El constante jugueteo de Melodía con su manos, le decía que aún seguía tensa, estaban a punto de llegar a Aldremir, había prometido llevarla a su aldea pero por cuestiones ajenas a él por orden del rey debía volver Aldremir. A su gitanilla no le hizo gracia y aún estaba molesta por no haber cumplido lo prometido.
—¿Ocurre algo princesa? —preguntaba Ariadna que estaba sentada frente a la pelinegra, está observaba el constante juego que Melodía tenía con sus manos. La muchacha levantó la mirada, volviendo a la realidad.
—Estoy bien Ariadna. —Respondí apenada, por mi tic nervioso de seguro la señorita, me tomaría por rara.
—De seguro es por llevar tanto tiempo en el carruaje, no te preocupes ya en poco tiempo llegaremos. —Animaba Ariadna con una sonrisa reconfortante a la futura princesa.
Me asegure que el principe estuviera dormido, al comprobar que este estaba profundo, tomé una bocanada de aire quizás hablar con mi ahora dama de compañía me distraería, honestamente aún seguía molesta con su alteza por según yo haber faltado a su promesa de llevarme al bosque Celestia como lo había prometido.
—Ariadna.
—Si princesa. —Respondiá la atenta pelirroja al pedido de la joven frente a ella.
Estaba cansada de ser llamada “princesa", aunque no quedaba de otra, esa era mi nueva realidad pero aún la palabra con “p" me ponía de nervios.
—¿Y ya has venido al palacio?
—¡Oh si! —dijo con una sonrisa—, bueno hace mucho no venía.
—Es cierto que tú y Damián se conocen desde niños, lo había olvidado. —Miraba a mi ahora esposo dormido, ya no estaba tan enojada con él a final de cuentas, él le había dado su palabra de llevarla a su aldea en Celestia.
—¿Cómo era de pequeño?
—Te refieres al dormilón —señalaba, Ariadna con una sonrisita cómplice.
—Si, ¿cómo era?
La muchacha de cabello rojizo, puso un dedo en su mentón, recordando su niñez en el palacio —vieras que desde pequeño fue muy protector, era muy unido a su madre la reina Marion, aunque era muy revoltoso y travieso, los jardineros siempre le retaban por arrancar los tulipanes de los jardines del palacio. —Ariadna guardó silencio recordando más cosas del muchacho en su niñez—. Era muy curioso y también muy tierno, recuerdo que era más bajito que mi hermano Andreas y yo.
Miré a Damián por un momento, me imaginé como pudo haber sido de pequeño, habría sido gracioso, verlo ser regañado por cortar flores. Había algo más que le daba curiosidad, quería saber cómo había muerto la reina, se decían muchas cosas incluso una vez llegó a oír que la sangre de la reina fue derramada por su pueblo gitano y por eso el rechazo a su gente en Alkarya —Ariadna tú sabes ¿Cómo murió la reina?
Ariadna meditó mucho lo que respondería a Melodía, para ella no era un tema fácil de tratar, recordar aún le dolía —Melodía es mejor que...
—¿Aún no llegamos? —preguntaba el principe aún somnoliento tenía rato despierto, solo se hacía el dormido quería ver como se llevaba su belicosa con Ariadna, Melodía necesitará de una doncella y no de cualquiera había escogido a su amiga de cabello rojizo por su destreza en combate y armas y es que Ariadna, no era la típica chica delicada, era toda una guerrera. Preparada desde pequeña por su padre. Aunque al ver el rumbo que tomaba está conversación, fue momento de dejar de hacerse el dormido, había cosas que Mel no debía saber, o por lo menos no ahora.
—No alteza ya se puede apreciar los campos de girasoles, la siesta le sirvió para matar el tiempo.
Para mi, ver ese campo de girasoles que cubrían las colinas de la ciudad de Aldremir traían recuerdos, las palabras de Azalea, la adivina de la aldea no dejaban de hacer ruido en mi mente. Sumida en mis pensamientos, no noté que Damián me llamaba, solo reaccioné al sentir su mano sobre la mía.
—¿Qué ocurre? —preguntaba intrigado, por saber que tenía tan, abstraída a su princesa.
—No, no es nada. —Respondí desviando la mirada.
Tomó la mano de la pequeña belicosa, sabia que mentía Mel era como un libro abierto —uno no palidece y tampoco, se abstrae así por nada.
—No me ocurre nada Damián.
—Me solté, del agarre de su mano, en momentos así odiaba, que ese zorro me conociera tan bien.
Era obvio que algo le pasaba, se soltó de él molesta y arrugó su pequeña nariz evadiendo su mirada!besó su mejilla —nadie se molesta por nada pequeña mentirosa, pero cuando quieras hablar aquí estaré si.
Ya habían llegado al palacio, al abrir la primera en salir fue Ariadna, luego él y por último su princesa, frente a ellos al pie de las escaleras, estaba su padre y hermana, la pequeña le esperaba con una sonrisa y su padre con el seño fruncido, unos pasos más atrás estaba Rowena la marquesa meretriz de su padre miró a Melodía la pobrecita se veía asustada, volvió con ella tomándole de la mano para ir juntos ante el rey avanzaron hasta quedar frente a él —he vuelto padre. —Hizo una reverencia ante él, Melodía y Ariadna, también hicieron una reverencia.
El rey aún con su mirada sería, no quitaba sus ojos de la muchacha, pelinegra frente a él —Damián así que son ciertos los rumores.
—No son rumores padre es un hecho, te presento a Melodía Mountbatten mi esposa. —Dijo a su progenitor entregando el pergamino, como prueba tangente de su unión en matrimonio.
El rey tomó el pergamino abriéndolo, su expresión era carente de alguna emoción, en particular. Cerro de nuevo el pergamino para volver su mirada a la muchacha —en tres días será la coronación de la muchacha. —dijo el monarca, para luego retirarse sin nada más que agregar, subió las escaleras de mármol, la marquesa se le unió enroscandose en su brazo cual víbora, no sin antes dar una mirada a la muchacha al pie de la escalera.
La pequeña Odette ya sin su padre cerca corrió, a los brazos de su hermano mayor, siendo sujetada por él —Mel enserio ¿Es tu esposa? —preguntaba la pequeña princesa, emocionads a su hermano mayor.
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Editado: 22.01.2024