Capitulo 46. Ojos tristes.
JADE.
Se ha acabado.
Todo parece ser una horrible pesadilla, pero mientras camino hacia la mansión voy dándome cuenta de que todo ha sido real; él finalmente encontró a su otra mitad. Todo lo que me dijo acerca de lo que quería hacer cuando encontrara a su compañera viene a mi mente, él quería una familia a su lado, quería una vida feliz al lado de su luna.
El aire extremadamente frío de Darkwood me rodea con fuerza y me estremezco, el clima había mejorado un poco las últimas semanas pero hoy de repente incluso parece que va a nevar en cualquier momento.
Sonrío con ironía, es como si lo que siento en mi interior se estuvieta reflejando en el estúpido clima.
El sonido de una bocina detrás de mi me hace detenerme bruscamente, a mi lado aparece una camioneta blanca, el oscuro vidrio baja lentamente y el rostro confundido de Zack Michaels aparece en el interior.
— ¡Jade! ¿qué haces?.—me pregunta preocupado.
— Yo... no me siento muy bien así que estoy volviendo a la mansión.
— ¿Sola?, escucha, pensé que ya sabías que era muy peligroso que anduvieras en la calle sola, debiste decirle a Aren o a alguno de los cambiantes que te cuidan... hablando de ellos, ¿donde mierda están?.
— No lo sé, yo solo no quería molestar a nadie Zack, estaré bien, no necesito que me vigilen las veinticuatro horas del día.
El chico rueda los ojos.
— Niña, sube al auto, voy a llevarte. Recuerda que la última vez que anduviste sola en el pueblo te dieron una paliza.
— Lo recuerdo, pero en ese momento yo no tenía idea de lo que era capaz de hacer.—suspiro abriendo la puerta del auto e ingresando al asiento del pasajero—. ¿No vas a la universidad?.
Zack niega con la cabeza y arranca el auto.
— No, me gradué el año pasado, ahora me hago cargo de la empresa de Aren mientras él se gradúa de nuevo, ¿qué puedo decir...? nos está yendo muy bien y yo estoy construyendo mi familia con mi esposa.
Volteo a verlo sorprendida por todo lo que ha dicho.
— ¿Estás casado?.
El pelinegro alza la mano izquierda y me muestra su anillo, le sonrío observando con atención el gran anillo de oro en su dedo.
— Vaya, luces muy joven, nunca me imaginé que estarías casado.
— Tengo la misma edad que Aren, pero yo encontré a mi compañera hace tres años, fue algo muy raro la verdad; ella siempte estuvo cerca.—comienza a contar sonriendo—. Era una compañera de mi hermana menor, pero yo nunca me había topado con ella pues casi nunca estaba en casa cuando ella iba, pero cuando llegó el día de la graduación de mi hermana y yo asistí, sentí su olor y casi me vuelvo loco. Ella ya me conocía en fotos gracias a mi hermana y según me dijo ya sentía bastante atracción por mi antes, no le tomó nada enamorarme y nos casamos un año después, ahora estamos esperando a nuestro primer hijo.
— Vaya... es una linda historia, parece que ella siempre te quiso, aunque no te conocía en persona.
— Supongo que de alguna forma u otra siempre sabes quien es tu otra mitad.
Desvío la mirada incómoda.
— No siempre.—susurro sintiendo un nudo en mi garganta.
Unos minutos después Zack me deja en la entrada de la mansión y se despide de mi, no sin antes hacerme jurar que no saldré más a la calle sola. Me adentro a la mansión pero aparentemente ya no hay nadie en el interior, así que me encierro en mi habitación y me acuesto sobre mi cama. Es entonces cuando el dolor se hace más intenso, como si un balde de agua helada me hubiera caido encima y al mismo tiempo un cuchillo se esté incrustado en mi pecho.
Las últimas semanas a su lado vienen a mi mente, sus besos, sus caricias, su miradas llenas de amor cada vez que me miraba. ¿Cómo podré olvidar todo eso? ¿cómo podría olvidar todo lo que Aren Vikram me hace sentir?.
Mis ojos arden, por más que cierro los ojos e intento desahogarme, las lágrimas simplemente no salen.
Sin darme cuenta el cansancio finalmente me termina venciendo y aunque lucho contra el sueño mis ojos terminan cerrándose completamente.
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No sé por cuanto tiempo duermo pero cuando mis ojos se abren noto que mi habitación apenas se ilumina por los débiles rayos del sol, aparentemente ya está atardeciendo.
De pronto la puerta se abre despacio y la luz se prende iluminando todo el lugar.
— Cariño, ¿qué haces aquí?.—mamá entra a mi habitación con una cesta de ropa sucia en brazos—. Pensé que seguías en la universidad.
Junto mis cejas y miro la ventana de mi habitación, ya no parece que sea de mañana.
— Yo... no fui a Kingston mamá.
Ella se adentra a mi habitación y deja a un lado la cesta para después sentarse a mi lado en mi cama.
— ¿Cómo que no fuiste? Te vi irte con Aren y Ellie.—murmura confundida.
Suspiro profundamente antes de responderle.
— Si fui, pero me regresé.—ella me mira con más confusión—. Pasó algo cuando llegamos mamá...
Mi voz se entrecorta y las ganas de llorar regresan a mi, pero intento tranquilizarme porque ahora que no puedo soltar ni una sola lágrima es muy doloroso.
— ¿Qué pasó hija?.
Mamá toma mi mano dándome su apoyo, odio ver su mirada llena de preocupacion, siento que yo soy una de las principales causas por las que ella no puede estar tranquila ni siquiera un sólo día, odio tener que contarle todo lo que me atormenta pero ella es la única que me entiende, que me consuela y apoya, y sin duda alguna sus consejos son los mejores.
Alice no es solo mi madre, ella es mi mejor amiga, mi confidente y mi más grande ejemplo a seguir.
— Aren encontró a su compañera, mamá.
Ella suelta una pequeña exclamación ahogada y sus ojos llenos de sorpresa me observan con pena.
— Cariño...
— Yo... decidí terminar todo lo que había entre nosotros.—susurro, ella está a punto de replicar pero la interrumpo antes de que pueda hacerlo—. Mamá, sé tu historia con Dominic y Glenda, sé lo mucho que ustedes dos sufrieron por culpa de ella y yo... yo no quiero ser Glenda en ésta historia.