Gracias. Gracias por cada sonrisa compartida, por cada abrazo dado, por cada caricia intercambiada. Gracias por cada broma que nos hizo reír, por cada chiste que nos hizo sonreír. Cada uno de esos momentos es un tesoro que guardo en el cofre de mi corazón.
Cada momento contigo era un regalo, un pedazo de tiempo suspendido en la eternidad. Las risas que compartimos, los abrazos que intercambiamos, las caricias que nos dimos, todo eso formaba parte de nuestro amor. Un amor que era tan profundo como el océano, tan vasto como el cielo.
Pero llegó el día en que tuve que dejarte ir. Un día en que el amor que sentíamos el uno por el otro ya no era suficiente. Un día en que nuestros caminos se separaron, y cada uno tuvo que seguir su propio camino.
Fue un día de lágrimas y tristeza, un día de despedidas y adiós. Pero a pesar del dolor, a pesar de la tristeza, estoy agradecida. Agradecida por haberte conocido, agradecida por los momentos que compartimos.
Porque cada sonrisa, cada abrazo, cada caricia, cada broma, cada chiste, es un recuerdo que siempre llevaré conmigo. Son recuerdos que atesoro, recuerdos que me hacen sonreír incluso en los días más oscuros.
Así que gracias. Gracias por todo. Por los buenos momentos, por los tiempos juntos. Gracias por ser una parte de mi vida, una parte de mi historia. Y aunque nuestro camino juntos haya llegado a su fin, siempre llevaré esos recuerdos conmigo.
Porque al final del día, no importa cuánto duela, no importa cuánto extrañe, sé que cada momento contigo fue un regalo. Un regalo que siempre atesoraré, sin importar a dónde me lleve la vida.