De repente llegaste a mí

Lo eché a perder

El día había transcurrido muy lento o era yo que estaba desesperada por irme a casa y que Trevor hiciera de mí lo que se le antojara. El equipo estaba verdaderamente bien coordinado, cada uno hacía su trabajo. Esta vez yo estaba ayudando en el área de fotografía, donde les echaba una mano a todos.

Luego Calvin y yo habíamos decidido en hacer unos cuantos cálculos dándonos con una satisfacción de que no hemos gastado ni la mitad de todo el presupuesto, algo que hacía ganar puntos porque el señor Williams ahorrará en esta campaña.

Al final de la jornada me despido de los demás y espero a que Trevor pase por mí, entonces veo que este se estaciona, vuelvo a despedirme de los demás agitando mi mano y subiéndome al auto. Le doy un beso fugaz en los labios de Trevor y me abrocho el cinturón.

—¿Quieres cenar fuera? Hay un restaurante cerca y he escuchado que la comida es riquísima—digo animadamente. Trevor asiente y conduce sin rumbo alguno. —Bueno, en tres calles gira a la izquierda. —le indico y este hace lo que le había dicho. Me quedo callada al ver que no dice nada. —Ahora en 4 calles gira a la derecha.

—Bien.

—¿Cómo la pasaste en tu tarde? —pregunto mirándolo.

—Bien. —dice cortantemente.

—¿Estás enfadado conmigo? —pregunto porque ciertamente está muy extraño.

—¿Por qué estaría molesto contigo? No has hecho nada. —dice—¿Es aquí?

—Si, estaciona allí—le digo viendo que hay un estacionamiento disponible.

Trevor se estaciona y ambos salimos del auto. Caminamos hasta llegar al restaurante, tomamos asiento y un mesero rápidamente se acerca a nosotros para dejarnos los menús. Este se aleja diciendo por último que podemos volver a llamarlo cuando estemos listos para tomar la orden.

Miro a Trevor, quien está concentrado en el menú. Entonces extiendo mi pierna por debajo de la mesa y logro tocar su muslo con mi pie, Trevor levanta la mirada, le sonrío divertida mientras vuelvo hacer lo mismo. Pero él no sonríe y vuelve a mirar su menú, algo que hizo que me sintiera mal porque intentaba animarlo.

Me quedo mirando el menú sin entender porque él está siendo tan indiferente conmigo. ¿Acaso hice algo malo? O me había dicho algo y no le he prestado atención. Posiblemente esté molesto porque no lo dejé venir conmigo a la campaña.

—¿Qué te parece el menú? ¿qué vamos a pedir? —pregunto levantando la vista.

—No lo sé... no se me apetece nada por el momento. —dice dejando el menú hace un lado.

—Si no querías venir solo tenías que decirme que no. Sabes que no te obligaría a algo que no quisieras. —le digo haciendo que perdiera la paciencia. —¿Me dirás por qué llevas esa actitud? ¿acaso hice algo que te molestara?

—Esto no tiene nada que ver contigo. ¿Acaso hemos hablado esta tarde para estar molesto contigo? —me pregunta tajantemente.

—No, pero desde que me has pasado a recoger estás diferente. No estás como el Trevor que me hizo el amor esta mañana, no estás como el Trevor cariñoso que se despidió de mí antes de trabajar. ¿Qué pasó? ¿qué te hicieron? Sabes que puedes hablar conmigo, siempre te escucharé.

—Lo que pasa es que... —pero se detiene y da un suspiro. —Olvídalo.

—Amor—digo llevando mi mano hacía la de él, pero este al darse cuenta interviene con el agarre lo que me deja sorprendida—Bien... yo no tengo por qué soportar esto. —digo levantándome, me disculpo con el mesero y salgo del lugar caminando hacia el estacionamiento.

Mi corazón latía fuertemente, sentía mi rostro arder por el enfado. ¿Qué le está pasando a Trevor? sus celos, sus cambios de humores me han dejado desconcertada durante estos días y me hacía sentir enfadada.

Siento que Trevor camina detrás de mí, intento abrir el auto, pero luego me recuerdo que él tiene las llaves. Espero que desbloqué la alarma para poder entrar, pero este se queda quieto observándome, algo que hace que mi furia aumentara.

—¡¿Es que acaso te quedarás parado?! ¡abre la puerta! —le grito frustrada, pero este no dice nada. Doy un suspiro —No entiendo, no logro entender por qué te comportar así tan repentinamente. No me quieres decir lo que pasa y no logro saber que te ha pasado. ¿Es qué no confías en mí?

Pero su silencio, su maldito silencio me fastidiaba, era como si me estuviera ignorando, como si no le interesara en explicarme lo que le estaba pasando. Me acerco a él rápidamente y miro fijamente su rostro, sus ojos me miran intentando decir algo, era como si... como si estuviera herido.



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En el texto hay: romance, amor, futbolamericano

Editado: 28.06.2019

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