De nuevo tu

Estúpido sermón

Dicen que cuando la vida te golpea y te tira al suelo debes levantarte, volver a empezar; otros dicen que si te caes mil veces debes levantarte mil una para esperar lo mejor; su madre decía que si no puedes con el enemigo únetele, conócelo, enfréntalo y destrúyelo, quisiera decir que siempre tenía razón pero la gran parte de las veces ella se equivocaba, aunque cuando la chica lo intentaba resultaba efectivo a ella nunca le paso de esa forma.

Hablar de lo que paso para que esos dos terminaran casándose, sería una falta de respeto a su privacidad, y yo no soy así, así que hablaremos de la mayor causa de que ustedes estén aquí, Valeria Dallan Montgomery, actualmente una estudiante de universidad en la carrera de leyes, viviendo con dos extranjeras que le pidieron quedarse en su casa cuando recién llegaron al país, sus nombres Alice y Jean, ambas mejores amigas desde que tenían memoria.

–Buenas tardes –Dijo una pelinegra de cabello ondulado entrando en el lugar –Vi el letrero y quería saber si aún tiene las vacantes –Dallan presto atención por primera vez a la chica.

–Claro, necesito las solicitudes de empleo y veré si son aptas para el puesto –Ella iba de un lado al otro detrás de la barra, arreglando todo lo que podía ya que tenía un compromiso hoy.

–Si claro –Ella dejo un folder con las solicitudes sobre la barra –Podemos comenzar a trabajar cuando usted lo diga, de preferencia hoy, si gusta.

–Háblame de tu –En ese momento su teléfono vibro, recibiendo un mensaje, ella atendió y maldijo entre dientes –Tienen el trabajo, comienzan hoy, justo ahora –La chica salió y trajo consigo una pelirroja con varias maletas –Llevare eso a la parte trasera, tomen un delantal y recojan su cabello –Salió de la barra y fue por las maletas –Por cierto soy Dallan.

–Ella es Jean y yo soy Alice –Dallan tomo las maletas y las llevo a la parte trasera del lugar para que nadie las viera.

Después de ese día y los que siguieron, las tres se volvieron compañeras de piso, trabajaban en la cafetería debajo del departamento donde Dallan vivía, el trio iba a la misma universidad, la mayor de ellas eran Jean, mientras que la más pequeña era Alice, dejando a Dallan en medio de todo, como lo había sido en los últimos años de su vida.

9 años atrás...

–Puedes quedarte con la niña si es lo que te hace feliz Savannah, yo me iré de aquí.

–Lo prometiste Humberto, dijiste que la cuidarías a ella, a pesar de todo, a ella, no a mí.

–Pues me arrepiento de mis promesas, de nuestra hija, de nuestro matrimonio y de haberte conocido, de todo –Eso fue como una daga al corazón para la mujer, pero más para la pequeña de diez años que escuchaba aterrada detrás de la puerta –Bienes mancomunados, te quitare la mitad de todo, pero no seré tan malo y te dejare a nuestra hija, así que tómalo como algo normal, en fin debo irme, tengo cosas más importantes que hacer.

El salió de la casa dejando a la mujer echa un mar de lágrimas, la niña corrió de puntillas hasta su habitación, donde se escondió bajo las sabanas, no dejaba de repetirse que todo era una pesadilla, que nada había pasado.

Ojala hubiera sido verdad.

Los meses pasaron, el hombre cumplió su palabra, le quito la mitad de todo lo que habían construido juntos, para cuando el huracán se había calmado llego otra tormenta, Savannah esperaba un bebe, su depresión por el divorcio y la idea de enfrentarse sola a la vida la hicieron volver junto con su hija a la casa de sus padres, pero, para el quinto mes de gestación el corazón del bebe dejo de latir repentinamente.

Después del aborto, asistió a terapias cerca de un año, llevando un tratamiento basado en muchos antidepresivos, pero cerca de mejorar comenzó a empeorar, para después de que Dallan cumplió 13, decayó fuertemente llevando su depresión a dos intentos de suicidio.

–Heihey, escucha son buenas personas deberías de rentarles la casa.

–Alice, dije que iba a considerarlo, no había necesidad, no necesitaba que me buscaras inquilinos, podría a verlo hecho por mi cuenta

–Es solo que has estado muy preocupada y creí que era porque no rentaban la casa, así que…

–Debería matarte en este momento por ser una espía, pero aún me queda algo de paciencia, además te agradezco que lo hagas.

La casa cerca de la vieja zona hotelera fue un regalo de graduación de la preparatoria, ¿Cómo es que paso todo eso? , pues cuando Dallan tuvo la edad suficiente para entrar a la preparatoria ella y su madre decidieron volver al viejo barrio donde su madre vivía cuando era universitaria, compraron una nueva casa, la parte de abajo era amplia y abierta, mientras que arriba había cinco habitaciones, ¿qué fue lo que paso? Volvieron la parte de abajo una cafetería y arriba su nueva casa.

Un día de tantos apareció el hombre que cambiaría la vida de ambas, Elián Martin, el único heredero de Industrias Tevé, la compañía de importación y exportación más grande en todo el país, iba todos los días por su café brasileño sin azúcar, en sus palabras el mejor que había probado.

Aunque ellos siempre cruzaban palabras, así que, fue como ambos terminaron por salir cada fin de semana, a veces Dallan iba con ellos y otras veces solo eran ellos dos.

Seis meses de citas, regalos y mucha charla los dos deciden tener una relación seria, para que otros seis meses después se casaran en una gran boda, claro que fue por el civil ya que la iglesia no lo aceptaría, solo hasta que la muerte los separe.

–Vine a ver a mi hija

–Puedes verla. No soy tan egoísta a final de cuentas, Campanita.

El cinismo de Humberto era de admirarse, ya que después de seis años sin haber dado un solo indicio de vida, volvió para ver a su hija, la cual había abandonado sin siquiera decir “que iba por una caja de cigarros”.

–Princesa –dijo cuando entro a la casa y vio a la chica en la barra de la cocina realizando su tarea.




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