Capítulo 4

Era la noche y en karinor, en un palacio grande que en sus días de gloria lucía esplendoroso, donde alguna vez residieron los reyes de los krainors, pero ahora deteriorado y abandonado,  se encontraban conversando unos ángeles.

—¿Y bien? ¿Consiguieron los manuscritos? —dijo un ángel observando por la ventana la lava que se encontraba debajo del castillo.

 —No conseguimos nada. Escaparon. Los buscamos pero ninguno lo poseía.

—¿Dónde está Zahaciel?

—Nos dividimos para buscar a los elfos que salieron del castillo. Zahaciel fue tras uno de ellos, posiblemente sea ese elfo el que lo tenga. Acordamos en reunirnos para volver pero él no regreso.

—¿Qué hicieron con los demás?

—Los matamos a todos, nadie sabrá que estuvimos ahí.

—Esperemos a Zahaciel para ver que pueden hacer.

—Está bien, nos retiramos entonces.

Sentado en el trono del palacio de karinor el ángel llamado Raigael llamo a Blackjel.

—¿Conseguiste lo que estabas buscando?

—Aun no.

—Te dije que probablemente sea un invento.

—Tal vez… ¿Cómo va el entrenamiento de los krainors?

—Para ser una raza inferior como las demás, van bien. Les estamos ensañando lo necesario  para poder ganar las batallas. Tardaran mucho tiempo pero nos conviene esperar. ¿Sabes algo de Heavenstar?

—Escuche que han enviado ángeles a buscarnos.

—¿A quiénes?

—Juniel y Grevakel por lo que sé. No estoy seguro en que regiones.

—Hasta que llegue el momento permaneceremos aquí… ¡Pronto llegara tu hora Ragariel!

Más allá de las montañas siraje, rodeado de una densa vegetación y por animales extraños se encontraba el elfo que buscaba Zahaciel, llamado Nantos. Como se encontraba perdido en un frondoso bosque  hizo un escondite con las hojas y ramas más grandes que encontró y se ocultó.

Aquella noche en que la tribu Benkali fue incendiada, desde su escondite, una intensa luz acompañada de una nube de humo llamo su atención.

«Deben ser esos ángeles» pensó preocupado «¿Qué estará pasando allí?»

Asustado por lo que veía se escondió, durante un día permaneció sin salir por el miedo a ser descubierto. Cuando considero que era prudente salir, con cautela abandono su escondite y divisando a su alrededor fue a buscar comida y agua, pues los que traía consigo se habían acabado. Desenfundo su espada con la cual se fue abriendo camino entre las espesa vegetación. Tardo dos horas en cazar dos pequeños mamíferos para poder asarlos. Se acercaba el atardecer y no conseguía agua hasta después de unas horas de búsqueda, el sonido de las aguas del rio atenari lo condujo hasta ahí. Al llegar se sorprendió por la anchura que el rio poseía, pensó que también debía ser profundo así que recorrió la orilla en busca de un puente que pudiera llevarlo hasta el otro lado, pues por lo que observo parecía ser tierras menos hostiles y que podría orientarse mejor. Recorrió durante horas hasta que la noche llego. Desanimado y cansado busco un lugar pequeño para refugiarse. Encontró uno a unos metros del rio, a lado de un árbol  grande rodeado por plantas grandes.

Al día siguiente recorrió mas tramo del rio en busca de un puente, sus esperanzas de encontrar alguno se desvanecían y comenzaba a resignarse. Mientras caminaba observando el rio, no noto que había un ligre bebiendo agua a unos metros de él. Quedo estupefacto al ver el tamaño del animal y procuro no mover un solo musculo para no llamar su atención pero para su desgracia cuando intentaba dar unos pasos hacia atrás, resbalo. El ligre rápidamente volteo a verlo y se lanzó hacia él. Nantos se paró inmediatamente y comenzó a correr por la orilla del rio. Pensó en aventarse al agua pero no sabía si pudiera haber algún animal extraño que pudiera atacarle por lo que solo corría con desesperación hasta que cayó por tropezar con las raíces de un árbol. El ligre se detuvo al verlo acorralado y empezó a asecharlo lentamente. Nantos saco la espada que tenía y a pesar del temor que le causaba se paró firme en frente. El animal estaba a punto de atacarlo y él daba pasos lentamente atento a su ataque, volteo a ver al rio y en la otra orilla se encontraban dos chicos observándolo que no había notado al correr.

—¡Ayúdenme por favor! —grito Nantos.

Los chicos no estaban seguros de ayudarlo pues no sabían si pudiera ser un enemigo.

El ligre se lanzó contra Nantos quien con su espada en mano también estaba decidido a defenderse. El gran tamaño del animal haría que terminara en el suelo por lo que no tenía oportunidad de salir vivo. Cuando el ligre se lanzó a atacarlo; dos flechas, uno en su pierna y otra cerca al pecho lo perforaron ahuyentado así al animal antes de que sus garras tocaran a Nantos.

Sorprendido por las flechas lanzadas y el ligre ahuyentado, Nantos se fue aliviando.

—¡Gracias! —le exclamo a los chicos— ¿Saben qué lugar es este? ¡Estoy perdido! ¡Podrían ayudarme!  —Dijo suplicando.

Los chicos estaban confundidos, pensaban que podría tratarse de un enemigo pero al verlo en un estado lamentable, sintieron pena por él.

—Espéranos aquí —le dijeron mientras se iban.

Al pasar unas horas los dos chicos llegaron junto a un hombre.

—Es él —le indicaron.

—¿De dónde vienes? —Le interrogo a Nantos.

—Soy un elfo de Hiloran. ¡Por favor ayúdenme! —suplico

—¿Qué hace un elfo por estas zonas? —pregunto confundido.

—¡Un angel me viene persiguiendo! ¡Estoy perdido! ¡No les hare daño, no soy malvado! —dijo al notar la desconfianza del hombre.

Después de pensar por unos minutos y ante la súplica de Nantos, el hombre sintió empatía por él y junto a los chicos trajo una canoa para que  pudiera cruzar el rio, pero antes le ordenaron que tenía que dejar su espada.

Al terminar de cruzar el rio le agradeció al hombre y los chicos por haberle ayudado.

—¡Gracias! No saben cuánto se los agradezco! —respondió esperanzado—. ¿Podrían decirme dónde estoy?