Debajo de un árbol de espinas, me enamoré

5

Adelaide sólo estaba ahí de pie, en shock, no sabía que su visión se haría realidad tan pronto, sólo habían pasado tres días y ya se había hecho realidad, tenía miedo pero estaba dispuesta a hacer lo que sea con tal de que dejaran Milenio en paz.

Sabía lo que tenía que hacer, era la princesa y no por eso iba a dejarles todo el trabajo a los cuatro chicos frente a ella, Desmond estaba sentado en un sillón de su habitación frente a ella mientras los demás discutían por su bienestar, Connor tenía el ceño fruncido y todo su cuerpo estaba tenso mientras pensaba.

Uriel sólo observaba a un punto de la habitación sin prestar atención y Heros era el único que hablaba, maldiciedo en voz baja, apenas audible para Adelaide, lo escuchaba quejarse de como los habían retado y estuvo a punto de cruzar el límite para escuchar su arrepentimiento.

-¿Qué haremos?- pregunto Uriel mirando a Desmond- ¿estas de acuerdo en que volverán verdad?

-lo sé- contestó esté- ¿y? ¿Qué piensas?- se notaba la urgencia por saber- aún no lo sé- contestó cortante, incluso él estaba desesperado por no saber que hacer, maldijo y cerro sus ojos para pensar.

- Lo que harán- comienza- será entrenarme.- contesto segura, tenía miedo pero a lado de ellos se sentía imparable- Olvidalo- Desmond echaba humo y sus ojos brillaban en preocupación y enojó.- Lo siento pero ya lo decidí.

Desmond se levanto y se puso a su altura, ambos se retaban con la mirada, ambos queriendo protegerse el uno al otro pero tenían que unir fuerzas para poder hacerlo, finalmente el chico apartó la mirada de sus ojos y acepto a regañadientes.

Al día siguiente, Adelaide dejó los vestidos de lado para comenzar a usar uniforme de combate, sabía que ya no usaría todos esos vestidos tan lindos pero no le importaba más que el bien de su reino y el de sus amigos.

Salió de sus aposentos y se dirigió al campo de entrenamiento, en el centro estaban sus amigos, se dirigió a estos saludándolos y esperando el crudo entrenamiento.

-Empezaremos con la defensa personal, antes de usar tus dones debes aprender a defenderte y no depender de ellos- explicó Heros, al parecer todos la iban a entrenar por separado, cada uno le enseñaría su habilidad y destreza, ella solo asintió y comenzó a seguir las ordenes de Heros.

Al final del día, Adelaide ya no podía más, había aprendido un par de trucos pero Heros no se cansaba y ella casi colapsa al ver que ni siquiera una gota de sudor estaba en su cara, al contrario de ella, sentía todo su ser cubierto en sudor y le daba náuseas su aspecto.

Heros notó que ya no daba más y la mando a sus aposentos a darse un baño y descansar mientras él ordenaba, agradecida caminó al castillo perezosa y se dio un largo baño para después acostarse a descansar, no le tomo mucho tiempo quedarse dormida.

Los chicos estaban abajo, todo el día estuvieron observando a Adelaide entrenar y se dieron cuenta que en poco tiempo estaría lista, aprende rápido y esa es una ventaja además de sus dones, los cuales estaban preocupados de que intentará usarlos, ya que no sabían donde estaba el límite de Adelaide.

-Aprendió algo, lo suficiente como para poder estar sola sin preocuparse mucho- dijo Heros entrando en la habitación, todos asintieron.

-Bien mañana será mi turno- dijo macabro Uriel- no te vallas a exceder con ella- dijo Desmond advirtiéndole- tranquilo, estará bien- con una sonrisa logró hacer que se relajará pero sabía que tarde que temprano se dejaría llevar.




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