Sin darme cuenta había llegado a una plaza algo rudimentaria, pero no por eso menos hermosa en medio de ese lugar había una preciosa fuente, de los deseos, o bueno es lo que relataba mi hermano mientras me daba instrucciones de que hacer y como debía actuar; frente a la gente que se acerque.
—Bien Mel, que esas cuerdas hablen y que tu violín hablé por ti, has que los sentimientos de los Aldreminos, afloren y vengan por más, nena confío en tu talento.
—Bastián y que pasa con mi ocarina, sabes que la música que emito con ella, es hermosa relajante y a todos gusta.
—¡Melodía trajiste esa cosa! Si nuestros padres, se enteran nos castigarán y no podremos volver, estás loca fue una de las condiciones que puso nuestro padre...
—¡Ash Bastián no lo notaran además me has alejado de nuestro grupo, acá nadie me verá tocarla, ya deja tu histeria! te juro que solo tocaré una canción con la ocarina. —Le suplicaba a mi hermano mientras rodaba los ojos.
—Está bien Mel confío en ti vendré, al caer la noche y por todos los dioses, no te muevas de este lugar eres demasiado, terca y curiosa y francamente hermana, acá no nos podemos meter en problemas.
—Claro Bastián tú tranquilo yo nerviosa, nos irá bien le e hecho una ofrenda a la diosa Astra, para nuestra buena senda en este viaje, ahora lárgate y déjame trabajar en paz mi violín y yo necesitamos brillar.
Al irse mi hermano saqué mi violín, de su bolsa de cuero y me dispuse a tocar algunas notas, en lo que decidía que tonada tocar, ya había escogido con que deleitar a mi público, para que arrojaran una tras otra, sus monedas en la bolsa de cuero dónde descansa mi violín.
Habia comenzado con unas notas delicadas y algo melancólicas, pero románticas a la vez, de a poco hacía vibrar más mi violín, cada nota iba cargada de distintos matices, de a poco se fueron acercando algunas personas a escuchar mi música.
Sus expresiones me alegraban el alma pues disfrutaban mi música, note como tres personas, echaban algunas monedas a la bolsa, no había notado a la pequeña espectadora que arrojó unas monedas, me asombré, al notar que tiró varias monedas y no solo una como el resto de quienes estaban allí, al terminar mi canción la pequeña seguía mirándome con carita de ensoñación, o más bien miraba a mi violín.
—Hola pequeña ¿Te gusta la música?
—Si me gusta la música, tú tocas muy bonito el violín eres muy bonita, además me gusta tu ropa es más cómoda que este vestido que yo cargo. —Se quejaba la niña del voluminoso vestido que traía.
Entre risas la pequeña aún seguía con su mirada curiosa.
—Me has hecho reír hermosa tu vestido, te hace ver muy mona, yo pues me habría gustado vestir alguna vez como tú guapa, mírate pareces una muñeca, o una princesa.
—Gracias eres muy amable y de personalidad alegre ¿Cómo te llamas?
—Mi nombre es Melodía niña preciosa, pero tú me puedes llamar Mel así me llaman los amigos y mis padres ¿Y tú cómo te llamas niña?
—Mi nombre es Odette un gusto Mel gracias, por considerarme tu amiga yo no tengo amigas la verdad. —Dijo la pequeña haciendo una reverencia delicada y muy elegante, se veía tierna a mi parecer.
—Oh nunca nadie ha hecho una reverencia para mí, sabes no debiste arrojar tantas monedas a la bolsa, puedes tener problemas con tus padres y no quiero que eso pase.
Había visto a la chiquilla tirar muchas monedas, sabía que esto podría meterla en líos con sus padres.
—Pero me gustó tu canción y mucha gente, escucho sin pagarte, puedes estar tranquila para mis padres, es como quitarle una gota al mar, Mel no debes preocuparte.
—¡¿Lo dices en serio pequeña Odette...?!
—Claro no le mentiría a mi primera amiga, quería pedirte que vuelvas a tocar tu música para mí, te e pagado bien merezco al menos una canción más ¿No crees? —decía la pequeña entre risas.
—Y yo tocaré complacida, para mí nueva y exigente amiguita.
Comencé de nuevo a tocar pero algo más alegre para la niña, que a los segundos daba saltitos y comenzaba a bailar y a dar vueltas, llenas de gracia y elegancia, para mí sorpresa de seguro, era una pequeña de buena familia, su vestimenta y porte la delataban lo más probable, es que estuviera escapada porque no creo que los padres le hayan permitido, salir y con tantas monedas encima menos, mi canción ya había acabado.
—Bueno Mel ya debo irme a casa, si mi padre nota que huí de casa, el castigo me durará hasta que sea mayor. —Decía la pequeña guiñando un ojo y riendo.
—Pero sabes el camino, si quieres te puedo acompañar pequeña, no me gustaría que te perdieras...
—No tranquila ya me se el camino, mi hermano ya me lo ha mostrado y lo he memorizado espero los dioses me permitan volver a verte amiga.
—Adios niña.
Al despedirme de la niña me dispuse a seguir tocando, más personas que de a poco comenzaban a acercarse a escuchar mi música, y de a poco comenzaron a echar monedas a mi bolsa de cuero.
A la hora de seguir tocando me había dado algo de sed y después de unos segundos, me decidí ir por algo de tomar.
después de un tiempo de caminata, entré a una pequeña cantina, llena de hombres tomando y jugando baraja, me acerqué a lo que supuse era el mesón dónde atendían.
Pedi algo de agua, una señora de baja estatura y ya mayor se ofreció, al ver que su hijo todo mal encarado se negó a darme de beber, la amable anciana me pidió que esperara por el agua.
—Bah porque, no tomas algo mejor como, un ron, o vino, o de plano una cerveza de Guelder.
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Editado: 22.01.2024