"¡Alam! ¡Baja, el desayuno ya está en la mesa!" me despertó una voz familiar que me llamaba.
"Ughh".
Alam gimió cuando se despertó. ¿Eh? En ese momento, sus ojos se abrieron como platos cuando se dio cuenta de algo. Rápidamente se llevó la mano al pecho para palpar. ¿No morí? ¡¿Yo no morí?! La confusión llenó su mente.
Lo único que recordaba era estar acostado en el piso frío de aquel callejón mientras se desangraba y todo se oscurecía. Miró a su alrededor y notó que no estaba en la capital, no había aparatos médicos ni nada parecido. En realidad, estaba en una habitación, y él conocía esta habitación muy bien, ya que esta fue su habitación cuando vivía en casa de sus padres.
En el momento en que Alam examinó con detalle la habitación, no pudo evitar caminar hacia el espejo en la esquina de la habitación. Delante de él, notó que en realidad no veía su rostro cansado y agobiado, sino que en realidad se veía similar a cuando tenía 16 o 17 años. La boca de Alam se abrió nuevamente con incredulidad. Era lo suficientemente grande como para comer una manzana de un bocado.
Mientras aún estaba parado frente al espejo, se llevó una mano a la cara, pellizcando fuerte su mejilla para comprobarlo.
'¡No estoy muerto, no estoy muerto... No sé qué pasó, pero creo que estoy realmente en el pasado!'
Aún un poco incrédulo por la situación, Alam se sentó en el borde de la cama sin saber cómo pasó esto, sin embargo, tenía que hacerlo. Así se veía él cuando tenía 17.
Todavía en estado de shock por la situación repentina que acababa de describir, Alam no se dio cuenta de que su madre lo había llamado hace tiempo.
Mientras Alam, aún sin palabras, se encontraba cuestionándose cómo ocurrió esto, la puerta repentinamente se abrió de par en par.
"¡Alam! ¡Todavía estás dormido! ¡Te estoy diciendo que el desayuno se va a enfriar!" Su voz con un poco de molestia.
"Claro, como te acordaste bien tarde anoche por andar pegado en la computadora, ahora no te quieres despertar".
Alam salió de su sorpresa de golpe. ¡No puede ser! Rápidamente miró a la puerta y vio a una mujer de 30 años parada en la entrada con una mirada malhumorada. Al ver a la mujer, Alam rápidamente se puso de pie y la abrazó.
"Lo siento, ya no me acostaré tarde más", dijo Alam mientras aún continuaba abrazando a su madre.
"Sí, sí, eso dijiste la última vez y mira. Pero me alegra que lo pienses", dijo mientras le devolvía el abrazo.
"Estás muy cariñoso hoy, ¿no quieres ir a la escuela?", preguntó su madre.
"No, digo sí, sí quiero ir", respondió Alam.
"Bueno, bueno, ven y baja rápido que se te va a enfriar el desayuno", dijo su madre.
"Ok, ok, ya bajo, dame un minuto".
Cuando bajó las escaleras, no pudo evitar mirar el comedor. Allí vio a su padre sentado en su silla mientras leía el periódico del día. A su lado, vio a una hermosa y gordita bebé sacudiendo una pequeña cuchara. Estaba sentada en su silla comedor mientras comía, o más bien trataba de comer, su papilla.
No pudo evitar querer llorar al ver a su familia de nuevo. En el pasado, o quizás en su anterior pasado después de decir que no querer estudiar más, sus padres lo echaron de la casa. Por su ego e ignorancia, les dijo que no los necesitaba más y que cuando fuera rico y famoso con el streaming, no les anduvieran rogando para que los ayudara con dinero. Recordando lo que dijo, no pudo evitar pensar en lo imbécil que fue en ese tiempo.
Limpiando las esquinas de los ojos, habló en voz baja cuando llegó al comedor. "Buenos días".
Al notar su llegada, su padre lo miró y le dijo: "Buenos días, come rápido para que te alistes, no llegues tarde al colegio como siempre".
"Claro, ya no llegaré más tarde", respondió Alam.
Al escuchar su anormal respuesta, su padre lo miró con extrañeza. Bueno, es normal que se sorprenda, ya que cuando solían tener ese tipo de discusión, siempre decía que la escuela no servía de nada o que era una pérdida de tiempo.
Los ojos de su madre se contrajeron ante su respuesta. "¿Te levantaste hoy del lado equivocado de la cama o algo así?", dijo su madre con sorpresa.
Mi madre se acercó y puso su mano en mi frente: "¿Estás bien? ¿No será que quieres faltar a clases hoy diciendo que estás enfermo?"
"..."
"Estoy bien, no estoy enfermo, es solo que he estado pensando un poco en mi futuro", dije mientras alimentaba a Amy, mi hermanita, con su compota.
"Ya veo, eso está bien. La vida no está tan fácil como los jóvenes de hoy en día piensan. Nadie les va a dar nada gratis en esta vida", dijo mi padre mientras me daba una mirada significativa.
"Así es, la vida no es fácil", balbuceé para mí mismo en voz baja.
"¿Dijiste algo?"
"No, nada. Digo que entiendo".
"Está bien que entiendas".
"Bueno, Alam, deja a tu hermana quieta y come rápido, se te hace tarde".
Editado: 23.04.2023