Defensores de Havenfield

CAPÍTULO VI

Pasadas las 5 de la tarde, nos queda un último sector en el camino hacia Atsuín. No he dicho ni una sola palabra desde que Damián nos dio a Kate y a mí esa mala noticia. Al llegar al cuartel, ella no verá a sus padres ni yo estaré con Natalia.

Intento no desesperarme. O al menos, intento no mostrar que es­toy desesperado. He dejado atrás todo lo que me importaba para salvarle la vida a Naty y no podré hacerlo. Tomo unos bombones de chocolate que Kate metió en el bolso y empiezo a comerlos, sin evitar recordar a la chica que arrancaron de mi lado.

Una mañana, hace poco más de un año, Yannick y yo fuimos al mercado de El Fuego para comprar algunas cosas para nuestro almuerzo y su merienda para la semana. Cuando regresábamos a casa, cargados con pesadas bolsas llenas de legumbres, verduras, frutas y carnes, nos en­contramos con Natalia a pocas cuadras de nuestra casa. En su mano traía una caja de bombones de chocolate que le regalé unos días antes, por su cumpleaños. Se nos unió en camino a casa y empezó a comerlos, haciendo gestos y llamando la atención de Yannick y la mía, fanfarroneando que ella comía chocolates mientras nosotros cargábamos bolsas. Guardó unos cuantos que al llegar a casa fueron compartidos, o rifados, entre juegos y risas, algu­nas cosquillas y retos, para ganar unos cuantos bombones.

Una sonrisa se asoma entre el desespero.

- Está pensando en Natalia –le susurra Kate a Damián.

- Lo sé, es la misma cara de idiota que pone cada vez que la ve –re­plica Dam.

Los miro y me volteo hacia la ventana, dándoles la espalda, sin res­ponder.

- ¡Con calma chico voluntario! –dice Kate–, es sólo una broma.

- Sí, no te molestes –agrega Damián–, ella estará esperando tu re­greso.

- Ella no sabe nada de esto –respondo sin voltear, sin decir nada so­bre su reclutamiento forzado, secreto que dura poco.

- Es verdad, no lo sabe –comenta Kate–, también fue reclutada a la fuerza.

- ¡Gracias, Kate! –la miro con coraje.

- ¡Así que por eso estás aquí! –exclama Dam–, ya se me hacía extra­ño que alguien sin necesidades se estuviese presentando volunta­rio.

- Sí, ¡por eso estoy aquí! –suelto en un alto tono de voz–. Por ella me presento voluntario, para salvarla, para regresarla a casa, con vida.

- Pero no estará en el cuartel cuando llegues –comenta Damián–. Estarás defendiendo a Havenfield del enemigo, dando tu vida por Havenfield. No por ella, no por Naty, amigo.

- ¡Eso lo sé! Pero te equivocas. Tendré que ir a la guerra, a defender mi vida para poder regresar a encontrar a Natalia, ya que otros con poder para hacer algo simplemente no harán nada –me encuentro molesto, mi voz se mantiene alta, pero no me importa nada.

Damián carga su escopeta y me apunta.

- Adelante –le digo–, si crees que matarme es la solución. Sólo con­seguirás encarcelación por asesinar a un compañero.

- Muchachos… –interviene Kate.

- ¡Mantén el orden, Hamilton! –grita Damián y baja su escopeta– ¡Siéntate y mantente en silencio!.

¿Qué le ocurre a Damián? Tenemos tiempo sin vernos, sin hablar, sin compartir y, para mi decepción, esta es la manera como nos reencontramos. Creo que tan­to tiempo en el cuartel y el suponer la muerte de sus padres han cambiado a aquel muchacho que fue mi amigo por tanto tiempo. Actúa extraño. El solía ser amable y cada vez que empezábamos a discutir, se iba por la tan­gente y bromeaba al respecto haciéndonos olvidar cualquier impase. Pero estoy seguro que apuntarme con su arma no fue un juego.

- Y niegas amarla –dice Kate, en un susurro apenas audible.

Guardo silencio. Si respondo lo haré de mala manera y no perdería a cualquier persona, sino a alguien que ha sido mi apoyo en las últimas horas.

- Calma, chico voluntario, es sólo un mal momento –me dice.

- ¿Un mal momento, Kate? Mi mejor amigo me amenazó de muer­te, Natalia no está en el cuartel, mi objetivo era salvarla, ¡es salvar­la!... y ahora no sé dónde está.

- ¿Y yo qué? –pregunta, con nostalgia.

- Tú… –titubeo–, ya hablamos de ello, ¿no?

- Sí, pero, ¿y mis padres? ¿Acaso ellos no merecen una oportuni­dad?

- Prométeme –le digo–, que pase lo que pase, saldrás de ahí con vida y lucharás para encontrarlos.



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En el texto hay: misterio, amistad, guerra

Editado: 02.10.2018

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