Decir te quiero, sin querer, queriendo.

CAPITULO 1

De pequeña todos se reían de ella por su peculiar belleza rara, aunque firmemente todos sus familiares sostenían que su belleza era peculiar y extraordinaria. Ha decir verdad, ahora que Vanesa tiene veintiún años reconoce que su apariencia física a los siete hacia honor a todos los innumerables apodos que sus compañeros de clase inventaban para ella. Quien diría que al crecer se convertiría en una de las chicas más bonitas de la clase y todos aquellos chicos que antes solían burlarse de ella reconocerían su inigualable belleza, claro está y como es de esperarse, las malas lenguas atribuían su drástico cambio físico a la fortuna de su padre, alegándole innumerables cirugías de las que ella, hasta el momento, no había hecho uso.

Todos sabían que Vanesa era la antepenúltima hija de los Gonzales, familia dedicada a la ganadería y otras labores del campo, dueños de una de las haciendas más prosperas de la región y una de las familias más influyentes y adineradas de la zona. Vanesa  a diferencia de sus hermanos y hermanas nunca estuvo interesada en labores del campo ni en estudiar nada que tuviera relación, por eso al terminar la secundaria viajó a Europa a estudiar periodismo, en donde por causas del destino y la fortuna, se empezó  a desempeñar como modelo y a tener éxito en cada proyecto que se planteaba, a sus veintiún años ya era dueña de una marca de cosméticos, extraordinary beauty¸había sido lanzada hace menos de un año y era todo un éxito en el continente europeo.

Pero, toda aquella vida de lujos y dinero que a su corta edad había logrado, no era suficiente para Vanesa, siempre quería más, sentada frente al espejo no dejaba de observar su rostro, llevaba más de media hora en la misma posición, era posible que ya hubiera contado cada una de las pecas de sus mejillas, algo le faltaba a su vida y no sabía que era, toda su familia estaba en Colombia y ella se encontraba en un lujoso apartamento en parís, acá tenía amigos, solía asistir a reuniones sociales a menudo y siempre pillaba una buena fiesta los fines de semanas, después de todo siempre estaba rodeada de personas, ¿Cómo es que se siente sola? Vanesa no logra comprender sus propios pensamientos, si de algo se arrepiente es de haber seguido el consejo de su amiga y asistido a terapia, maldice en voz baja a su terapeuta, ¡que poco profesionalismo tiene! ¿Cómo podría alguien como ella estar deprimida? Se pone de pie pasando de su estado de distracción a uno completamente enojado, ¿pero quien se ha creído ese psicólogo de pacotilla? Si ella con veintiún años tiene mejor sueldo que él ¿deprimida? ¿sola? ¿con débiles conexiones emocionales? ¡jamás!

Vanesa suelta con enojo el mango del cepillo que hasta entonces tenía sostenido y lo arroja a la cama, toma su celular y llama a una de sus amigas más cercanas, es viernes por la noche y le apetece un buen vino.

—¡Vane! ¡querida! — grita su amiga desde el otro lado de la línea — ahora no puedo atender, estoy con patri, ¡te quiero! — finaliza y cuelga.

Desde que Marcela se había puesto de novia con Patricio casi nunca se ve con Vanesa, según esta, su amiga ha generado un vinculo de apego emocional hacia su novio, ¡es que no se despegan ni un segundo! Y encima viene y la manda a ella a terapia. En eso otra de las reflexiones de su terapeuta se asoma en sus pensamientos, ¿necesita ella un novio? Si no tengo novio es porque no quiero, piensa, y en eso tiene razón, aunque tiene un sinfín de pretendientes a ninguno le considera indicado, Vanesa no quiero un estudiante como novio, quiero ya a un profesional, a un empresario y no un empresario cualquiera, por supuesto, tiene que ser mayor que ella, no tener hijos y nunca haberse casado, debe ser guapo y buena persona, y sobre todo y principalmente debe tener dinero, mucho dinero, ¿Cómo podría ella meterse con alguien con menos dinero que ella? ¡jamás! Vanesa no se consideraba una persona superficial, pero bueno, a estas alturas de la vida había que ser realistas. A todo esto, Vanesa vuelve a mirarse al espejo, contempla su rostro sin maquillar, fea no es, tiene buen cuerpo, buen cutis, buen cabello, ¿Cómo es que no ha conseguido pescar al hombre de sus sueños? ¡ah sí! ¿puede que necesite un aumento de senos? ¿y si respinga un poco su nariz? Pero ¿Qué le pasa? Ahí, sentaba frente al espejo empieza a llorar, abrumada por sus pensamientos, últimamente ha tenido días pesados, la empresa y la universidad al mismo tiempo, las reuniones sociales, las fiestas y todas esas cosas la hacen colapsar, que solo tiene veintiún años, soy bastante joven, en eso mi terapeuta puede que tenga razón, quizá deba darme un respiro, piensa Vanesa, quien como nunca, apaga el celular y se mete a la cama temprano, si algo tenía claro eran dos cosas, una, nunca más asistiría a terapia, dos, quizá era hora de volver a casa.

 

 

 



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En el texto hay: romance, amor romántico

Editado: 08.07.2021

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