Darlene del Emperador

El nuevo Emperador

Mientras se ponía el sol dando por finalizada la era del gran emperador Adlar II, comenzaba una nueva era para el imperio en manos del Gran príncipe  Kearney heredero de la corona, un hombre alto, fuerte e imponente de una mirada fría y un carácter serio y estricto en contraste con la personalidad alegre de su difunto padre, actitud que le había convertido en el centro de críticas sobre un posible despotismo en su futuro reinado.

El Gran Príncipe consciente de todas las habladurías en su nombre prefirió ignorarlo tratando de continuar el legado de su padre; estaba pensando en todo eso después de haber terminado con los funerales de su padre cuando le abordaron tres de los escribas del Imperio quienes le estaban esperando en la puerta de sus aposentos para darle los últimos recordatorios de lo que se iba a hacer el día siguiente.

̶  —Gran Príncipe ahora que han concluido las honras fúnebres del difunto emperador, usted tiene que hacerse cargo de las obligaciones del cargo  — Le recordó uno de las ancianos escribas.

̶  —Mañana se le va a proclamar  como Emperador gobernante del imperio del Sol Naciente, después habrá una gran procesión en su honor y varios altos mandos del imperio vendrán a saludarlo, se reunirá con algunos después del evento  — Le explicó otro.

̶  —Pero lo más importante su alteza es ponerse al día con los asuntos del imperio cuanto más se retrase en revisarlos más se acumulan y se vuelve difícil de resolver, algunos miembros del consejo muestran su descontento — dijo el tercero con visible molestia.

̶  —Su alteza el Gran Príncipe todavía no tiene una esposa y varios miembros de la nobleza y reyes súbditos del imperio proponen a sus hijas como candidatas, esperan con ansias su respuesta  — volvió hablar el primero.

̶  —Entendido  ̶  habló con calma mirando a cada escriba ocultando su descontento por el hecho que hablaran semejantes temas en aquel día    ̶  Me pondré a cargo de mis obligaciones tan pronto acabe de recibir a nuestros prestigiosos invitados; convoquen una reunión de urgencia con los miembros del Gran Consejo de Lores después de mañana, trataremos todos los asuntos pertinentes del imperio… incluido el asunto de encontrarme una esposa.  Pueden irse a descansar tranquilos.

Los escribas se despidieron con una reverencia, deseando una buena noche al joven heredero del imperio.

Tras despedirlos, el joven heredero entró en sus aposentos sin mostrar interés por la presencia de los guardias que custodiaban su puerta. En  el interior se encontró con alguien que ni siquiera esperaba.

̶  —¿Por qué te han dejado entrar?   ̶ preguntó a la mujer sentada en su cama.

̶  —Tenía muchas ganas de verte  ̶ se expresó con una sonrisa poniéndose de pie — además  nadie se niega a mi sonrisa.

̶  —Podríamos habernos visto en otro lugar que no sea este —objetó molesto.

̶  —Lo sé   ̶ Suspiró acariciando nerviosa su rojizo cabello   ̶  pero tenía miedo que te olvidaras de mí.

Su tierna mirada verdosa traspasaba la coraza de hielo que cubría el corazón del príncipe, definitivamente no podía enojarse con ella.

  ̶  Eres imposible de olvidar  ̶  confesó acercándose a ella, atrayéndola en un abrazo.

  ̶ Me gusta cómo eres cuando estás conmigo  — dijo con una deslumbrante sonrisa.

—Sólo contigo Enid… sólo contigo…

   ̶  ¿Eso significa que no has olvidado tu promesa de hacerme tu esposa?  — preguntó ilusionada.

   ̶  Sabes que no.

  ̶ Pero ¿Y si los miembros del consejo se oponen? Después de todo sólo soy la hija ilegítima del Duque de Al.

Su melodiosa voz tenía un tono triste.

 — Despreocúpate, yo me encargo… — aseguró firmemente.

La mirada de ella llena de luz y que desprendía alegría era lo único en ese momento que llenaba su vida y le daba fuerzas suficientes para no colapsar.

 ̶  Te amo… —dijo ella abrazándolo como si su vida dependiera de ello.  


Llegó la mañana, comenzaron los preparativos para la coronación,  los invitados de la nobleza iban llegando en el gran salón de actos donde se celebraría la proclamación del emperador, y los plebeyos esperaban fuera para la procesión para así mostrar sus felicitaciones a su nuevo gobernante.

Cuando todo eso ocurría en la capital… En una de las villas del Reino del Sur uno de los reinos anexados del imperio que al menos seguían manteniendo el título, destacaba la mansión del Conde de Lloyd, un hombre importante en la región, que por su estatus había sido invitado a la proclamación del nuevo Emperador dejando a cargo de su propiedad a su única hija.

 ̶ Lady Darlene   ̶ Uno de los criados se dirigió a una joven dama que estaba  sentada leyendo en el jardín de la propiedad  ̶  los campesinos vinieron a verla para hablar sobre algunos problemas que están teniendo con la plantación.

 ̶  Está bien, voy enseguida   ̶ dijo dejando su libro sobre la mesa.

 ̶  Señorita dentro de poco será la hora para el almuerzo ¿no puede ir después?  ̶  preguntó la sirvienta mayor que la ayudaba en sus quehaceres.

 ̶  Muy amable  de tu parte Rhoda, pero no puedo hacerles esperar… ya comeré cuando vuelva…

 ̶  Está bien mi Lady, cuando regrese estará todo listo.

 ̶  Gracias.  

Se levantó acomodando su vestido y se dirigió hacia afuera donde estaban varios campesinos esperando, que la recibieron con una leve reverencia, se les notaba asustados y preocupados.

 ̶  Buen día, qué les trae por aquí tan temprano  ̶ Les preguntó con una cordial sonrisa.

 ̶  Mi Lady, trabajamos los cultivos como usted nos recomendó y estamos recolectando muchísimo más que antes  ̶ comenzó explicando uno.

 ̶  Pero la humedad de los graneros desgasta el grano que recolectamos antes que podamos venderlo acabando en mal estado…  —terminó explicando otro.

  ̶  No sabemos qué hacer mi lady, ayúdennos por favor —suplicó desesperado el primero.

  ̶  No se preocupen  ̶ dijo tratando de calmarlos con una sonrisa ̶  es sólo un problema en la estructura de sus graneros, en seguida vendré a verificar el problema exacto y darles la solución.




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