Yo soy plenamente cociente que soy una mujer hermosa, que tanto mi figura como mi estructurara ósea son envidiables, también sé que dichos atributos pueden ser utilizados a mi favor de vez en cuando, porque si tienes algo, ¿por qué no utilizarlo para nuestro beneficio? Yo no le veo lo malo a mover las pestañas aquí o un leve coqueteo por allá, cuando hay algo que quiero conseguir, eso no quiere decir que yo todo lo consiga de esa manera, pero si hay algo que he aprendido de forma dura en este trabajo, es que los hombres, en especial los mayores, no se molestan en escuchar a una mujer bonita. Es algo frustrante con lo que he tenido que luchar toda mi carrera, pero con el tiempo también aprendí que eso los vuelve vulnerables.
Eso lo aprendí cuando estaba solicitando mi trabajo aquí en el museo y todos los demás no se esforzaron en sus proyectos porque creían que, por ser mujer, no podía hacerlo y yo solo tuve que mover mis pestañas cerca de ellos para que me dijeran lo que estaban haciendo y así yo lo pude mejorar y ganar el trabajo. Porque soy una mujer inteligente, sin embargo, he aprendido que aquí la inteligencia debe ir acompañada de algo más, como es la astucia y un poco de juego sucio cuando la persona así lo amerita.
Yo puedo manejar ese coqueteo, lo que no puedo manejar es el coqueteo cuando en serio debo conquistar a una persona o hacerle notar que me gusta. Tampoco suelo notar cuando alguien está coqueteando conmigo, a menos que se pare frente a mí con un gran letrero que diga tú me gustas, y aun así dudaría un poco, ¿por qué? No lo sé.
—¿Estás seguro que ese hombre estaba coqueteando conmigo? —le pregunto por segunda vez a Raymond mientras caminamos por la acera después de terminar de desayunar.
Raymond mira la servilleta que tengo en la mano con el número y nombre de aquel hombre, y luego me mira a mí.
—Sí, Atenea, estoy muy seguro. Creo que incluso el barista y los demás clientes de la cafetería están seguros de eso, incluso los habitantes de otros planetas están seguros.
—Nos escuchó hablando de momias y dijo que le llamaban la atención, por eso me dejó su número.
—Y si estaba interesado solo en las momias, ¿por qué preguntó si yo era tu novio?
Yo miro la servilleta con su nombre: Calum.
Es un nombre bonito y él también lo era.
—¿Crees que debería llamarlo?
—Si te gustó, deberías hacerlo. Creo que te viene bien que hagas cosas fuera del trabajo, luces muy estresada Atenea.
—Ate, mis amigos y familiares me dicen Ate.
Siento que me he apresurado a considerarlo mi amigo porque recién nos he estamos conociendo, pero entonces él me sonríe y entiendo que he hecho bien.
—¿Sabes que eso es una pasta dulce?
—Sí, lo sé y es bueno porque amo la pasta.
Él sonríe en mi dirección y lo veo guardar las manos en sus bolsillos mientras nos detenemos a esperar que el semáforo cambie a verde para poder cruzar la calle.
—Esa es otra cosa que sé de ti, que te gusta la pasta.
—¿Qué más sabes sobre mí?
Me da curiosidad porque esta es la primera vez que hemos tenido conversaciones reales que van más allá del trabajo, aunque por supuesto, como adictos al trabajo que ambos somos, nuestras conversaciones orbitaron hacia el trabajo o temas relacionados a nuestras profesiones.
Yo aprendí de él, que cree mucho en el lema que los huesos no mienten, ni olvidan y que tiene tatuado aquel lema en su omoplato izquierdo, también recuerdo que vi ese tatuaje la mañana después de la fiesta de fin de año.
—Sé que no te gusta el café, que no puedes ocultar como te sientes, que te gusta el color morado y vistes de color azul los lunes y los jueves de blanco, siempre, y sé eso porque lo dijiste hace un momento. También sé que te gusta que te regalen flores, chocolates y las comedias románticas. Porque eres fan del cliché y no entiendo por qué.
Yo había intuido que a él no le iba el tema del romanticismo y, por ende, el cliché romántico, pero ahora estoy conformando que es así.
—¿Qué no entiendes?
—No entiendo como alguien tan inteligente como tú, puede disfrutar de algo que es predecible, con algo trillado donde sabes exactamente que va a pasar. Me resulta absurdo.
Como explicarle que a veces eso es justo lo que necesitamos en nuestra vida, algo que termine bien sin importar las adversidades porque nos hace creer que, si a ellos les pasó, incluso si es solo una película, serie o libro, también me puede pasar a mí y eso nos permite tener algo de esperanza en este mundo que está constantemente intentando cortarnos las alas, donde todas las voces nos gritan que mantengamos los pies en la tierra y que no soñemos con volar porque nos va a doler la caída.
A veces no necesitamos pensar en la caída, en lo doloroso que será todo, solo deberíamos disfrutar la subida, el corto vuelo antes de caer, si es que lo llegamos hacer. Deberíamos solo pensar en disfrutar el viaje sin pensar en las consecuencias de lo que pasará después. ¿Qué sentido tiene martirizarnos con algo que puede o no suceder? Eso, al menos para mí, es lo que las películas románticas y el cliché me hacen sentir, y me gusta. Me gusta creer que un día el amor tocará mi puerta y todo estará bien, incluso si eso puede o no legar a suceder, la vida es más fácil si pienso que, eventualmente, eso va a pasar.
—Me gusta sentarme frente a mi televisor después de un día muy malo y ver una comedia romántica con una trama que tal vez se ha contado de mil maneras antes porque sé, que al final ella será feliz y todo va a estar bien. Porque de la misma forma que aquella historia se ha contado miles de veces, mi historia igual o dime tú, ¿crees que soy la única persona que la han dejado porque la persona con la que estaba amaba a alguien más? No, por supuesto que no, te aseguro que justo ahora, hay varias personas que están pasando por lo mismo.
Un chico conoce a una chica, ¿no es eso de por si cliché? Sin embargo, exactamente así es como sucede día a día. Porque cada suceso no es único e irrepetible, las personas se conocen en cafeterías, librerías o la acera. Una persona choca contra otra todo el tiempo, alguien se sienta a tu lado en el metro todos los días. Vivimos en un cliché, solo que todos no somos parte de la misma historia y a la mayoría le gusta creer que sus historias son únicas e irrepetibles, a pesar que suceden todo el tiempo y seguirán sucediendo. Ningún suceso en esta vida es único.
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Editado: 20.12.2021