Ahora, estamos a menos de cinco minutos de llegar a la casa de verano.
Esa misma casa donde pasé mi infancia jugando con Joseph, donde sentí las primeras mariposas por Colt y tuve muchos momentos felices, esa casa dónde dejé mi corazón el verano pasado y ahora me pregunto si sigue ahí.
Connor está despierto y parece que emocionado por ver a sus padres de nuevo, tal vez incluso al mar. Connor mira por la ventana del auto mientras Colt conduce a una velocidad lenta, como si fuera necesaria para todos. Para Connor, quien absorbe cada imagen del exterior, para él quien debe pensar en muchas cosas y para mí, que estoy a punto de reencontrarme con mi madre.
A la distancia casi puedo reconocer la casa, aunque desde este ángulo no puedo verla. Pero está ahí, como mi madre. Como lo ha estado todo este tiempo, lejos pero extrañamente, siempre conmigo.
Tomo una respiración larga y la retengo, el olor a mar y a verano llega a mí como nunca antes. El sol sigue radiante a pesar de la hora y mis pulmones no quieren soltar el aire hasta que sepa que es seguro seguir respirando.
Y así, nos detenemos frente a la casa.
Este es uno de esos momentos donde por fuera, todo es tan ordinario y calmado pero por dentro, es enorme. Como el silencio después de una tormenta, cuando todo se ha apagado pero sabes que lo que viene, los daños a calcular, son innumerables.
—Listo —Colt suelta.
La puerta se abre y dejo salir el oxígeno que retuve, al ver el rostro de mi madre otra vez, tomo una respiración más. Y otra más. Y sigo respirando, sigo viviendo porque la vida no se acabó ese día que mi hermano llegó por mí. La vida no se terminó cuando Joseph dejó de responderme y cuando papá se llevó todo de nuestra antigua casa.
La vida siguió y está continuando ahora mismo, incluso si he pensado que no sería así.
Colt abre la puerta y se dirige hacia atrás, para ayudar a Connor. Yo sigo en este auto, como una protección, como mi último recurso de escape en caso quiera huir de nuevo y dejarme perder en el rencor una vez más.
Pero no hago eso, me quito el cinturón de seguridad y abro la puerta, viendo como poco a poco salen los Medal y se colocan al lado de mamá. Quizás ella también necesita aliados en este momento, quizás ella también se siente igual de pequeña que yo.
Mis ojos se llenan de lágrimas cuando cruzamos la mirada y no sé quién caminó primero, no sé si ella o yo pero lo único que sé es que nos encontramos en el medio con un abrazo.
Pensé que iba a reaccionar de otra forma, pensé que le gritaría y le reclamaría pero no tengo tiempo para ello. Estoy abrazando a la persona que me ha abrazado muchas veces, cuando tenía pesadillas, cuando estaba feliz, cuando estaba asustada.
Después de todo, es mi mamá.
Ella no es una mala persona y tampoco es una mala madre, es solo un ser humano como yo y he puesto presión en sus hombros. Sé que la manera en que manejó todo quizás no fue la mejor pero, tal vez podrá explicármelo y tal vez su explicación sea válida o no.
No lo sé, lo único que sé es que la extrañaba más de lo que he querido aceptar y que quizás no estamos completamente bien, tal vez seguiré temiendo que vuelva a dejarme a un lado o que el día de mañana no se sienta como este abrazo pero ahora eso no es importa.
Ella está llorando y yo también, besa mi frente y mis mejillas, acaricia mi cabello y me mira como si fuera un tesoro perdido. —Mi Brittany.
Le sonrío. —Hola.
La señora Medal se acerca junto a su esposo, me miran sonriendo y más relajados. —Hola Britt.
Sorbo por mi nariz. —Hola —digo, limpiando las lágrimas de mis mejillas.
Colt se coloca a mi lado. —Hemos llegado, sana y salva.
Lo veo y a él también quiero abrazarlo pero no lo hago, al menos no ahora.
El señor Medal estira los brazos hacia Connor y él lo envuelve en un abrazo, lo sostiene con amor y delicadeza. La señora Medal mira a mamá y le sonríe, comunicándose con la mirada algo que solo ellas pueden descifrar.
Volteo, buscando el mar y cuando lo encuentro, sonrío.
No, no puedo decir que este es mi final feliz, esto no es un final. Esto es un punto y aparte, algo más vendrá después de todo esto. Hay mucho más que queda por vivir, todos nosotros tenemos vidas que estarán llenas de dolor y lágrimas, pero también, de esperanza y amor.
Una vida para Connor, una para Joseph, para Madeleine, para Colt y para mí. Para cada personaje que ha sido parte de mi vida, para cada persona que ha aparecido incluso por corto tiempo.
Veo el auto, el recuerdo de este viaje que fue más largo de lo planeado y aunque al comienzo pensé que no era necesario, ahora creo que es todo lo contrario.
El señor Medal y Colt comienzan a sacar las maletas, nos piden que entremos, que probemos el jugo de frutas recién hecho, que veamos una película repetida y que después, por la noche, comamos afuera mientras la luna nos mira desde arriba.
Antes de entrar, veo a Colt y me acerco.
—Gracias —digo, sintiendo una de mis mejillas más caliente que la otra por el ángulo de los rayos del sol ahora.
Entorna sus ojos, sonriéndome. — ¿Por qué me dices gracias?
Por todo, por lo que incluso no puedo poner en palabras. —Porque sí —es como concluyo.
Suelta una carcajada. —Pues de nada.
Veo hacia el mar una vez más, ¿Cuántas veces desee poder estar frente a Colt y besarlo? ¿Cuántas veces me irritaba tanto que podía simplemente tirarlo al mar? Demasiadas, ambas, demasiadas veces.
Colt da un paso más cerca y me rodea con sus brazos. — ¿En qué piensas, Brittany?
En la belleza del mar, en las canciones y poemas que le han escrito, en las analogías que todos hacemos en algún punto de nuestras vidas. En como algo tan grande y hermoso existe y simplemente no lo admiramos de la manera en que se lo merece. En como a veces, la inmensidad de algo tan perfecto puede estar frente a tus ojos y no puedes reconocerlo.