La tarde del sábado tenía los olores de la parrilla bien adobada.
Los Serranos reunidos en casa de Angélica, con todos los hermanos y sobrinos, jugaban en la parcela de quinientos metros cuadrados, uno muy popular y típico, el juego de las bolas criollas.
La casa del Limón, era bien espaciosa, Angélica junto con Miranda la tenían de punta en blanco, y entre las dos atendían a un batallón de personas que venían a compartir las bonanzas de Don Rafael Serrano, pues, a parte de ser generoso y adinerado, tenía un gran talento social muy especial y exquisito, en esa casa granja, con una parcela de tierra, limpia y sin una maleza, recibía a los más ricos de la ciudad, el tenía dinero pero no vivía con lujos, sus muebles eran rústicos de buena madera, igual que sus demás enseres, pero no encontrabas cuadros costosos, ni lámparas de cristal, ni alfombras persas, ni aire acondicionado; el decía que por el clima templado, el Limón para esos tiempos, era pura neblina, y no hacía falta aire acondicionado, pero si tenía unos ventiladores de techo y un buen carro, último modelo Impala, un yate y varias casas en diferentes playas.
Cuando Don Rafael no estaba en la isla de Chuao paseando en yate con su familia, la alta sociedad estaba en ese patio, viernes, sábado y domingo, jugando dominó o bolas criollas y degustando la carne deliciosa sazonada por Don Rafael horas antes, que era además muy famosa.
Él hacía un preparado, parecía una especie de chimichurri argentino, que llevaba muchos sabores, y con eso sobaba la carne, de arriba abajo, con mucho amor y paciencia. La dejaba reposar varias horas, y todos enloquecían con esas deliciosos asados.
Angélica y Miranda trabajaban como unas mulas, atendiendo a un gentío.
Entre los amigos de Don Rafael los había tan zánganos como los Serranos y algunos lo visitaban con frecuencia, pero también había envidia. Angélica era uno de esos motivos. Porque era bonita, bien comportada, muy trabajadora, atenta y dulce.
Un día estaba sola en la cocina, picando las verduras para la parrilla. Cuando voltea estaba detrás de ella parado el famoso y muy apreciado compadre Asdrúbal Rincones, muy ebrio mirándola por detrás.
Ella se asusta…
—¡Caramba compadre no sabía que usted estaba ahí!
Y el borracho le habla…
—¡Tuuu… Angélica eres muy bonitaa!
¡Mi..miii..comm..padre tuvooo mucha suerteee!
—¡Ah bueno, muchas gracias!—Angélica se queda parada con el cuchillo grande en la mano.
—¿Pero que quiere?...¡Está es la cocina, mejor se va que me hace falta espacio y me disculpa, pero tengo mucho trabajo!
—¡Eres linda Angélica muy linda, y..y se que no eres feliz, Angélica, lo sé, yo podría hacerte feliz, como tú lo mereces, piénsalo!
—¡Hágame el favor, y se me va, ya de aquí!
Miranda llega con unas bandejas vacías para llevar.
—¿Que hace ese borracho aquí señora Angélica?
—¡Jup!...¿Buscando lo que no se le ha perdido?
Miranda lo mira, estaba borracho parado y viéndolas de forma necia.
—¡Mire haga el favor y se va, si no voy a tener que llamar a Don Rafael!
—¡Angélica!...¡Seee que no eres feliz!..¡Me voy, si, está bien!...¡No quiero problemas con mi compadre, yo lo estimo, si, pero tuuuu, Angélica no eres feliz!
—¡Váyase de aquí!—Miranda era fuerte, una muchacha mestiza, con muy buenos brazos, lo agarró por la espalda y lo empujó fuera de la cocina, luego cerró la puerta, y dijo—¡A verse visto!..¡Eso era lo que nos faltaba, tanto trabajo y un borracho sádico en la cocina!
—¡Ay Miranda gracias a Dios que llegaste, ese compadre me estaba molestando, y lo tenía atrás de mi, y no me había dado cuenta!.
