Melodia y esa chica pelirroja le llevaban bosque adentro, aún no entendía como saldría de este bosque, había algo que no dejaba de llamar su atención y era que la energía de Melodía era extraña, era como si más de una entidad mágica, estuviera en ella.
¿O acaso ella...? No eso era absurdo porque, allí había cierto poder demoníaco y eso no tendría sentido.
—Melibea ¿Estás bien? —pregunte caminando hasta mi hermana.
Tocaba su frente, examinando si tenía fiebre, no paraba de preguntar si se sentía bien, o cansada retiró sus manos de su rostro con suavidad, para luego entrelazarlas con sus manos —Mel la Melibea, débil y enferma que tú conocías, ya no está.
Miraba sorprendida a mi gemela, aquellas palabras y semblante de Melibea, me emocionaban de sobremanera, esa Melibea débil había quedado atrás, que solo era un recuerdo del pasado.
Sumergida en mi alegría me arrojé sobre mi hermana en un efusivo abrazo, que tenía mucho tiempo esperando.
Melibea tardó en reaccionar, aún así terminó correspondiendo al gesto de su gemela, o como ella decía su media luna —yo también te extrañé Mel y no imaginas cuanto.
Otra vez había sentido esa energía que emanaba Melodia, era extraño no sabía cómo explicarlo, hasta que recordó lo que había dicho su madre; aquella vez que apareció Clara.
——♡——
Su madre y Azalea, atendían el alumbramiento, de Clara, no imaginaba que los lobos tuvieran un desarrollo tan temprano, el embarazo de su amiga no llegaba ni a tres meses de gestación.
Salió de la cabaña de Azale era noche de luna nueva, el cielo solo era iluminado por las estrellas tintineantes en el negro manto que estaba hecho esa noche.
—¿Ya nació? —preguntaba su padre, bajando de Azafrán.
Negó como respuesta, mientras acariciaba el hocico del hermoso corcel —mamá dice que Clara puede morir. —Dijo ya derramando algunas lágrimas.
—¿Por qué? —inquirió Gastón preocupado, por la salud de la muchacha, conocía a Clara, desde pequeña y la consideraba una hija más.
—Tiene fiebre, el pequeño aún no está en posición y Clara dice que siente como si la desgarraran por dentro, la pobre no deja de quejarse. —Su voz temblaba, aguantando las ganas de llorar.
Gastón iba a decir algo, pero un llanto infantil se escuchó y su hija, entró de inmediato. Seguida por él.
Al entrar, Azalea limpiaba al pequeño y su madre sanaba a Clara.
—¿Está bien? —su amiga no se veía nada bien, se agachó junto a su madre a un lado de Clara, tomó su mano y esta estaba fría.
—No te preocupes. —Dijo Lluvia regalandole una de esas sonrisas, que le hacía sentir, que todo estaría bien y reconfortada.
Tenía sus manos, en el vientre de Clara, estás estaban iluminadas, con una cálida luz rosa, era un hechizo de sanación.
—¿Puedo? —preguntaba a su madre y ella asintió como respuesta.
No tenía la experiencia de su progenitora, pero según ella, aprendió muy rápido —¿Qué tiene madre? —inquirió juntando las manos con las de su madre.
—Lo más seguro es que el pequeño haya clavado sus garritas en Clara y esto le haya ocasionado una emorragia interna —dijo Lluvia—, Clarita es humana su cuerpo no está preparado, para tener un bebé sobrenatural.
—¿Sobrenatural? —se cuestionó confundida ante lo dicho por su progenitora.
—Si Melibea sobrenatural, los lobos son criaturas, sobrenaturales, si no eres una loba, o otro tipo de demonio tu gestación podría complicarse hija mía —explicó la pelinegra a la menor de su progenie—, ya está, su respiración se normaliza, su rostro ya tiene algo de color lo mejor será dejarla descansar.
Melibea y su madre salieron dejando a Clara descansar, Azalea traía al pequeño ya limpio y cubierto, al ver su carita suspiraba de ternura, lo tomó en sus brazos y pudo percibir su energía, era la misma que percibia en Clara, «aún me pregunto, que tanto daño le habrán hecho a mi amiga, mientras estuvo cautiva», pensó la joven.
Sabía que aunque ese bebé fuera producto de los constantes abusos, a los que fué sometida Clara, amaría a este bebé con locura.
—Esta precioso. —Dijo Lluvia tomando al pequeño en brazos y arrullando al recién nacido lobezno, en una nana de cuna.
—Madre.
—¿Si?
—Ya me contaste, como sería si una humana se embaraza de un demonio, ahora como sería si no es una humana, si no un hada por ejemplo...? —preguntó Melibea.
Lluvia miró con suspicacia a su hija.
—Seria igual híbrido, pero en lo personal algo inestable, por el choque de magia y aura demoníaca, no me digas que ya me vas a hacer abuela. —Lluvia se acercó a su hija, indagando en su reacción cualquier inciso a su repentino interés.
—¡No medre! —exclamaba la muchacha de mirada esmeralda con sus mejillas coloreadas cual granada. Su madre reía ante su reacción, ella de solo imaginar si tuviera, un pequeño junto a Tristán «¡Ah los colores se me subían al rostro!» —obvio solo es pregunta madre, no literalmente.
—Tranquila ratoncita, solo bromeaba contigo. —Lluvia se acercó a su hija para susurrarle, algo al oído.
—Acá entre nos, yo me daría cuenta, si tú estuvieras esperando bebé. —Comentó Lluvia con picardía.
—¿Qué? —arguyó petrificada Melibea, ante lo dicho por su madre.
Lluvia solo reía, mientras acunaba al pequeño bebé mitad lobo en sus brazos —no tiene mucho misterio hija mía, desde antes de nacer ya las criaturas mágicas manifiestan su energía, incluso los demonios con olfato más agudo pueden oler a las crías en el vientre de su madre.
—Ah —al escuchar eso cierto rubio de ojos ambarinos llegó a su mente —, así fue que Tristán supo, que Clarita estaba embarazada.
—Si percibes más de un aura, en una mujer de seguro está embarazada.
——♡——
Estaba más claro, que la laguna de merlitas, su hermana estaba embarazada allí había más de un aura, todo era tan confuso ¿O acaso Melodía tenía idea...?
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Editado: 22.01.2024