Sigo sin poder olvidar esos ojos azules tan profundos. Unos ojos que se han gravado en mi mente. Unos ojos de bruja, cierto;pero los ojos más fascinantes y llenos de vida que he visto nunca. En tan poco tiempo, Davinia, ha revolucionado mi mundo hasta el hecho de querer romper la regla principal por verla tan solo una vez más. Sé que esto me supondría el peor de los castigos y la deshonra para mi y mi familia, una de las más poderosas; por lo que tengo que conformarme con el dibujo que guardo entre las hojas de mi diario.
Estoy sentado en mi escritorio, repasando los últimos hechizos vistos en clase de defensa, con Leo a mi lado. Leo es mi animal de compañía, un husky de ojos azules que me sigue a todos lados. Siento la puerta del baño abrirse y de ella sale mi compañero Cristopher con el pelo castaño todo mojado, que sacude de un lado para otro a mi lado.
-¡Por dios amigo! Estate quieto. Me vas a mojar los apuntes-le indico.
--Venga Alec, son las 21:00 de la noche. No es tiempo para estar estudiando. ¿Qué pretendes demostrar? Ya eres con creces el mejor mago del segundo año-me dice tumbándose sobre su cama con las manos detrás de su cabeza-No te apetece dar una vuelta por los alrededores para variar. Estoy seguro de que a Leo le encantaría, así como a mi Bailey-me indica, acariciando a su labrador de pelo marrón.
Empiezo a meditar sobre su oferta, y al cabo de un rato la acepto. Quizás distraerme un rato sea la mejor solución para olvidarla, para olvidar esos ojos azules.
-Está bien, daremos una vuelta hasta la hora de cenar-le indico, guardando mis libros en mi escritorio.
Contemplo como se levanta de un resorte de la cama con una gran sonrisa en su cara.
-Perfecto. Es tiempo de chicos. Avisemos a Brandon.
Salimos de nuestra habitación y nos dirigimos a la de Brandon. Llamamos a la puerta, y este nos la abre con una toalla envuelta en su cintura, y justo detrás está Rex, su pastor alemán.
-Vístete rápido, vamos a pasar una hora de chicos-le dice Cristopher, entrando en la habitación.
Una vez arreglado, salimos los tres al exterior del centro. Nos dirigimos al patio exterior atravesando todos los pasillos de madera que se encuentran decorados con lámparas y cuadros de antiguos alumnos y magos. Una vez en el exterior nos dirigimos a la zona del jardín, decorado con una inmensa estatua de uno de mis antepasados, el primer mago de todos. Nos sentamos en uno de los bancos de este, con nuestros compañeros a nuestro lado. Nuestra posición nos permite ver a lo lejos el poblado y el centro de las brujas.
-¿Creéis que algún día será posible establecer contacto con las brujas de nuevo?-pregunto.
-Eso no depende de nosotros, sino de ellas-responde Brandon-Además ¿A qué viene esa pregunta ahora?
-No lo sé. Supongo que tengo curiosidad por conocer a alguna.
-Amigo, ya conoces las consecuencias de hacerlo, y tú más que nadie de nosotros no debería cruzar la barrera. Si lo haces sería una deshonra para tú familia, y han luchado mucho para crear esto-me indica Cristopher, moviendo los brazos de manera enérgica señalando todo lo que hay a nuestro alrededor.
-Lo sé; pero aún así me gustaría que no fuese así. Antaño magos y brujas coexistíamos en igualdad, sin ningún problema y ahora...
-Ahora eso se ha acabado y debemos aceptarlo Alec, aunque no nos guste-comenta Brandon.
Al final los tres nos quedamos en silencio, mirando hacia el pueblo de las brujas, preguntándonos interiormente como será.
Poco tiempo después, me levanto del banco, al comprobar la hora.
-Ya es hora. Tenemos que volver a entrar-ambos se levantan y los tres nos dirigimos al gran comedor.
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Me levanto sin la ayuda del despertador. Nunca me ha hecho falta. Me visto con un camiseta corta blanca y unas mallas negras.
Antes de salir de la habitación seguido de Leo, agarro mi móvil y los auriculares. Me gusta correr por la mañana temprano, dado que eso siempre me relaja.
Desde que cumplí los 17, mi vida ha estado bajo presión. El hecho de descender del primer mago de la historia y de la familia más poderosa han hecho que me presione a mi mismo para no defraudarlos. En el primer año fui el primero de mi promoción; pero eso no fue suficiente para mi padre, dado que esperaba mejores notas de mi. No le basta el hecho de que sea el primero, sino que quiere que obtenga notas perfectas, y eso explica mis interminables horas de estudio, mis carreras matutinas incluso en los días de lluvia para conseguir liberar toda la tensión.
Termino frente al tramo del río en donde me encontré con Davinia. Sin quererlo, mi subconsciente me guió hacia ese tramo. Me quito los auriculares del oído para escuchar el ruido de la naturaleza, y me siento sobre la hierba para contemplar WitchTowm. Leo apoya su cabeza en mis pies, como sintiendo mis deseos de cruzar y dejar todo atrás. Quizás así todo sería más fácil.