Durante casi un año el escritor trabajo en su cuento, hizo cientos de borradores hasta que finalmente coloco el punto final. En ese momento leyó su trabajo, todo estaba en su lugar, no había cabos sueltos. El final resolvía todos y cada uno de los eventos. En pocas palabras todo era perfecto.
El escritor bosquejo una sonrisa y suspirando comenzó a borrar el final.