De Mí, Para Ti {físico}

13. Epílogo: Último adiós

En paz

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,

porque nunca me diste ni esperanza fallida,

ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;

porque veo al final de mi rudo camino

que yo fui el arquitecto de mi propio destino;

que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,

fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:

cuando planté rosales, coseché siempre rosas.

...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:

¡más tú no me dijiste que mayo fuese eterno!

Hallé sin duda largas las noches de mis penas;

mas no me prometiste tan sólo noches buenas;

y en cambio tuve algunas santamente serenas...

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.

¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

―Amado Nervo


30/10/2016

Eran las 4 a.m. cuando al fin la chica pudo cerrar los ojos y respirar por última vez. Sus últimos días habían sido una pesadilla para ella ya que sólo quería dejar de sufrir. Un "los amo" fue lo último que salió de sus labios antes de entregarse a su destino.

Muchos no podían comprenderla, ella sólo era realista y en su último año, fue lo más sensata que podía para evitar el sufrimiento. No era como si a ella no le doliera, después de todo, había dejado todo lo que más amaba.

Su familia, amigos y conocidos estaban devastados. A las 6 de la mañana ya estaban reunidos en su lugar favorito... El lago.

Rose se encargó de entregar las cartas tal y como su niña se lo había pedido, lo que no esperaba era que también hubiera una para ella, ya que siempre pensó que para Thalia, no era más que una nana.

Cada quien tomó un lugar para leer su respectiva carta pues sentían que era algo íntimo. Las lágrimas no tardaron en llegar, pues nunca esperaron tales palabras de la chica.

Fue enterrada unas horas después y, como había pedido, Elliot se encargó de que la vistieran con el vestido blanco que él le había confeccionado. El entierro fue muy emotivo, muchas personas asistieron para despedir a Thalia; todos lloraron, su familia dijo algunas palabras ya que más tarde, en la pequeña reunión, sería el verdadero adiós. La tristeza de todos podía sentirse en el aire. Aunque Thalia no lo pensara, era una parte importante para quienes la querían.

Para el final de la tarde estaban reunidos en el lago, las personas más cercanas a ella, los dueños de sus cartas.

Charlotte, con todo su dolor, hizo lo que había prometido. Con el nombre de Thalia, 18 globos morados fueron soltados en el lago, mientras Jake, con el corazón roto, un nudo en la garganta y lágrimas que parecían no detenerse, hizo su mayor esfuerzo para cantar esa canción que le había prometido cantar. Los presentes lloraban desconsoladamente y después de ese momento, se sentaron sin decir nada por unos minutos.

―Terminamos de leer el último libro, creí que leeríamos más antes de que se fuera ―Maggie limpiaba las lágrimas que corrían por sus mejillas, mientras Max le daba un apretón en la mano― Aunque es verdad que ya no quería que continuara sufriendo.

―Puede que ya no leas más libros con Thalia pero ella siempre estará con cada uno de nosotros. Ella fue como una hermana menor para mí, siempre lo será ―le besó la mano―. Y también me dejó muchas cosas buenas que pienso poner en práctica.

Todos los presentes, se sumían en sus dispersos pensamientos que se movían como las aguas del lago. Jake estaba destruido, sentado a la orilla del lago, miraba la cadena que le fue entregada después de pertenecer a su amor desde hacía años.

―Robaste mi corazón desde la primera vez que me sonreíste ―susurró perdiéndose en sus pensamientos―. Pensé que el día en que me fuera devuelta esta cadena, sería porque romperías mi corazón... no me equivoqué, no creo que pueda amar de una manera como la que te amé, pero te aseguro que mi vida no termina aquí, voy a cumplir todas nuestras metas por ti.

Analia estaba sentada en medio de Elliot y Charlotte, abrazados.

―Cómo voy a extrañarla. ―Charlotte lloraba― ¿Ahora quién me dejará pintar sus uñas?

―No digas nada. ¿Quién será mi muñequita para diseñar toda esa ropa y comer helado? ―dijo Elliot.

―Mi nieta fue una chica increíble que no se imagina el vacío que dejó en todos nosotros ―dijo Analia al tiempo en que arrullaba a los dos chicos y lloraba con ellos.

Rose miraba la escena a su alrededor con Ben a su lado, quien había vuelto especialmente para apoyarla.

―Hiciste todo lo que estuvo a tu alcance para mantenerla feliz, me parte el alma verte sufrir ―dice Ben tomando sus manos.

―Fue la hija que la vida me dio. Desde que nació me enamoré de ese precioso ángel, aunque me diera dolores de cabeza, fue mi niña. ―ella lloraba en los brazos de él y supo que con él debía continuar porque estaba haciendo lo posible por darle fuerzas en ese momento.

Aldo y Terry Smith permanecían abrazados a una manta de su hija, con su pequeño en brazos dormido como un ángel.

―Siento como si hubieran arrancado algo dentro de mí ―susurra Terry conteniendo el llanto.

―Era mi niña, hubiera dado mi vida por la de ella y mira como la vida igual nos la quitó ―susurró Aldo, que se contenía para no despertar a su hijo.



#4073 en Joven Adulto

En el texto hay: familia, amor, amistad

Editado: 19.10.2021

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