierno abrazo.
—Vayan con cuidado y avísame cuando lleguen—me pide mi padre y asiento mientras le doy un corto abrazo. —Vendras para tu cumpleaños ¿Verdad?—pregunta tomándome por sorpresa. Ni siquiera me he puesto a pensar en mí cumpleaños.
Volteo para ver a Edward quién mira con cara de susto a su alrededor. Sé que se debe estar preguntando cuando demonios es mi cumpleaños, pero lo cierto es que, nunca le he dicho cuando es, creo que ni siquiera mis amigos lo saben. No es algo que emocione tanto, solo es un cumpleaños más que como cada año, festejo con los más cercanos.
—Ahi veo pa, hay que planear—digo y el frunce el ceño.
—De tus casi diecinueve años, siempre lo hemos pasado juntos—dice él y vuelco los ojos por darme ese sermón tan pobre.
—Mark, Linda ya es una mujer casada...de seguro ya hizo planes con Edward—dice Karin y miro de reojo a Edward quién tiene el ceño fruncido sin decir nada. Puede que esté molesto.
—De hecho no, aún no hemos planeado nada, pero pueden ir ustedes a casa...podría hacer una cena... ¿Que opinan?—pregunto realmente emocionada con la idea. Ellos se miran y Karin es la primera en asentir estando de acuerdo. —Genial, entonces el veinte de agosto, los espero—digo dándole un abrazo a Karin antes de girarme y caminar al auto. Edward solo saluda con la mano y se sube tambien.
Los primeros veinte minutos del viaje son en absoluto silencio, el cual me pone nerviosa. ¿Por qué no habla? Lo miro cuando frena en un semáforo en rojo y bajo un poco la música para tratar de llamar su atención. No quiero llegar a la despedida molestos, así que, es mejor tratar de solucionar esto ahora.
—Sé que estas molesto porque no te dije lo de mi cumpleaños, pero...
—No—dice él sin dejarme terminar—¿Cómo podria estar molesto contigo por eso? No es tu responsabilidad decirme cuándo es tu cumpleaños, es la mía...la mía maldita sea—dice a la vez que golpea el volante. —Tu te preocupaste por mi cumpleaños aún cuando ni siquiera lo mencioné, y yo...lo lamento Rizos, enserio—dice mirándome un momento. Luce realmente afectado por esto y me hace sentir una idiota por no haberle dicho antes.
—Edward, aún faltan dos semanas...tranquilo. No es el fin del mundo... no te tortures por eso—susurro apoyando mi mano sobre la suya.
El semáforo cambia a verde y él arranca. Coloca su mano sobre la mía, y la levanta para llevarla a sus labios y besarla.
—Te daré el mejor regalo, ya verás—me dice y niego con una leve sonrisa. ¿Acaso puede ser más lindo?
En el trayecto vamos hablando de algunas cosas, pero con Edward al volante no es mucho lo que se pueda hablar. Él prefiere centrarse en la carretera antes de entablar una conversación, pero es algo que ha cambiado con el tiempo, pues antes con él, no articulabamos ni una palabra. Simplemente él conducía y recién hablaba un poco cuando llegábamos. En fin, saco del bolso el vestido color rojo nuevo que compre especialmnete para este dia. Es corto y tiene unos pequeños vuelos en el borde, a pesar de llegarme por encima de mis muslos, es bastante recatado y tiene un lazo atras para afirmar el frente y asi no se vea nada, de paso saco también mi set de maquillaje. Edward me mira de reojo y sonrío cuando frunce el ceño sin comprender lo que estoy haciendo.
Me quito la camiseta y el pantalón corto que tenía puesto, y quedo solo en mis bragas y brasier. Oigo como él carraspea y se mueve algo incómodo, pero decido ignorarlo. Me coloco el vestido y me saco el brasier una vez que verifico que no se ve bien con el puesto, suelto mi cabello, me peino un poco y prosigo a maquillarme. Suerte que este auto tiene vidrios polarizados, por lo tanto, nadie me ha visto, a excepción de Edward. Termino por ponerme un lápiz labial del mismo tono que el vestido, y en cuanto me miro en el espejo sonrío complacida, mi tez blanca y ojos azules resaltan más de lo normal. Volteo a ver a Edward cuando noto que se ha salido de la carretera.
—¿Que pasa?—pregunto dejando mis cosas de lado.
Sin embargo, él no es capaz de responderme puesto que se abalanza hacia mi para atrapar mis labios. Llevo mis manos a su cabello y le correspondo el beso. Sus manos dejan mi rostro y bajan a mis piernas mientras las aprieta y con sutileza acerca sus dedos a mí entrepierna.
—Edward...—pretendo detenerlo, pero sus besos bajan por mi cuello y como si se tratara de un imán, mi cuerpo se adhiere al suyo con urgencia.
—Te necesito Rizos—jadea con voz ronca. Sus manos se aprietan mi cadera y de un suave movimiento me sienta encima suyo.
—¿Tenías que esperar a que termine de arreglarme para hacer esto?—pregunto mientras él me ignora por completo. Sus dedos desarman el lazo de mi vestido y lo quita de un tirón dejándome solo en mis bragas.