Existen cinco etapas conocidas del duelo: Negación, ira, negociación, depresión y finalmente la aceptación.
La negación es lo primero, porque es una respuesta casi instintiva del ser humano negar que lo que está pasando, que aquel fatal suceso, realmente sucedió. Nos cuesta comprender la perdida, pasar de ver y hablar con una persona, a decirle adiós para siempre. Nuestro cerebro tarda un tiempo en adaptarse y es en ese tiempo que nosotros vivimos en estado de negación, creyendo que pronto, todo eso pasará, que es solo un mal sueño, un suceso angustioso y devastador que le ha sucedido a alguien más, pero que no es posible que nos haya sucedido a nosotros.
—Ella me dejó esta carta —le digo a mi hermano mientras le enseño el sobre que tengo en mi mano.
Fue Maeve, quien encontró la carta. Andrea nos dejó una carta a cada una de nosotras, y sé que las demás ya han leído sus respectivas cartas, pero yo no me he atreví ni siquiera abrir el sobre, porque me asusta lo que ella me pueda decir, me aterra saber que quizás ella esperaba más de mí y yo no la ayudé lo suficiente.
—Dudo mucho que Andrea pudiera decirte algo malo, ella te adoraba.
Paso mi mirada de mi hermano, al sobre que sostengo en la mano y lo muevo en el aire antes de abrirlo, no saco la carta en seguida, me tomo un momento y cuando finalmente veo la carta, mis ojos se llenan de lágrimas al reconocer la letra de Andrea y saber que estas serán sus últimas palabras hacia mí, y entonces intento recordar cuales fueron mis últimas palabras hacia ella, pero no logro recordar con exactitud , lo que si tengo presente y se ha repetido en mi mente fueron sus palabras hacia mí cuando yo iba a tener mi cita con Raymond.
Tú mereces mucho y lo que pides es muy poco —me dijo ella y en ese momento no le presté la atención correspondiente, pero ahora lo entiendo y sé que Andrea tenía razón.
—Puedes tomarte todo el tiempo que quieras hermana, pero estas creando demasiado suspenso.
Pongo los ojos en blanco en dirección a Miguel y empiezo a leer.
Querida, Ate.
Es muy difícil para mí, escribirte esta carta, porque lo último que quisiera es despedirme de ti, pero creo que sería injusto de mi parte irme sin decirte nada y te conozco muy bien para saber que seguro tenías miedo de leer esta carta, pero no debes preocuparte, no dice nada malo sobre ti, ¿cómo podría decir algo malo de la persona que me abría la puerta de su casa en la madrugada y me escuchaba por horas quejarme de lo mismo? Porque no importaba lo cansada que estabas, lo difícil que fue tu día o los problemas personales que tenías, tú siempre estuviste ahí para mí y por eso siempre te estaré muy agradecida. Sé que en este momento debes estar triste por mí, dándote golpes de pecho creyendo que pudiste hacer más, pero no había nada que pudieras hacer o decir, que hubiera hecho una diferencia, porque yo estaba en un punto de no retorno en mi vida. Ahora quiero creer que estoy mejor, que estoy libre de dolor, culpa o miedo, pero Ate, en el fondo me arrepiento por no haber intentado más, por no ser un poco más fuerte o tener miedo de pedir ayuda y hacerles a mis hermanas, lo mismo que nos hizo nuestra madre. Tú no hagas lo que yo hice, no te guardes tu dolor o te ates a penas del pasado, no te encadenes a las cosas que no puedes tener y siéntete afortunada con lo que tienes. Lucha por lo que sueñas y no te detengas hasta cumplir cada una de tus metas, porque si lo piensas, si realmente lo piensas, la vida es muy corta para perder el tiempo entre lamentos y miedos. A mí me hubiera gustado entender eso antes de esto, pero creo que esa comprensión llegó a mí, solo porque ya me iba a ir, lo cual es muy lamentable.
Para despedirme, quiero darte de nuevo las gracias y pedirte que cuides a mis hermanas, y que, por favor, no dejes que nadie te eclipse o que te quite tu estabilidad emocional y paz mental. Recuerda que vales mucho y debes recibir el mismo amor que das, no te conformes con menos que eso.
Te espero en Hawái, en un bar frente a la playa, estaré sentada en la barra bebiendo una piña colada y esperando por ti (después de muchos, muchos años y no te atrevas a venir antes).
Con amor, Andrea.
—Dice que me estará esperando en Hawái —le digo a mi hermano entre lágrimas.
—Estoy seguro que es así.
—La extraño tanto, Miguel. No puedo creer que se haya ido, tal vez fue solo un error y ella sigue aquí, y los médicos se equivocaron, Paulina tal vez vio mal y… quizás, tan solo quizás, Andrea sigue viva.
Miguel, no me dice nada, solo estira sus brazos para abrazarme y consolarme, mientras me escucha divagar sobre posibles teorías que explicarían la posibilidad que Andrea sigue con vida. Miguel me escucha y yo sigo hablando, a pesar que entiendo que nada de lo que digo es realmente posible, pero ahora, justo en este momento donde aún sostengo la carta de Andrea entre mis dedos, negar su muerte es lo mejor que tengo por hacer, porque no tengo otra manera de enfrentar su perdida.
Cuando mis lagrimas se han secado y mis sollozos se han detenido, me recuesto en el sillón y Miguel cubre mis piernas con una manta oscura que no sé de dónde ha sacado.
—Iré a preparar algo de té de manzanilla. Eso te ayudará un poco.
—Gracias hermano.
Paso casi una semana y media en el apartamento de Miguel, él no se queja e incluso me dice que se siente aliviado porque al menos de esa forma sabe que estoy durmiendo algo y comiendo tres veces al día.
Pero entiendo que no puedo seguir escondiéndome de la realidad y decido volver a mi apartamento, mi hermano al principio no está de acuerdo, pero al final me de ir y me dice que lo llame si llego a necesitar algo.
—Eso haré.
Cuando llego a mi apartamento, lo primero que llama mi atención, es la foto que dejé en el sofá. La foto fue tomada el día que fuimos a la feria y estoy con todas mis primas riendo después que Paulina ganó la competencia de comer pasteles. Tomo la foto y la observo antes de lanzarla contra la pared con fuerza, y veo como los cristales se dispersan en pequeños fragmentos sobre la foto y alrededor. Estoy molesta porque jamás volveremos a tener un momento así, jamás volveremos a estar todas juntas, y pase lo que pase, siempre pesará sobre nosotras, la perdida de Andrea.
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Editado: 20.12.2021