¿de quién es el bebé?

19. Sintiéndose juzgado.

Empujados por Rubén, los tres entraron en una tienda de zapatos con precios accesibles para todos los bolsillos. 

Rubén comprobó el tamaño de unas deportivas de bebé con el pie descalzo de Camilo, aún en el portabebés. 

— Es innecesario. Ni siquiera toca el suelo y lo que realmente necesita es ropa. — Álvaro le prohibió comprarlas y se las quitó dejándolas en su sitio. — Vayamos a otra tienda. — Agarró a Rubén del brazo para llevárselo, pero los dos vieron al vecino de abajo comprando zapatos femeninos con una mujer despampanante. 

— ¿No es el tipo de abajo? — Preguntó Rubén, en un discreto tono bajo y Álvaro asintió. 

— Está mañana lo he visto salir con una mujer diferente. — Le dijo Álvaro. 

— Una la mujer y otra la amante. 

Rubén aprovechó para agarrar la deportiva infantil. 

— Adivina cual es cada una. — Musitó Álvaro y al mirar a Rubén, ya no lo vio. — Rubén. — Lo encontró en el mostrador y fue hasta allí. 

— Su precio es de diez euros con noventa y nueve céntimos. — Dijo la dependienta a Rubén. 

— Me las llevo. — Afirmó Rubén.

— ¿No se las quiere probar primero? 

— No es necesario. No nos la llevamos. — Habló Álvaro e intentó quitarle a Rubén de la mano la zapatilla. — Suéltala. 

Rubén le puso cara triste. 

— La quiero. Prometo que ahorraré en adelante, pero deja que me la lleve. 

Álvaro se quedó serio. 

— No hagas numeritos. 

— Entonces deja que la compre. 

Álvaro miró a la dependienta que sonreía mirándolos. 

— Perdón. — Se disculpó la mujer. — No es costumbre ver a parejas como ustedes. 

— ¿Parejas como nosotros? — Álvaro se sintió juzgado. — ¿A que se refiere con parejas como nosotros? Solo somos dos amigos. 

— ¿Solo somos dos amigos? — Preguntó Rubén y Álvaro lo miró. 

— Ahora no. 

— Volveré en otro momento. — Dijo Rubén a la dependienta, dejando la deportiva en el mostrador y saliendo de la tienda. 

— Cuanto lo siento... — La mujer se disculpó y vio a Álvaro sacar su cartera. 

— Me la llevo. — Dijo, ignorando lo demás. 

— Enseguida se la preparo. 

Álvaro miró hacia el exterior de la tienda esperando que Rubén no se fuera demasiado lejos. 

— Mi amor, gracias por los zapatos. — Oyó detrás de él y se giró un poco observando al vecino y a su acompañante. La mujer se aferraba al brazo de él, mientras él sostenía por ella unos tacones. 

El vecino cruzó su mirada con Álvaro y él se volvió a girar hacia el mostrador. 

La dependienta había regresado con la caja de las deportivas infantiles y tras corroborar que estaban las dos, la guardó en una bolsa y aceptó el pago en metálico que Álvaro hizo. 

— Gracias por su compra, vuelva pronto. — Lo despachó la mujer y Álvaro salió de la tienda con la bolsa en la mano. 

Miró en ambas direcciones y corrió detrás de Rubén al verlo. 

— Ten. — Le dijo Álvaro, al llegar a su lado y ofrecerle la bolsa. — Tu cumpleaños es el mes que viene, tómalo como regalo anticipado. — Al ver a Rubén haciéndose el ofendido, le agarró una mano y lo obligó a coger la bolsa. — Aún no me entiendo ni yo, no puedes pretender que vaya aceptando algo que no sé si soy. 

— Te daré el dinero cuando lleguemos a casa. Quiero mi regalo en mi cumpleaños. — Habló Rubén. 

— Déjalo así. — Negó Álvaro. — Has pagado el alquiler tú solo y compras la comida… Vivo a costa tuya. — Su cara se puso seria al pensar en ello y Rubén le puso una mano en la cabeza. 

— No pasa nada.  

Álvaro le dio un codazo y cuando Rubén se quejó llevándose la mano allí, Camilo se rió fuerte. 

— Lo llevo un rato. — Pidió Álvaro y entre los dos le pasaron el portabebés y a Camilo.

Rubén aseguró el cierre del portabebés puesto en Álvaro y le golpeó suavemente la espalda. 

— Listo. 

Observó a Camilo contento con el cambio de brazos y a Álvaro que lo acariciaba y cuidaba. 

Rápidamente pensó que Álvaro tenía razón, la mujer que lo abandonó no tenía ahora ningún derecho en disfrutar de Camilo. 

Hicieron algunas compras de ropa para Camilo y se encontraron en una de las tiendas con Sandra y su hermana embarazada. Con ellas fueron hasta una cafetería cercana a tomar algo. 

— Que gracioso. — A Nazaret se le caía la baba viendo a Camilo que se tomaba su biberón de leche. — Me dan ganas de que nazca ya. — Dijo, acariciando su abultada tripa de embarazo. 

— Cuando te vomita encima ya no es tan gracioso. — Habló Rubén. 

— Depende desde qué perspectiva. — Opinó Álvaro, con Camilo en brazos y sosteniendo el biberón en alto. Rubén lo empujó hombro con hombro y Álvaro lo miró severamente. — No me empujes mientras le doy de comer a tu hijo. 

— Perdón, Camilo. 

Rubén miró al niño y éste lo visualizó con los ojitos bien abiertos. 

Sandra apoyó su barbilla en una mano y sonrió viendo a sus amigos. No sabía en qué punto estaban, pero de que había algo entre ellos estaba segura. 

— ¿Sois novios supongo? — Se atrevió a preguntar Nazaret de pronto y Sandra levantó la barbilla mirando a su hermana.

Álvaro no supo dónde meterse. 

— ¿Lo parecemos? — Rubén quiso conocer su opinión y agarró el brazo de Álvaro. 

— Siempre lo parecéis. — Aseguró Sandra mientras Álvaro trató de soltarse de Rubén. 

— Eres muy pegajoso, por eso damos esa impresión. — Se irritó Álvaro. 

— No sé si siempre lo parecéis… — Habló Nazaret sin dejar de acariciar su barriga. — Pero lo que yo veo es una pareja con su precioso bebé. 

Álvaro se sintió cansado. 

— Nadie juzga tanto a los demás cuando se trata de dos personas de distinto sexo. — Se quejó Álvaro con Rubén cuando volvían al piso. 

Camilo estaba dormido entre los brazos de Álvaro. 

— Si lo hacen. — Creyó Rubén y Álvaro lo escuchó explicarse. — Pero es algo más natural para todos, si ven a un chico y una chica juntos directamente piensan que o son novios o planean serlo. Dos hombres o dos mujeres, llama más la atención. — Miró a Álvaro y le sonrió. — Sobre todo si tienen tanta química y son tan guapos como nosotros. 



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En el texto hay: romance, drama, gay

Editado: 17.05.2024

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