—¡Que abuso! …y Don Rafael no está pendiente de eso, allá está jugando bolas criollas, con la Melba y la Teté, esas dos son campeonas en el boche.
—¡Siii, Teté con la zurda, es buena, zumba esa bola y saca las demás, que buena puntería tiene!
Don Rafael con sus hijas están ganando la partida.
La música de la época acompañaba este sábado familiar. La Billo 's Caracas Boys, sonaba, ? ¡Cuidaito compay gallo, cuidadito!?(bis)…en el salón bailaban guaracha y en la parcela jugaban bolas criollas.
—¡Toma Miranda lleva esto para la batea dónde está Rafael esperando!
—¡Deme acá, yo se la llevo, esos amigos, van acabar con todo!—¡Cuídate Miranda que hay muchos borrachos en esas mesas, mira que tú eres una muchachita muy bonita!
—¡Ay que se atrevan, yo si, de un rodillazo los dejó sin bolas!...
Miranda era tremenda, pero sucedió ese día algo inesperado…
Y quedaron todos bizcos cuando llegó Carlos Alberto, Yolanda y Aurita.
Miranda regresa a la cocina.
—¡Señora Angélica, allí llegaron los otros hijos de Don Rafael, hasta vino Yolanda, la negra, están buscando a su papá!
A Yolanda la apodaban la negra por cariño, pero no era de tez oscura.
—¡Ay avemaría purísima!
—¡Que Dios nos agarre confesados!
Cuando Melba vio que llegaron sus hermanos se alegró mucho, y a Carlos Alberto le encantaba visitar a sus hermanitas escondidas. Melba era elocuente y tenía el don social de su padre, y Teresa era muy bonita, pura risa.
Había mucha simpatía entre ella y Yolanda, se caían bien, Teresa de todo lo que decía Yolanda ella se reía.
Melba primero los pasó a la cocina para que saludarán a Angélica.
Angélica los saluda a todos con mucha dulzura…
—¡Pasen están en su casa!
Aurita también era dulce, y conversaba con amabilidad, pero Yolanda no era muy agradable para Angélica, y Melba trataba de ser agradable con Aurita, pero tampoco había muy buena química entre ellas. De todas maneras, Angélica se hacía la vista gorda con los ácidos ademanes de Yolanda.
Melba y Rafael si se sentían bien juntos, enseguida Melba se dió cuenta que su hermano traía un Long play de Elvis Presley debajo del brazo.
—¡Elvis Presley!...¡Que bien!
Enseguida pusieron el disco de acetato, en el pick up, de la casa.
Después de escuchar la música y bailar, cambiaron al puerto riqueño Richie Ray, con su famoso jala jala y enseguida Carlos sacó a bailar a su hermanita Melba, con la que bailaba muy acoplado. Melba estaba feliz.
Yolanda y Aurita se fueron a compartir con Don Rafael y con Teresa que estaba sola, porque ella, todavía se veía con su novio a escondidas en la iglesia los domingos, alcahueteada por la mamá.
Pero ya Angélica había decidido que ese asunto se iba a terminar. De este mes no pasa, que Reinaldo venga a pedir la mano de Teresa, y comprometerse para casarse.
Don Rafael estaba feliz, de que estuvieran compartiendo con el, pero Miranda estaba de observadora, y pendiente de que ninguno de ellos, se metieran con la señora Angélica, que se esmera en atenciones, para hacerlos sentir bien, y Yolanda se aprovechaba, abusaba, con sus actitudes, haciendo sentir a Angélica bastante incómoda. Yolanda saboteaba todo lo que pudiera favorecer a Angélica, siempre lograba, que Don Rafael los pusiera a ellos en primer lugar.
Si Yolanda no quería a Angélica, mucho menos, Lorena, que se quedó con su madre y esposa de Don Rafael, Inés María de Serrano.
Carlos Alberto fue para pasarla bien, pero Yolanda y Aurita, fueron para curiosear, para ver y conocer a esa otra mujer, que se quedó con su papá.