Kaelum había puesto tanto empeño en sus citas conmigo, que ahora yo quería sorprenderlo, pasar un buen rato con él y de paso olvidarme por un momento de mis pendientes. Decidí llevarlo a un Árcade, pero no de videojuegos actuales, sino de los clásicos: Pac Man, Mortal Kombat, Donkey Kong, etc. No me considero fan de los videojuegos actuales, siempre me encantaron los juegos clásicos, esos que marcaron tantas infancias de la forma más hermosa; y este lugar era el indicado, no sólo por lo retro del lugar, sino porque me trae recuerdos de la infancia.
— Heaven –fue lo único que Kaelum dijo al entrar, había un brillo en sus ojos no pude dejar pasar y sonreí satisfecha, lo mismo pasó conmigo cuando vine por primera vez hace unos años cunado recién o inauguraron.
— Hoy invito yo –saqué una bolsa llena de monedas de mi mochila destinada únicamente para las maquinitas del lugar.
Si hubo un videojuego que me atrapó y en el que puedo presumir de buenas dotes es, sin duda, Mortal Kombat; sin embargo, el canadiense me estaba haciendo batallar, hasta que con muy poca diferencia logré ganarle, pero en el siguiente juego no le pude ver ni el humo y es que Donkey Kong nunca fue de mis predilectos. Aun así, los retos y las bromas no faltaban, era ya una costumbre entre nosotros, como si de esa forma nos estuviéramos acercando más. También teníamos nuestros momentos filosóficos, pero siento que mi relación con Kaelum siempre fue más bien aventurera y llena de risas.
"Kai, el salón lo abren hasta las 8:00 pm".
— Tranquila, todo estará bien –Kaelum lentamente me quitó el teléfono de las manos al ver lo tensa que me había puesto con ese mensaje –ven, vamos a comer algo –tomó mi mano dirigiéndose a la salida del árcade.
— Pero, es que el salón, no voy a alcanzar... -a estas alturas todo se había echado a perder, porque un millón de posibles escenarios se habían formado en mi interior bloqueando a su vez toda idea coherente.
— Kai, –se detuvo frente a mí tomándome de los hombros –puedo sentir que te estas estresando, pero estoy seguro de que puedes lograrlo, eres súper talentosa. No puedes hacer nada al respecto, relájate por hoy y confía en ti. Yo confío en ti.
Lo miro fijamente, sorprendida ante sus palabras, pero aun sin poder pensar con caridad; ese cielo en sus ojos, de alguna forma, me transmiten un poco de seguridad en medio del caos que se ha formado en mi cabeza.
De pronto siento que Kaelum me atrae hacia él en un abrazo y sin pensarlo correspondo casi al instante, siento mi corazón latir desenfrenado ante el acto y sin quererlo dejo escapar un suspiro que se acompasa con el que él acaba de exhalar. En su momento no presté atención a tal acto, pero ese abrazo logró que me olvidara por completo del mundo para centrarme únicamente en su corazón latiendo fuerte bajo mi oído y sus brazos rodeando mi cuerpo cada vez con más fuerza buscando una mayor cercanía.
Después de un momento me animé a levantar la vista, encontrando sus ojos observándome con atención, parece como si hubiese un magnetismo entre nosotros, porque lentamente me enderezo al tiempo que él comienza a bajar su cabeza, acercando cada vez más nuestros rostros hasta que el sonido de una notificación en mi celular nos saca de nuestra burbuja.
"La buena noticia es que acaba de llegar el material de la imprenta".
...
— Ay, por favor, sé que mueres por besarme –minutos más tarde regresamos a nuestro habitual comportamiento.
Todo inició porque Kaelum comenzó a molestarme diciendo que, si no fuera por ese mensaje ahorita estaría rendida a sus pies, cosa que obviamente sacó a la luz todo el sarcasmo que hay en mi ser para bajarle esos humos. Por supuesto que em quedé con ganas de besarlo, pero no se lo iba a decir.
— Quisieras –alego. Me sorprendía bastante la facilidad y lo directo que él me hablaba y, aunque me descolocaba, no me molestaba en absoluto, siempre me gustó la gente autentica y honesta.
— Quisieras tú besar mis labios –me le burlo en la cara.
— Tus labios me besarán cuando llueva -lo reto.
Y como si la vida se hubiese puesto de acuerdo, el día siguiente amaneció nublado, pero no llovió sino hasta cerca de las siete de la noche. Kaelum tenía al clima de su lado, pero mi trabajo había evitado que no viéramos.
— Kai, ¿Qué hacemos con el sillón que era para las fotos? –dijo Lily, hacía pocos minutos el reloj había marcado las 12:00 de la noche, ya casi estaba lista la decoración, solo quedaban pequeños detalles en el arreglo de la entrada y la sección para las fotos, la encargada del salón llegó media hora después, por ende, nuestras labores también comenzaron tarde.
— Diles que lo bajen, ahorita hacemos un espacio para que se tomen las fotos aquí adentro, de acuerdo al estado del tiempo, mañana también habrá lluvia.
Mis planes para decorar el patio afuera del salón con una pequeña sala, se fueron a la basura por causa del clima que tanto amo, y, con la aprobación de los clientes, comencé a idear un plan B para colocar dicha sección dentro del salón sin que pareciera cargado.
— Kai –habló uno de los muchachos que cargaban el sillón –te buscan en la entrada.
Me extrañé por unos segundos, pero rápidamente mi mente lógica pensó que se trataba de algo que seguro había olvidado o que se trataba de algún proveedor; sin embargo, apenas puse un pie fuera del salón sentí que tomaron mi mano, jalándome y ahí donde la intensa lluvia comenzaba a mojarme pude observar unos hermosos ojos azules cuyo dueño se iba inclinando lentamente hacia mí para, finalmente unir sus labios con los míos.
Un montón de sensaciones se arremolinaron en todo mi ser, sobre todo en mi estómago provocando que un montón de mariachis comenzaran a tocar el mejor d ellos sones. Los besos bajo la lluvia siempre me parecieron románticos y sentir mis labios unidos con los de Kaelum, era una experiencia completamente extraordinaria.