Edward estaciona el auto frente a mi edificio y me bajo, literalmente, corriendo. Oigo como dice mi nombre a mis espaldas pero su voz solo me motiva a seguir avanzando. Entro y nisiquiera espero el ascesnor, corro por las escaleras siento testigo de como el aire se agota con cada movimiento. Me desespera no encontrar las llaves y en cuanto lo hago solo pido al cielo que no haya nadie y por suerte es asi. Voy a tropezones hacia mi habitación y una vez dentro, apoyo mi espalda en la puerta y me deslizo hasta tocar el piso.
Llevo mis manos a mi cabeza y enredo mis dedos a mi cabello tratando de recordar algo mas que ese pequeño fragmento. No logro recordar nada. Nada de todo lo que el me ha dicho.
¿Por qué?
Siento como la ira mezclada con la desesperación me recorre el cuerpo entero. Trato de hallar una salida entre mis cuatro paredes y no se si es idea mia, pero siento que la habitación se hace mas pequeña. Cierro mis ojos creyendo que así ahuyentaré mis males, pero solo logro percibir flashbacks donde me encuentro encerrada en una habitación. El aire comienza a faltarme y las lagrimas son reemplazas por espasmos intensos. Necesito mas espacio. Me apresuro a abrir mi ventana y dejar que el aire fresco me golpee en el rostro, me quedo allí un momento tratando de aclarar mi mente antes de que colapse emocionalmente. ¿Qué se supone que deba hacer ahora?
Él me besó. No solo me beso, nos besamos. No solo nos besamos, me confesó que amaba y no solo eso, él y yo…él y yo…¡Joder! ¡No puedo ser verdad!
En un intento de salir corriendo en busca de Charlie, choco con la punta de mi escritorio haciendo que mi diario cayera al suelo. Me agacho en un intento torpe de recogerlo y abro el primer cajon para guardarlo y entonces lo veo, el relicario. Había olvidado por completo que lo tenia. Lo tomo entre mis dedos e inutlmente trato de abrirlo, aunque se que no se puede. Lo miro, lo toco, lo analizo. A pesar de los años, la plata conserva perfectamente su brillo. Acaricio las letras grabadas y las repito en mi mente.
“Donde sea que estes, alli estaré contigo”
Me quedo procesando las palabras, yo no tengo las respuestas que estoy buscando, pero él si. No pienso cuando me guardo el relicario en el bolsillo de mi pantalón y vuelvo a salir armándome de valor. Espero no toparme con nadie en el camino que me haga dudar de mi decisión, y no se si por mala o buena suerte, el camino estuvo despejado para que acabe con lo que empecé.
El taxi me deja en su casa, y espero unos segundos antes de bajar. Se que me merezco saberlo todo, es mi vida, es mi jodida vida. Me bajo y me pongo aun mas nerviosa cuando reconozco su auto afuera. Inspiro hondo y camino con paso seguro hasta la puerta. Toco el timbre, al cabo de unos segundos la puerta se abre y él aparece frente a mis ojos. La sorpresa no pasa desapercibida en su mirada, por ello aprovecho su atonicidad, y saco el relicario de mi bolsillo y se lo enseño.
—Necesito respuestas—le digo. Sus ojos se desvían de los mios hacia mis dedos y frunce el ceño incredulo de lo que esta mirando. Alcanza su mano hasta el relicario y lo toma.
—Como…como…¿siempre lo has tenido?—pregunta con un tono distinto en su voz, el cual no supe comprender.
—Al parecer si—le digo y me cruzo de brazos—¿Y bien? ¿me dirás que significa?
El simplemente asiente y se hace a un lado para dejarme entrar. Todo esta en silencio y totalmente reluciente. Llegamos a la sala y Edward no dejaba de apreciar el relicario.
—Esta roto—le digo y logro llamar su atención—El relicario, esta roto…he tratado de abrirlo durante años y…nada—confieso y el me mira como si se hubiera acordado de algo.
—Creo que yo puedo arreglarlo—dice y sube las escaleras corriendo.
No entendí muy bien a que se refería, pero preferí no indagar mas y me sente en el sillon a esperar. Pasaron unos minutos y el baja nuevamente corriendo. Traía una enorme sonrisa en su rostro, parecía un niño. Me hice a un lado para darle espacio y él me muestra una caja azul de terciopelo y me la entrega.
—¿Que es esto?—inquiero sin animarme a abrirlo.
—Abrelo por favor—pide y suspiro antes de hacerle caso. Al hacerlo, dentro se revela una llave de plata en una cadena, y junto a esta una sortija.
No tenia que preguntar para darme cuenta para que era esa llave. Entonces lo miro.
—¿Has tenido esto guardado todos estos años?—pregunto sintiéndome tonta por la absurda pregunta, pero en un momento así lo único que hacemos es hacer preguntas obvias.
—Por supuesto que si Linda, jamás me habría deshecho de algo nuestro—dice y asiento.—Vamos…abrelo—me anima.
Lo miro y titubeo un poco antes de tratar de introducir la llave en la pequeña cerradura del relicario, el cual, debido a las tantas veces que intente de forzarlo para abrirlo, estaba un poco deforme. Sin embargo, la llave encaja justo, y en cuanto oigo el click, este se abre solo.
Mis manos tiemblan al confirmar lo que Edward me ha dicho. Una parte de mi quería que fuera mentira, pero ahora lo confirmo. Dentro del relicario hay una fotografía nuestra, abrazados, felices y sonriendo. Veo esta foto y es como si estuviera viendo a alguien mas, a otra chica, a otra Linda. Mis ojos se llenan de lagrimas porque no logro reconocer a esa chica. No soporto vernos más. No puedo creer que yo estaba tan unida a este hombre, el cual ni en mis sueños he logrado reconocerlo.
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Editado: 10.07.2023