–No puedes conducir más rápido –exclamo Derek al tope de los nervios.
–Cálmate. No me ayudas en nada –replico serio el señor José Miguel.
–No estoy para calmarme. Alguien golpeo el auto de Nora y se perdió la llamada –exclamo.
–Intenta llamarla.
Derek tomo su celular y marco varias veces, pero no contestaba y cada vez perdía más la calma.
–¡Maldición! Vamos amor contesta, contesta –elevo la voz la última palabra. –¡Maldita sea! –golpeo el tablero.
El señor José Miguel miro la desesperación de Derek, algo que también lo coloco en el mismo estado. Su preocupación ya estaba al tope, nunca había visto a Derek comportarse de esa forma siempre era alguien muy calmado.
~Debemos estar cerca ~pensó había dos caminos para llegar hasta el hospedaje de ellos.
–José Miguel. ¡Por favor! Acelera un poco –pidió desesperado con la respiración agitada.
–Tranquilo. Ya debemos estar llegando.
Bajo la velocidad un poco pues era el camino que llevaba hasta la ciudad donde Nora iba a concursar. Derek miro adelante abriendo los ojos al notar una ambulancia y varias personas en el camino. Sintió que la vida se le fue.
–Ahí rápido José Miguel –grito.
El señor José Miguel piso el acelerador llegando, deteniéndose. Derek bajo y miro hacia abajo reconociendo el auto de Nora y al verla una camilla con una manta cubriendo a alguien, su vida se fue lagrimas brotaron de sus ojos. Sentía el aire atorando en su garganta. No podía respirar.
–Derek –el señor José Miguel se acercó a él hablando suave.
–Nora –al fin libero el aire –Nora. Nora –bajo hasta abajo siendo detenido por los paramédicos. –Suéltenme. Déjenme pasar –forcejeo liberándose se arrodillo ante la camilla desprendiendo la manta, solo para encontrarse con el rostro frio y sin vida de su esposa. –Nora –sus lágrimas cayeron sobre ella, la abrazo llorando –Nora, no me hagas esto. Despierta, despierta Nora –su corazón se desgarraba –vuelve. ¡Por favor! Vuelve –lloro más fuerte.
–Señor debemos llevarnos a la occisa –dijo un paramédico.
Derek no quería soltar a Nora la siguió abrazando contra su cuerpo, con sus lágrimas cayendo sobre el cuerpo sin vida de su esposa. El señor José Miguel con lágrimas recorriendo por su rostro se acercó hasta Derek, coloco su mano sobre su hombre se inclinó.
–Derek. Suéltala, deben llevársela. Derek hazlo –su tristeza se reflejaba en sus palabras.
Derek se negaba hacerlo. No quiso hacerlo. El señor José Miguel lo tomo de los brazos liberando el cuerpo de Nora que volvió sobre la camilla y los paramédicos la levantaron sacándola del fondo llevándose la en la ambulancia.
–Vamos –ayudo a levantarse a Derek que estaba destruido, ni siquiera tenía fuerzas para levantarse, mucho menos caminar.
–Pobre hombre –dijeron algunos de los presentes al ver Derek de esa forma.
Ingresaron al auto donde siguieron a la ambulancia hasta el hospital. Miro a Derek destrozado con sus lágrimas cayendo sobre sus jeans, con la mirada triste y perdida, no podía creer esto y prácticamente él tampoco. No podía creer que alguien tan joven, buena y llena de vida partiera de sus vidas.
Tomo su celular llamando a su esposa –hola amor –dijo con alegría.
–Gaby –uso un tono suave, pero que reflejaba su tristeza.
La señora Gaby interpreto la voz –¿Sucede algo? –pregunto cohibida.
–Las niñas están cerca –ella negó –bien… escucha –las palabras se le atoraron en la garganta –algo…
–José Miguel dilo. Me tienes nerviosa –dijo ella.
Exhalo –Nora. Nora falleció –soltó la bomba con suavidad.
–¡¿Qué?!
–Cariño escucha. Entretén a las niñas, estoy yendo con Derek al hospital.
–Si –contesto ella colgando.
…
La señora Gaby no podía creer la noticia de su esposo, sintiendo una gran presión en su pecho. Nora la chica a quien consideraba una hija. La que nunca pudo tener, había partido del mundo. Dio la vuelta mirada aquellas niñas, que jugaban divertidas en el césped. No supo cómo acercarse, sin que ellas se dieran cuenta de que algo no estaba bien.
–Abuelita ven –llamo Sofía. Sintió su cuerpo paralizarse.
–Abuelita –llamo Eva.
Sus ojos picaron empezaron a volverse acuosos y la primera lágrima broto descendiendo por su mejilla. La limpio de inmediato.
–Abuelita. ¿Estas triste? –pregunto Eva.
–No mi princesa. Solo entro algo de polvo al algo –respondió.
–Por eso lloras. Ven vamos a jugar –dijo Sofía.
–Vamos –dijo a señora Gaby.
Eva noto el extraño comportamiento de su abuelita, y la siguió con mucha atención –abuelita seguro que está bien –dijo.
La señora Gaby observo a su pequeña nieta sabia, que ya sospechaba algo. Eva era un poco más instintiva que Sofía –nada amor. Que les parece si vamos al pueblo, a dar un paseo por el parque.
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Editado: 03.08.2023