Decidí No Amarte

Liberado

Después de llorar como nunca antes, temeroso de haberme equivocado al no dejarla explicarse, desperté recostado sobre el sofá, una resaca interpretada en dolor de cabeza y la ansiedad de saber si aún seguía ahí, esperándome, como yo la esperé, pero algo dentro de mi, me decía que no podía escucharla, que sus excusas serían mi perdición, así qué intente con todas mis fuerzas ignorar su extraña e inoportuna visita.

Sin embargo, conociendo como conocía a Ana, no dejó de insistir, todas las mañanas al abrir la puerta para ir a trabajar, estaba ahí, más linda, pero ya para ese momento no significó nada, verla me confirmaba qué tras cerrarle la puerta aquel 14 de febrero, cerre el capítulo más doloroso de mi historia, mi alma apagada y sin nada por qué luchar, sintió alivió al saber que ya no iba a sufrir de desesperación, al menos el consuelo me quedó de que no le había pasado nada.

En el trabajo para variar, mi situación sentimental era tema del día, no faltaba el experto, queriendo darme consejos de como sobrellevar su regreso, Ana seguía ardiendo en mi pecho, fuimos novios por más de cinco años, era todo para mi, me dediqué a ella, pero algo faltó, algo que ya no me interesaba averiguar, no más.

-Ya hazle caso Andrés- decía Ricardo, el único que a veces me apoyaba

-No voy a discutir contigo ese asunto- dije enfadado

-¿No crees que debes darle una oportunidad?- lo mire asombrado, ¿En verdad me estaba preguntando eso?

-¡Es el colmo! ¿Hasta cuando van a dejar mi vida en paz?- maldita sea, dije entre dientes, sus palabras se quedaron en mi mente todo el día

¿Y si le daba la oportunidad? ¿Sí acaso tenía una razón poderosa, para irse de esa manera? No, simplemente no había forma, nada podría justificar el hecho de que no confío en mi. Me enfoque en mi trabajo, con tanto papeleo por archivar y organizar, seguro olvidaría esas tonterías, pensé ingenuamente.

Desde que Ana vive afuera de mi casa, prefiero ser el último en salir de la comisaría, es desgastante portarme indiferente con ella, sobretodo cuando por las noches sueño con su silueta entre mis manos, me sé de memoria cada detalle de su ser, sus facciones, sus gestos, su voz pronunciando mi nombre agitada, emocionada y yo perdido en sus besos, todo eso me hace despertar a media noche, ganas, malditas ganas de ella, de lo que fuimos, juró que me amaba, lo veía en su mirada, en mi interior lo sentía, sin embargo, se marchó, si tan sólo hubiese regresado antes o me hubiese dejado encontrarla, pero no fue así, ahora tocaba aceptar la consecuencia, pagar condena de nuestros errores.

Si tan sólo esa noche que la soñé no me hubiese asomado por mi ventana, ahí estaba, temblando en el frío, inmóvil, nuestras miradas se encontraron y no pude descifrar lo que me provoco, negué con la cabeza ante la posibilidad de ir por ella, con el pretexto de que no siguiera en la intemperie, mi orgullo tan sabio habló por mi.

Baje y abrí la puerta con un nudo en mi garganta y los puños cerrados, conteniendo las ganas urgentes de abrazarla, me miro un poco emocionada, pero su semblante cambio al ver mi postura rigida, fría, creo que ya ni la miraba como antes, le pedí una vez más se fuera, quiso tomar mi mano, acercarse, la noche helada calaba los huesos, le advertí que si no se marchaba le llamaría a sus padres, me sorprendió ese yo, estricto, sin titubear, tanta angustia causo en mi ser, se encargó por todos los medios, de enfriar la llama, le implore me dejará asimilar su regresó, prometí buscarla, mentí.

-No puedes fingir qué no me amas- dijo molesta

-Para ser sincero, creo que no estoy fingiendo- ¡Imbécil! Dije susurrando, la estaba lastimando con todo el rencor

-No, eso no es verdad- insistió

-Lo es, al menos ahora no siento lo de antes de que me dejaras-

-Sobre eso yo...-

-Por favor...Ana, déjame de una buena vez, por ti ya no soy el mismo- eso era verdad, por ella, dejé quién solía ser en el pasado, en los días que me llenaban de alegría

No hizo falta agregar nada más, me comporte como un patán, le hablé como a nadie, con el corazón roto, sin sentimientos, ni esperanzas, ya no regresó, supe por sus padres que aceptó, mejor dicho, se resigno a darme tiempo, pero yo necesitaba más que eso, necesitaba poner tierra de por medio, alejarme de todo lo que me hacía vulnerable, débil, pedí al comandante Ramírez me transfiriera a otro estado, mejor aún a otro país.

-¿Pero que dices Mendoza?- grito mi jefe

-Lo que escuchó, necesito que me mande a otra parte, ya no puedo seguir aquí- se me hizo de nuevo el maldito nudo en la garganta

-¡Estas loco! Eres nuestro mejor elemento, no lo haré-

-No me deja otra opción, aquí tiene mi renuncia irrevocable- le entregue un sobre que partió sin leerlo

-¡El que manda aquí soy yo Mendoza, usted no se puede marchar sólo porque su novia regresó!- todos mis compañeros se quedaron observando la discusión



#49807 en Novela romántica
#8020 en Chick lit

En el texto hay: amor, romance, drama

Editado: 02.03.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.