Dazzling

L10N

Los días pasan lentos, sin embargo esta tarde parece especial para alguien en el desolado edificio. En medio de este ambiente deprimente, una pequeña figura de pelaje grisáceo y ojos vivaces se mueve con cautela dentro de una pequeña jaula que el humano lleva. Es un ratón, criado para ser alimento; en este caso es la recompensa semanal de Ámbar por su labor de cuidar a los animales en cautiverio .

El cazador, indiferente a la vida que ahora se encuentra en sus manos, abre la puerta de la jaula  y lo arroja al  suelo con desdén. El pequeño queda aturdido por el cambio brusco y la sensación de libertad repentina. Sus bigotes se agitan mientras olfatea el aire, tratando de entender su nueva situación.

Entonces, una figura siniestra y sigilosa se desliza hacia él desde la penumbra. Ámbar se aproxima con una sonrisa retorcida en su rostro. Sus escamas resplandecen en la tenue luz, y sus ojos amarillos tienen un brillo malévolo.

—Oh, ¿qué tenemos aquí? —sisea Ámbar con voz melosa pero cargada de amenaza. —Un pequeño y delicioso bocadillo. Hola ratoncito. —la serpiente fija su mirada en la presa y continúa su discurso ya bien practicado al decirselo siempre a aquellos que serán su alimento —Las serpientes como yo disfrutamos mucho de los animales que se convertirán en nuestra comida. Es un proceso fascinante... Primero, los perseguimos, amamos el miedo que emana de sus diminutos cuerpos. Después cuando ya están cansados, los enroscamos lentamente con nuestro cuerpo y rompemos sus huesos. Pero eso no es lo mejor del asunto: los devoramos completos y aún con vida… Esa es la mejor parte, sentir su débil corazón latir mientras comienza nuestra digestión hasta, que poco a poco, al cabo de unas horas (o incluso días si tienen mala suerte) mueren, es tan delicioso absorber de cada gota de vida... es todo un manjar.

El ratón tiembla ante las palabras de la serpiente, su pequeño corazón late con miedo. Ámbar se inclina más cerca, dejando que su aliento frío acaricie al indefenso animal.

El ratón, presa del pánico, se revuelca y corre con todas sus fuerzas, tratando de escapar de la serpiente que lo persigue con deleite. Ámbar se desliza tras él, su lengua bifurcada prueba el aire mientras lo sigue con implacable determinación.

La persecución los lleva a través de los oscuros pasillos del edificio, el ratón zigzagueando en su desesperado intento por sobrevivir y Ámbar disfrutando de cada momento de sufrimiento que inflige. Sin embargo, el destino tiene otros planes.

En su frenética carrera, el ratón llega sin saber como, a una habitación donde la oscuridad parece un poco menos opresiva. En su cegadora prisa, entra en una abertura que parece prometer refugio.

Y así, sin siquiera darse cuenta, el ratón se encuentra dentro de una jaula mucho más grande que las que ha visto antes. Se detiene, jadeando y temblando, su pequeño cuerpo se está agotado. Mira a su alrededor, se da cuenta de que no está solo.

Dentro de la jaula, el ratón se encuentra aturdido por la confusión de su repentino cambio de rumbo. Sus pequeños ojos parpadean mientras observan a su alrededor, dándose cuenta de que su escape lo ha llevado a un encuentro inesperado. Frente a él se encuentra la imponente figura de Garra Afilada, quien lo mira con una mezcla de sorpresa y curiosidad.

El ratón siente que su pequeño corazón late con fuerza, y su cuerpo tiembla ante la presencia de un depredador aún más grande que el anterior. Una sensación de miedo se apodera otra vez de él, pero algo en la mirada de la gata le transmite una sensación de extraña seguridad.

Sin embargo, ese sentimiento se desvanece rápido cuando la figura sigilosa de Ámbar, llega deslizándose a la habitación. Sus ojos amarillos tienen un brillo siniestro mientras se acerca a la jaula de Garra Afilada.

—Vaya, vaya, parece que nuestra amiga ha atrapado algo interesante —silba Ámbar, mientras su lengua bifurcada saborea el aire cerca de la jaula. —¿Te llegó un pequeño regalo, querida Garra Afilada? —pregunta con sarcasmo.

La gata fija sus verdes ojos en Ámbar, su postura es tensa pero desafiante. A pesar de la incertidumbre y la amenaza que siente, Garra Afilada no muestra signos de sumisión.

—Si hablas del ratón, al estar dentro de mi jaula lo considero mío  —responde la gata con voz firme, mientras su cola se agita ligeramente detrás de ella. —Puede que no sea mucho pero está en mi territorio y eso lo hace mi presa.

Ámbar emite una risa suave, una risa que vibra con un toque de locura. Sus ojos se estrechan mientras estudia al ratón, quien se encuentra en el centro de esta disputa.

—¿Una presa reclamando un territorio y la presa de alguien más? Pero, querida Garrita, en serio me das risa, yo soy la única que puede hablar de territorio en este sitio —susurra Ámbar, con su voz reptante y cargada de malicia. —Lo que más te conviene es darme ese ratón que ha sido un regalo para satisfacer mi hambre.

El ratón, atrapado en medio de esta intensa confrontación, apenas puede respirar. Sus patas pequeñas tiemblan, y su diminuto cuerpo está tenso mientras las dos depredadoras discuten su destino.

Garra Afilada no retrocede, su mirada desafiante mientras enfrenta a la serpiente. Sabe que no puede competir con la astucia y la agilidad de Ámbar en un enfrentamiento directo en este momento. Sin embargo, también sabe que en su estado es valiosa, Ámbar no puede lastimarla ya que eso provocaría la ira del humano. 




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